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Mundo Obrero

Kraft: las mujeres del Turno Mañana

En la superficie amplia se extienden las líneas de producción. Ritmo continuo de manos que la monotonía vuelve imperceptible. Crujidos de máquinas y mutismo.

Hernán Aragón

7 de julio 2011

En la superficie amplia se extienden las líneas de producción. Ritmo continuo de manos que la monotonía vuelve imperceptible. Crujidos de máquinas y mutismo.

Estamos en el turno mañana de Kraft. Aquí trabajan poco menos de mil obreras, las más castigadas y peor pagas de la fábrica. En este turno también se concentra la mayor presencia de personal jerárquico. Un estado de presión constante y un contraste patente que las obreras fueron masticando en silencio.

A veces un descontento ligero que se disipaba frente a la presencia de las líderes. Sin embargo, la patronal no advirtió que ese turno “obediente” iba amasando su conciencia en cada atropello, en cada hora extra negada, en cada categoría no reconocida.

Al comienzo de la paritaria, el turno mañana continuó con su rutina. Parecía no responder. Pero cuando finalmente se conoció que el aumento estaba por debajo de lo que pedían los trabajadores, las obreras del turno mañana convirtieron el malhumor en acción y se transformaron en la vanguardia de la fábrica. 

El odio contra la burocracia aparece por todas partes. Se corre el rumor que “la del sindicato” está encerrada en el baño porque se niega dar la cara. Un grupo de mujeres, que nunca fueron activistas, corren a buscarla, la llevan al comedor y ésta es increpada por todas.

Las asambleas y el turno mañana parecían no ser compatibles. Realizadas en el horario del comedor, la mayoría aprovechaba esa excusa para no participar, y las que sí lo hacían ni siquiera se atrevían a levantar la mano para votar. A decir verdad, no todo era responsabilidad de las trabajadoras. Antes de la interna actual, las asambleas habían sido solo un simulacro donde la única voz que se escuchaba era la arenga de los delegados. Con la interna clasista esta situación se fue revirtiendo, pero en el turno mañana los resultados no habían sido muy satisfactorios hasta el momento.

Ahora son las obreras las que acuden a las asambleas antes de la llegada de los delegados. Quieren hacerse oír porque sus voces se volvieron nítidas.

 
Ejerciendo la democracia obrera.

El turno noche votaba un paro 4 horas junto con la Interna. Sorpresivamente el turno mañana proponía que sea de 8. Nace un respeto entre ambos turnos. Las obreras de la mañana comprenden que no solo empiezan a marcar el ritmo de la lucha, sino que también están ayudando a consolidar la unidad de la fábrica. Y esta unidad es la que van a proteger.

Los días de paro continúan y la empresa no baja con ninguna propuesta. Es sabido que los días serán descontados. El sector de Chocolate lleva una propuesta a una nueva asamblea: propone levantar el paro, pero no lo hace por temor ni cansancio, sino porque quiere evitar el desgaste. Lo hace proponiendo otras medidas que afecten a la empresa, como trabajo a reglamento, paros sorpresivos y quite de colaboración.

El sector Chocolate también plantea que se someterá a lo que resuelva la mayoría. Finalmente se vota continuar con el paro. Nunca antes el turno mañana había ejercido la democracia obrera con tanta claridad y convencimiento. Estas trabajadoras hicieron una experiencia con el método de las asambleas legítimas, que la interna clasista impulsó desde un principio y del cual poco a poco se fuer apropiando el conjunto de la fábrica.

Se estaba frente a un hecho nuevo, de magnitud, que los trabajadores y la interna vieron con claridad pero que la patronal no llegó a leer en el momento propicio. Por eso el error que cometería luego.

 
La gerente se confunde

Como Chocolate había propuesto levantar el paro, la empresa entiende que las cosas están volviendo a la “normalidad”. Entonces manda a una gerente a tantear el panorama. Ésta se acerca a una obrera y le pregunta:
– “qué quieren ustedes para levantar”.

– Nosotros ya decidimos -responde la trabajadora- , es Mostaza (gerente de alto rango) quien tiene que venir con una propuesta.

Al rato aparece Mostaza con la gerente, confiados que las obreras van a agachar la cabeza ante la autoridad. Pero el sector Chocolate ya había avisado a los de Envasamiento y a los otros sectores. De repente todo el turno mañana comienza a convocarse en el mítico quincho de Kraft y la cara de los jerárquicos se va desfigurando.

Un trabajador, que nunca se caracterizó por ser activo, se dirige a Mostaza: “ustedes nos dicen que somos una gran familia, incluso nos llaman por nuestros sobrenombres. Pero cuando le pedimos un mango más ya no pertenecemos más a la familia Kraft”. Todos ovacionan.
 
Las obreras perdieron el miedo. Una de ellas se cruza de brazos y dice: “el problema entre ustedes y nosotros es que no tenemos los mismos tiempos. Ustedes pueden pagar la educación y la salud de sus hijos con plata que le generamos nosotros. Nosotros queremos saber si le vamos a poder dar de comer a nuestros hijos”. Aplausos ensordecedores de bronca. Cada vez que habla un trabajador, el quincho parece un estadio.

 
Somos más inteligentes que ustedes

La empresa termina haciendo una propuesta (ver LVO 433) y las asambleas votan levantar el paro, pero manteniendo el quite de colaboración.

Esa misma mañana las trabajadoras se enteran que Kraft otorgó una bonificación a los sectores que no habían parado. “Cómo se sienten”, pregunta la líder a una de las obreras. Su respuesta es contundente:

“¿Ustedes creen que porque le dieron un bono de $150 de proveeduría van a lograr que nosotros reaccionemos mal? La empresa nos está provocando para que paremos, pero no lo van a lograr porque nosotros somos mas inteligentes que ustedes”.

Las obreras del turno mañana están haciendo un gran aprendizaje, tanto en sus acciones como en la maduración de las conclusiones sacadas.
Como nunca antes había sucedido, las obreras garantizaron a rajatabla el trabajo a reglamento. Cuando una líder apretaba a una línea, todas estuvieron expectantes y no dudaron en enfrentarla. La solidaridad creció entre ellas y los lazos con la Comisión Interna se solidificaron.

Convertidas en activistas, algunas de ellas se sumaron a la propuesta de la Interna y se anotaron como veedores para participar de las reuniones con la jefatura.

El conflicto sigue abierto. Pero ahora Kraft sabe que, además de lidiar con una Interna clasista, también deberá hacerlo con las combativas mujeres del turno mañana.

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