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Historia

La década infame y el Partido Comunista

22 de diciembre 2005

El Partido Comunista surge en la Argentina en 1918 como una escisión del Partido Socialista, con el nombre original de Partido Socialista Internacionalista, a partir del cuestionamiento a la política parlamentarista del PS y a la posición pro-aliada respecto a la Iª Guerra Mundial, planteando una posición internacionalista y reivindicando la política bolchevique en la Revolución Rusa.
Siendo una ruptura por izquierda del PS, el PC tendrá sin embargo, un carácter centrista1 que se expresará en las dificultades para elaborar un programa para la revolución socialista en la Argentina, avanzando en una clara ruptura teórica y programática con el núcleo de las ideas del PS, rompiendo con la concepción evolucionista que lo caracterizaba y definiendo correctamente la relación del país con el imperialismo y las relaciones entre las clases. Esta debilidad se expresará en las disputas internas y las divisiones que sufre el partido entre 1922 y 1927.
Estas diferencias internas le impedirán elaborar un programa definido hasta 1928 en su VIII° Congreso, y entonces lo hará subordinado a la política del estalinismo en ascenso. Definirá el carácter de la revolución en Argentina: debido a los “resabios feudales”, el “camino al socialismo transcurre a través de la revolución burguesa (agraria antiimperialista), debiendo centrarse el fuego contra el imperialismo y la oligarquía […], diferenciando [de ellos] a la burguesía nacional”2. Adopta así una concepción etapista3 de la revolución

Para explicar la influencia que tendrá el PC en la década del ’30, es necesario primero referirnos a las transformaciones que se producen en el país tras la crisis de 1929.

La crisis de la economía primario-exportadora

La crisis mundial de 1929 implicó cambios importantes en la economía argentina, que se acentuarán en la segunda mitad de la década del ´30, que harían entrar en crisis al anterior “modelo agroexportador”.
Debido a que la crisis creó dificultades para exportar e importar, los productos de consumo comienzan a producirse en el país. Pero este desarrollo se da fundamentalmente en la industria liviana, dándole un carácter limitado a la industrialización4. Esto significó la apertura de muchas fábricas y talleres, aumentando la cantidad de obreros (420.000 en 1935 y 940.000 en 1946). Este proceso, combinado con la crisis en el campo, trajo la afluencia a las ciudades de gran cantidad de pequeños campesinos y obreros agrícolas, produciendo un cambio cualitativo en la composición del proletariado.
En el plano político, la oligarquía retoma el control del aparato del Estado con el golpe de Uriburu en 1930, inaugurando un período de sucesivos fraudes electorales. Esto, sumado a la política represiva, la corrupción y la subordinación al imperialismo, darán al período el nombre de “La década infame”.

Los sindicatos por industria

Los cambios en la industria implicaron la necesidad de un cambio importante en las formas de organización del movimiento obrero. Para que el conjunto de los trabajadores de una misma rama, tanto aquellos de fábricas grandes como los de otras más chicas, pelearan en igualdad de condiciones por sus reivindicaciones, era necesario cambiar la organización en base a oficios para pasar a sindicatos por rama o industria. Además, los sindicatos por oficio generaban dificultades al organizar medidas de lucha cuando los trabajadores de una fábrica estaban divididos en dos, tres o más sindicatos.
Los sindicatos por industria, al calor de distintos procesos de lucha, fueron aumentando la cohesión y unidad de los trabajadores en las fábricas.

La política del “tercer período” del Partido Comunista

En los últimos años de la década del ´20 los distintos PCs avanzan en la subordinación a la política de la Internacional Comunista (IC) dirigida por la burocracia estalinista. En 1928 la IC levantó la política conocida como del “Tercer Período”, uno de cuyos aspectos era la identificación de la socialdemocracia con el fascismo (definiéndola como “socialfascista”), lo que implicaba la negación de todo tipo de frente único con las otras corrientes de izquierda y organizaciones de la clase obrera.
En Argentina esta política significó una posición abstencionista ante el golpe de Uriburu, y en el terreno sindical, el impulso del Comité de Unidad Sindical Clasista, que mantenía al partido al margen de la amplia mayoría de los trabajadores organizados en la CGT unificada en 1930.
Sin embargo, esta política no le impedirá desde mediados de la década del ’20 ampliar su inserción en la clase obrera, y la definición de su política de lucha de “clase contra clase” le permitirá plantear consignas de lucha anticapitalista y antiimperialista.”5

