logo PTS

Comunicados de prensa

Todo al precio de uno

LA MEJOR DEFENSA FUE UN BUEN ATTAQUE

Prensa PTS

26 de septiembre 2004

Con el precio de la entrada se pudo pagar el sonido, la organización y la estadía de la banda en la ciudad, ya que los músicos decidieron no cobrar su habitual cachet por tocar. 
Estos son datos muy importantes. En un momento tan despitucado -para usar términos tábanos- como éste, en el que es muy poco lo que se hace por el otro, una banda de rock encumbrada en el cielo estelar del escenario nacional, escribe una canción a los obreros, los invita a las presentaciones en Buenos Aires y les regala un recital en su casa. 
En este momento tan despitucado, donde los proyectos de oposición hacen agua y se sumergen en la mediocridad de sus dirigentes, un grupo de obreros se paran dos pasos adelante del resto y muestra el verdadero camino insurgente, que no es otro que aquél que sirva para caminar al lado de su pueblo. 

Arranqueitor

Para no extenderme en la prehistoria de este evento, arranco desde el amanecer del miércoles 22 de setiembre. 
En la fábrica Zanon, el sol sale un poco antes que en el resto de la ciudad, toda una revelación que marca sin dudas un ápice más de la coherencia con que se desarrolla todo el proceso de gestión obrera. Pero bueno, no exageremos tanto: el sol sale antes, porque la fábrica está ubicada sobre la meseta norte de la ciudad de Neuquén, en uno de los lugares mas altos del Alto Valle de las dos provincias que sirven de entrada a la Patagonia, Rio Negro y Neuquén. Allí el Este se ve mejor y mas claro, el sol pide permiso a los obreros y luego riega de calor al valle. Pero le pide permiso a los obreros, eh. 
Así que, cuando la oscuridad reñía a brazo partido su territorio con la claridad del amanecer en el valle profundo, arriba los obreros ya partían a bordo de esos pequeños camioncitos de juguete que transportan los “palets”, esos cajones cuadrados que almacenan los cerámicos que ellos producen. Los ubicaron en una larga hilera que corría hasta el playón del fondo, resguardado del viento de la barda por sendas paredes al norte y al oeste. 
Con los “palets” armaron auténticas paredes de cerámicos que rodearon todo el perímetro del gran playón al aire libre y dieron calor a las diez mil personas que fueron llegando pronto a la fábrica. 
Los obreros de Zanon no son todos "revolucionarios de izquierda". Los más, son hombres y mujeres muy “comunes”, algunos ya bastante adultos, muchos arraigados a costumbres familiares, mas cerca de una chacarera que del matizado punk que ofrece ATTAQUE 77. Sin embargo, todos ellos entendieron por igual la importancia de este regalo y ahí estaban, como si reencarnaran el alma de Sid Vicious, Joe Strummer y Joey Ramone y las guitarras eléctricas fueran un elemento más de su trabajo cotidiano. 
Para ellos, la fábrica se convirtió en el gran proyecto de sus vidas, y con ellas lo van a defender. Parados sobre esas paredes de cerámicos, ofreciendo en cada imagen un símbolo, custodiaron sin la presencia de un solo efectivo policial, toda la seguridad de la jornada, con un éxito tan rotundo como obvio. 

