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LA CAMPORA

La épica de una nueva burocracia del estado capitalista

Tengo una amiga que es militante k (y ella debe decir, tengo un amigo trotskista). Ella piensa – a su favor, siempre pensó lo mismo- que el capitalismo es imbatible y que hay que tratar de mejorarlo, impedir que la derecha gane y hacer una batalla cultural que cambie la hegemonía de “la corpo”.

Facundo Aguirre

28 de abril 2011

La épica de una nueva burocracia del estado capitalista

Tengo una amiga que es militante k (y ella debe decir, tengo un amigo trotskista).

Ella piensa – a su favor, siempre pensó lo mismo- que el capitalismo es imbatible y que hay que tratar de mejorarlo, impedir que la derecha gane y hacer una batalla cultural que cambie la hegemonía de “la corpo”.

Cuando uno le señala los aliados del gobierno de la derecha real del peronismo que tiene de aliados el gobierno, contesta con su latiguillo: “ustedes trotskistas le hacen el juego a la derecha” y retruca, “el peligro es Macri, Duhalde, Clarín, a estos los tenemos controlados”. Si bien es una persona honesta, opina que la corrupción es un tema menor y perdona los excesos de sus compañeros, cuando les señalas los salarios de 30.000 pesos de sus dirigentes.

Por su novio, consiguió trabajo en el Ministerio de Educación para llevar adelante un proyecto de talleres culturales para los detenidos en los penales juveniles. Ella piensa que la educación y la difusión de la cultura son las herramientas fundamentales del cambio social y que para ello hay que usar al estado.

Ella se declara abiertamente como reformista y enemiga de la lucha de clases -horror, dice textualmente cuando se la nombra- aunque sensiblemente en las confrontaciones sociales tome partido por los débiles. Nunca explica la represión, aunque justifique al gobierno diciendo que no le quedaba otra. Preferiría a Yasky antes que Moyano -y lamenta que De Genaro se haya hecho sojero-, pero opina que hay que tranzar con la CGT y que no es lo mismo Moyano que los gordos. Cuando se le habla de Pedraza y Mariano Ferreyra, se llama a silencio (supongo que por no pelearse conmigo pero no me cabe duda que con otros usa el argumento de que la izquierda lo mandó al muere).

Ella desea ser una burócrata del estado. Considera que hay que desestigmatizar al estado como un ente burocrático ajeno a las necesidades sociales y que para eso, hay que hacerse burócrata del estado y cumplir el papel del buen funcionario público.

Ella no entiende que el estado es de clase, la burocracia una loza sobre la sociedad y kirchnerismo la representación política de la dominación de la burguesía sobre los trabajadores.

Ella es una excepción porque, a diferencia de sus dirigentes y compañeros que son carreristas, honestamente cree en el papel del burócrata público, en la épica gris de la oficina y la gestión.
Ella es de La Cámpora.

El camporismo

El “camporismo” es un invento más o menos reciente y consiste en reivindicar la figura de Hector Cámpora, alias El Tío, y en presentar los hechos históricos a conveniencia para decir que hubo una oportunidad democrática perdida, una alternativa a la violencia revolucionaria, que la izquierda peronista no supo apoyar con fuerza en 1973. Cámpora fue electo presidente en marzo de 1973 luego de 18 años de proscripción del peronismo. El eje de su campaña fue “Cámpora al gobierno, Perón al poder”. La campaña de Cámpora fue sostenida principalmente por la JP y los Montoneros que se habían sumado a la política electoral acordada entre Perón y Lanusse para contener a la clase obrera que había quebrado a la dictadura con el Cordobazo de mayo de 1969. Abandonaron así momentáneamente la línea guerrillera y convencieron a un sector de las juventudes de las clases medias y de los trabajadores que el peronismo era el instrumento para luchar por la “Patria Socialista” y que Perón iba a hacer el “socialismo nacional”.

A pesar del apoyo de la JP, el gabinete de Cámpora no tuvo funcionarios montoneros, salvo algunos amigos, pero si muchos burócratas de los sindicatos y derechistas encabezados por el brujo López Rega. El gobierno de Cámpora en definitiva, fue un producto del desvío del Cordobazo, su función era desmontar el proceso de movilización obrera y popular y salvaguardar el estado capitalista. Cámpora fracasó por dos motivos. Uno que no pudo contener las movilizaciones; el 25 de mayo de ese año luego de su asunción se produjo el “devotazo” una movilización popular que obligó a liberar esa noche a los presos políticos de la dictadura y durante junio de 1973 se produjeron centenares de tomas de edificios públicos, empresas, escuelas y universidades. El segundo fue el boicot abierto de la burocracia sindical y la derecha peronista -representada en el gabinete de Cámpora por el mismísimo López Rega- que lo ve pegado a la JP y le da un golpe de palacio luego de la masacre de Ezeiza. El tío renuncia sin resistir, el 13 de julio de 1973 y le entrega la banda presidencial a Raúl Lastiri, yerno de López Rega.

En conclusión, el camporismo no fue un instrumento político de la “Patria Socialista”, sino el resultado del fracaso del apoyo político de la izquierda peronista a Perón, que terminó en una capitulación frente a la derecha peronista.

La Cámpora

La Cámpora es la agrupación cuyo líder formal es Máximo Kirchner y esta dirigida por funcionarios y profesionales que ocupan altos cargos en el estado capitalista. La épica del burócrata de mi amiga k es funcional a la idea de que gestionar y ocupar puestos en el aparato estatal es luchar por el poder real. No son cuadros representativos de las luchas sociales y la organización popular, como era el caso de la JP setentista, sino carreristas que carentes de toda fuerza política y electoral propia se acobachan bajo la protección de Cristina para ocupar espacios. Algunos provienen del peronismo de los ‘80 y el centroizquierdismo de los ‘90, otros son ex stalinistas sumados a la causa. No pelean por la Patria Socialista sino por la gestión del estado capitalista y la jugosa renta como funcionarios públicos. Es el intento de construir una juventud no mediante su organización como fuerza de oposición contra las injusticias del sistema, sino como gestores de las instituciones que sostienen el régimen social que provoca esas injusticias.

Sus jefes políticos ocupan cargos en la dirección de Aerolíneas Argentinas, la corporación Puerto Madero, la Anses, la Superintendencia de Seguros, entre otros, y ahora van por un puesto en el directorio de Siderar, para disputar para el “proyecto nacional y popular”, una tajada de las rentas del monopolio.

No tienen empacho en apoyar a Insfrán el asesino de los Qom o a Moyano el jefe de la burocracia corrupta y gangsteril que dirige los sindicatos y de donde salieron los Pedraza.

Difieren de los militantes setentistas en que, aunque aquellos sostenían una política equivocada de colaboración con la burguesía nacional era movida por su deseo de acabar con la dominación imperialista y el capitalismo. Son lo contrario a Mariano Ferreyra y Polo Denaday, ejemplos de jóvenes militantes socialistas revolucionarios, que para terminar con la explotación capitalista, buscaron organizar a los trabajadores y luchar por su independencia política.

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