El ascenso obrero de mediados de la década del ‘30

Hacia 1934, la relativa recuperación económica implicó un resurgir de las luchas obreras. En la primera oleada se destacarán las huelgas realizadas por los trabajadores textiles, vestido y del sindicato de la madera dirigida por Mateo Fossa.
Este proceso alcanzó su punto más alto con la huelga de la construcción de fines de 1935 y principios de 1936. Esta huelga que comenzó con una lucha por reivindicaciones económicas y por el reconocimiento sindical, se fue radicalizando hasta llegar a la huelga general en Buenos Aires en enero de 1936 que tuvo características insurreccionales. Se retomaban así la tradición y las prácticas de acción directa (huelgas, piquetes, movilización callejera, métodos de autodefensa, solidaridad activa y agitación). Esta huelga termina en una importante victoria, sobre todo por el reconocimiento de la Federación Obrera Nacional de la Construcción.
El ascenso tuvo su expresión en la división de la CGT en un ala sindicalista y otra dirigida por los socialistas y comunistas. Esta última, la CGT de la calle Independencia, crecerá en influencia en las años siguientes.
Los obreros del PC jugaron un rol destacado en todos estos procesos de lucha, y particularmente en la huelga de la construcción, haciendo crecer las fuerzas del partido en el seno mismo de la clase obrera.

La política del Frente Popular

En 1935 la Internacional Comunista opera un giro brusco en su política internacional transformando su política en abiertamente reformista y colaboracionista, con el impulso de Frentes Populares contra el fascismo, definiendo la línea de “unidad democrática”. Esta política, significaba la subordinación del proletariado a los sectores burgueses “democráticos” y opuestos al fascismo.
Con esta nueva orientación, el PC argentino impulsó una política de acercamiento a otros partidos y la disolución del Comité de Unidad Sindical Clasista “para fortalecer la unidad obrera dentro de la CGT”6. Así a pocos meses de la heroica gesta obrera de la huelga de la construcción, la CGT Independencia convocó para el 1° de mayo de 1936 a un acto junto a la UCR y al Partido Demócrata Progresista. Esta política los llevará en 1938 a impulsar la candidatura de Marcelo T. de Alvear, con los Demócratas Progresistas y el PS.

La política del PC ante la II Guerra Mundial

Tras el estallido de la IIª Guerra Mundial en 1939, y con la firma del pacto Hitler-Stalin, el PC mantuvo una política neutralista ante la guerra, que se tradujo en el despliegue de consignas antiimperialistas contra EE.UU. Sin embargo, cuando Hitler invade a la Unión Soviética, el PC virará a una política proimperialista ubicándose del lado de los Aliados, sobre todo con EE.UU. caracterizando la guerra inter-imperialista como “una guerra de los pueblos contra el nazi-fascismo”.
Como parte de este nuevo giro el PC se pronuncia por no realizar huelgas en aquellas empresas que produjeran para abastecer el frente aliado. Esta resolución se aplicó, por ejemplo, ante la huelga metalúrgica de mediados de 1942 y a la de la carne de 1943.
Nuevas expresiones de esta política tendrán lugar en los albores del gobierno peronista, incluida su participación en la Unión Democrática junto al partido radical y el partido socialista. En un próximo artículo desarrollaremos las condiciones en que se produjo el ascenso del peronismo.

A lo largo de la década del ´30, el Partido Comunista jugó un papel similar al anarquismo de principios de siglo en tanto aglutinó a parte de los sectores más combativos del movimiento obrero. Pero su política signada por la colaboración de clases -siguiendo los oscilantes lineamientos de la Internacional Comunista estalinista- se convirtió en un obstáculo para que el nuevo movimiento obrero se fogueara en los procesos de lucha a los que nos referimos en este artículo, y desaprovechó las enormes posibilidades de concretar un verdadero giro histórico, avanzar en una perspectiva de organización independiente de la burguesía, y construir un Partido Revolucionario.

1 Categoría acuñada por León Trotsky, define así a aquellos partidos cuya política oscila entre la reforma y la revolución.
2 Oscar Arévalo, Historia del Partido Comunista, Bs. As., CEAL, pág. 24.
3 Se define de esta manera a los partidos que consideraban que los países atrasados debían atravesar inexorablemente una etapa de desarrollo burgués que industrializaría esos países, y recién en una segunda etapa el movimiento obrero podría luchar por la revolución socialista.
4 A la que Milcíades Peña definirá correctamente como “pseudoindustrialización”.
5 “Las células [del PC] se implantaron, durante estos diez años [de mediados del `20 a mediados del `30], en firmas de casi todas las ramas industriales (metalúrgica, textil, carne, madera y mueble, gráfica alimentación y bebidas, calzado tabaco, bolsas, electricidad, confección y vestido, farmacológica, química, cuero), en algunas del transporte (especialmente en el sector ferroviario), y, en menor medida, del comercio y los servicios”. Camarero, Hernán, “La experiencia Comunista en el mundo de los trabajadores, 1925-1935”, en Prismas. Revista de historia intelectual, N° 6, Pág. 196.
6Op. Cit. Pág. 37.

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