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La Plata, “ciudad planificada”… para inundarse

Tanto la ubicación de Buenos Aires como la de La Plata fueron definidas para convertirlas en “ciudades puerto”: la primera para el saqueo colonial español, y la segunda para el saqueo inglés. Por ello no importó demasiado que estén situadas en zonas de bañados, atravesadas por cientos de canales y arroyos de bajo caudal, con grandes áreas inundables.

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11 de abril 2013

Tanto la ubicación de Buenos Aires como la de La Plata fueron definidas para convertirlas en “ciudades puerto”: la primera para el saqueo colonial español, y la segunda para el saqueo inglés. Por ello no importó demasiado que estén situadas en zonas de bañados, atravesadas por cientos de canales y arroyos de bajo caudal, con grandes áreas inundables.

En La Plata el arroyo de mayor importancia es El Gato, situado al noreste de la ciudad: es receptor de los desagües pluviales del casco urbano, y desde hace años es sinónimo de inundación. En la última década hubo importantes crecidas en la ciudad y sus alrededores, con miles de damnificados. En 2002 hubo 900 evacuados cuando un metro de agua inundó partes de Tolosa y Ringuelet a causa centralmente de las obras que se realizaban para construir la autopista Buenos Aires-La Plata, y en 2008 los damnificados fueron 90.000. Las políticas del gobierno de Alak primero y de Bruera después profundizaron el problema.

La planificación en las ciudades de los países imperialistas está guiada por la sed de ganancias empresarias y existen múltiples contradicciones, donde los intereses de la población son secundarios; esto se vio en los desastrosos efectos del huracán Katrina o en la explosión de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos y el Estado Español. Los estados capitalistas garantizan que la especulación inmobiliaria y el interés empresarial manejen el desarrollo de las ciudades a conveniencia, sin importar el costo social, urbano y ambiental. En los países semicoloniales como Argentina, esa planificación es mucho más degradada. Y La Plata es un claro ejemplo, con empresas como Credil, Moragues, Dacal y Building que estrujan el suelo urbano construyendo torres en altura, ocupando pulmones de manzana con estacionamientos o ampliación de viviendas, reduciendo el suelo absorbente y en algunos casos entorpeciendo el curso de afluentes subterráneas pluviales con los niveles subsuelo y fundaciones en profundidad. Los trabajadores y quienes no pueden acceder a una vivienda en la ciudad a precio de mercado son expulsados a la periferia, a terrenos inundables y sin infraestructura.

Bruera impulsó, favoreciendo a estas empresas, un nuevo Código de Ordenamiento Urbano (COU) que permite un incremento de altura en el centro y en nuevas zonas de la ciudad, aumento del factor de ocupación del suelo y del total y transformar áreas de suelo rural en suelo urbano (con servicios). Así, las inmobiliarias propietarias de terrenos rurales obtuvieron ganancias exponenciales ya que se revalorizó automáticamente el suelo por mil. Estas modificaciones del territorio que se vienen produciendo desde hace décadas y se acentuaron con el COU 2011 con el único objetivo de la ganancia empresarial, ni siquiera fueron acompañadas por obras hidráulicas que permitan absorber la demanda creciente. Un estudio de la Facultad de Ingeniería1 dejó en evidencia que son necesarios más conductos principales bajo grandes avenidas periféricas del sur, la ampliación de los que ya están y aumentar considerablemente (el doble) la capacidad de conducción del arroyo El Gato desde Av. 19 hasta la desembocadura2. Está claro que ninguna de estas obras se llevó a cabo.

Otro ejemplo de que Nación, Provincia y Municipio se ponen de acuerdo en tiempo récord cuando el interés de los capitalistas está en juego, es el de TecPlata. En 2009 se aprobó la instalación de esta terminal de contenedores en el puerto de La Plata, con una inversión de capitales filipinos por 205 millones de dólares, que el gobierno acompañó con la construcción del terraplén costero por 150 millones, la extensión de la autopista hasta Av. 60 por 125 millones y de la Av. 90, todas obras que le van a permitir a TecPlata obtener ganancias millonarias por el 25% del movimiento portuario del país (fueron 1.500 millones de dólares en 2008).
Se hizo desoyendo las críticas por el impacto que van a causar los 1500 camiones que circularán a diario sobre el ambiente, la infraestructura y viviendas.

Así es más fácil entender por qué no estamos ante un mero “desastre climático”: la inundación reciente produjo miles de evacuados, 52 muertos –oficialmente-, con más del 50% de la población damnificada y pérdidas materiales de miles de millones de pesos.

Además de las medidas a tomar para resarcir a los afectados de forma inmediata, es necesario llevar adelante un plan integral de planificación urbana que contemple la expropiación de las viviendas ociosas y suelo urbano vacío fruto de la especulación inmobiliaria, realizar obras de infraestructura hidráulica y vivienda digna planificadas en las facultades de Ingeniería y Arquitectura junto con profesionales y técnicos para todo el que necesite y bajo administración de los trabajadores y damnificados en base a impuestos progresivos a las grandes fortunas que la juntaron en pala en esta década a costa de las transformaciones del territorio, sumado al no pago de la deuda externa.

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