A la hora señalada

El piberío fue llegando a la hora de la siesta y muy rápido se abrieron las puertas de la fábrica para que ingresen sin tener que aguantar la vela haciendo la cola. Otro acierto. Por la claridad para evitarles molestias a los pibes y de paso por ofrecerles la posibilidad de llenarse los ojos de la mística obrera, tan ausente de la conformación del famoso “universo ideal” de los adolescentes del despituque de estos días. 
Cuestión que, obreros que caminaban ultimando detalles, plomos haciendo lo propio desde arriba del escenario y muchachitos sorprendidos con cara de Ramón Díaz que miraban todo como por primera vez, que miraban todo por primera vez. Ese era el aspecto de la media tarde. 
De a poco el folclore de un recital de rock fue ganando espacio en el playón obrero. O sea, a todo lo de antes se le agregó ese particular olorcito que desprenden algunos cigarrillos que se fuman en esas circunstancias. 
La cerámica Zanon está ubicada en el Parque Industrial de la Ciudad de Neuquén, a siete kilómetros de ruta de ésta y a otros siete de otra localidad llamada Centenario. 
Por esa ruta caminaron miles de pibes sin plata para el transporte público de pasajeros, que sólo Dios sabe cómo hicieron para juntar los tres mangos del costo de la entrada. 
En la entrada, obreros, estudiantes secundarios y organizaciones de trabajadores desocupados, hacían el clásico vallado de seguridad y palpaban a los recién llegados, todos adoctrinados por un gargantudo que, megáfono en boca, repetía que no había policías en el lugar, que era un recital obrero, que estaba todo bien y que ni se les ocurra armar líos porque se pasaban de giles. Para entrar se debían pasar dos vallados de seguridad, aunque anunciaron que habría tres. 
El tercero llegó cuando la banda estalló en el escenario. Con el cantante y los músicos de ATTAQUE 77 como laderos, los recibió el secretario general del sindicato de ceramistas, Raúl Godoy. Para probar que todo estaba bien y que habían entrado los indicados gritó: “bueno, ya pasaron dos cacheos con éxito, ahora vamos por la tercera prueba, todos gritamos, `el que no salta es un botón`”, y la masa entró en calor pasando la prueba y dándole a la llave de arranque del recital. 
La banda sonó como de costumbre, honrando una larga trayectoria de más de diez años, con contundencia, sin grandes virtuosismos instrumentistas, con un sonido compacto y un volumen justo, a pesar de la intemperie fresquita y torreadora de Patagonia en sus primeros días primaverales. 
Los himnos se sucedieron uno detrás de otro y fueron coreados con el apoyo de rigor en estas circunstancias. 

Altos 70’s

El punto mas alto fue sin dudas la canción “setentistas”, incluída en su último disco “antihumano”, cuya letra evoca a los obreros de Zanón. 
En el único discurso el líder de la banda, Ciro Pertussi, calificó de héroes a los obreros de Zanon, hizó caer lágrimas a propios y extraños, logró que más de uno pongamos los pies sobre la tierra por primera vez sobre la magnitud del momento que vivíamos. 
Ciro dijo que ellos "venían a honrar el heroísmo de los obreros, que eran los auténticos herederos de lo mejor de las luchas de la década del setenta". La masa respondió con un aplauso conmovedor y el pequeño episodio se cerró con una versión im-pre-sio-nan-te (otro término de la tabanología más pura), cuyo primer emocionado fue el propio Ciro, de la canción "setentistas". 
“En Neuquén resiste Zanon” gritó Ciro, y encerró en ese grito una expresión de profunda esperanza y también de agradecimiento. La frase tembién quiere decir, “menos mal, gracias, en Neuquén resiste Zanon”. 
Todo terminó cerca de la medianoche, con una retirada a la altura de los acontecimientos. 
Jóvenes rockeros, padres desencajados y conmovidos, militantes de otras cepas que igual fueron para “apoyar” a los obreros, todos juntos saliendo tranquilos y muy apiñados por ese callejón heroico del ingreso a la fábrica, con los obreros parados sobre los “palets”, en los laterales, gritando a garganta pelá, “aquí están, éstos son, los obreros de zanon”. 
Son muy pocas las imágenes que se puedan obtener que igualen la emoción y la profundidad de todo lo sucedido el miércoles 22. 
Baste decir, desde este pobre juicio, que el símbolo ofrecido a los pibes de la patagonia fue único. Ellos fueron a un lugar a celebrar la primavera en donde se honró el trabajo como fuente de felicidad, esperanza, dignidad, tranquilidad económica y sanidad mental. 
No hay, por estos días, otro lugar en donde se muestre todo eso junto, por el mismo precio y que sea real. 
No es poco por estos días que corren, no señor.

Prensa

Virginia Rom 113103-4422

Elizabeth Lallana 113674-7357

Marcela Soler115470-9292

Temas relacionados: