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A 90 años de la Revolución Rusa

EL ORIGEN DEL BONAPARTISMO RUSO

Kerensky árbitro de la revolución y la contrarrevolución

Toda revolución significa un viraje brusco en la vida de enormes masas del pueblo. Si la situación no está madura para ese viraje no puede producirse una verdadera revolución. Y así como cualquier viraje en la vida de un individuo le enseña mucho y le trae ricas experiencias y grandes emociones, la revolución ofrece a todo un pueblo, en poco tiempo, muy ricas y valiosas enseñanzas

Comisión del IPS

26 de julio 2007

Toda revolución significa un viraje brusco en la vida de enormes masas del pueblo. Si la situación no está madura para ese viraje no puede producirse una verdadera revolución. Y así como cualquier viraje en la vida de un individuo le enseña mucho y le trae ricas experiencias y grandes emociones, la revolución ofrece a todo un pueblo, en poco tiempo, muy ricas y valiosas enseñanzas”1. Lenin indicaba así cuánto estaba enseñando a las masas revolucionarias la experiencia de la derrota de las jornadas de julio y el inicio de la reacción burguesa.
La revolución se desplegaba a través de choques intensos entre las clases en pugna. Esos choques desarrollados en el escenario concreto de la lucha, dejaban como resultado relaciones de fuerzas determinadas. Luego de las jornadas de julio, estas relaciones se inclinaban claramente contra de las masas. Sin embargo, los choques entre las clases eran la consecuencia de la indefinición de la revolución de febrero, y el resultado de las jornadas de julio no era aún una derrota definitiva. Sin embargo, había que analizar hasta qué punto la situación había girado hacia la derecha y fortalecido a la reacción burguesa.

El nuevo gobierno surgido luego de tres semanas de crisis durante el mes de julio, a diferencia de aquel originado en la crisis de mayo, se basaba en una nueva situación entre las fuerzas en pugna. La acción del Comité Ejecutivo (CE) del Soviet, encubriendo e impulsando la represión contra los manifestantes de junio, había hecho retroceder las simpatías y confianza que las masas de la nación habían depositado en él. Pero la incapacidad de la burguesía y su partido liberal de asestar un golpe certero para hacerse del poder y derrotar la revolución es resuelta mediante el recuso de un Bonaparte versión rusa: Kerensky. Este se erige en árbitro circunstancial de la situación. El CE del Soviet vota otorgar plenos poderes a Kerensky y la burguesía se esconde tras él para preparar una solución de fuerza más efectiva. Dice Trotsky: “Siendo abandonados por los políticos que temen por todo, los Soviets no se atrevieron a asumir el poder. Los representantes de todas las camarillas de propietarios, el partido Cadete, aún no podían asumir el poder. Lo que necesitaban era un gran conciliador, un mediador, un árbitro imparcial.”2. El bonapartismo se asienta sobre el retroceso de los soviets, producto de la política de los conciliadores y la situación de la burguesía. Para poder comprender la nueva situación debemos analizar cómo se desarrolló la revolución hasta llegar a este punto, y así comprender cuál era el rol y el contenido social del bonapartismo kerenskysta.

Cinco meses de revolución

Durante los primeros dos meses de la revolución, aunque el gobierno provisional estaba compuesto únicamente por el partido de la burguesía (con los cadetes Miliukov3 y Guchkov), el poder real se aglutinaba alrededor de los soviets. Los soviets, dirigidos por los mencheviques y los socialistas revolucionarios, buscaban apoyar al gobierno burgués y colaborar con él. Dice Lenin: “Esta política de conciliación con la burguesía, llevada a cabo por los partidos eserista y menchevique que gozaban de la confianza de la mayoría del pueblo, es el contenido principal de todo el curso de desarrollo de la revolución durante los cinco meses trascurridos desde su comienzo”4.

La burguesía en el gobierno se las arreglaba para impedir que la revolución avance. La convocatoria ineludible a la Asamblea Constituyente que reclamaba el pueblo fue escamoteada. Mientras tanto, las clases propietarias recuperaban fuerzas y trataban subrepticiamente de restablecer los tratados secretos del zarismo para reanudar la guerra momentáneamente interrumpida. Se organizaban las fuerzas reaccionarias, la oficialidad y los generales del ejército volvían a sus puestos, los sectores industriales y terratenientes enfrentaban los reclamos de las masas. Sin demora las masas también avanzaban en su organización dentro de los soviets y comprendían que la única forma de hacer cumplir sus demandas era luchando.

Una tras otra las crisis se fueron sucediendo. En mayo surge el gobierno de coalición entre los representantes del soviet y el partido burgués en respuesta de las manifestaciones de abril. El objetivo para la burguesía, luego del fracaso de Miliukov, era hacer pasar su programa guerrerista a través de la pantalla de los conciliadores: “Allí donde ningún ministro burgués podía presentarse ante los obreros revolucionarios o ante los soviets defendiendo al gobierno se presentaba (mejor dicho, era enviado por la burguesía) un ministro socialista”. Para Lenin esta era una práctica frecuente entre los socialistas de Europa, así decía: “En los países en que la libertad y la democracia coexisten desde hace mucho tiempo con un movimiento obrero revolucionario, en Inglaterra y Francia, los capitalistas han recurrido a este método repetidas veces y con gran éxito. Los jefes ‘socialistas’ que entran en un ministerio burgués resultan siempre figurones, títeres, biombos de los capitalistas, instrumentos para engañar a los obreros”5. Tseretelli6 fue aprovechado para apagar los fuegos de Kronstadt, Chernov7 distraía a las masas campesinas, Kerensky con su popularidad intentaba convencer a las “tropas revolucionarias” de reanudar la guerra y de cumplir los tratados convenidos con el imperialismo ingles y francés, y así sucesivamente. Trotsky describe este juego de escondites de los socialistas que llevaba a la confusión y la impotencia: “Bajo el nombre de ‘doble poder’ existió una lucha entre tendencias de clase irreconciliables; la república imperialista y la democracia de los obreros. Mientras las cuestiones de la lucha permanecían sin resolverse, paralizaban la revolución e inevitablemente producían los síntomas de ‘anarquía’”8.

La derrota de junio y el bonapartismo

Mientras tanto la burguesía se fortalecía y consolidaba su posición. Preparaba la ofensiva contra “el enemigo exterior y contra el enemigo interno, es decir, contra los obreros revolucionarios”9. En el Soviet la situación era su reflejo opuesto. Los bolcheviques avanzaban en su influencia y las masas tomaban sus consignas. La crisis de junio mostraba el triunfo de la influencia de la vanguardia revolucionaria que puso en guardia a la burguesía lanzando el 19 de junio la ofensiva militar en el frente. La ofensiva significó reanudar la guerra en beneficio de los capitalistas y contra la voluntad de los obreros, soldados y campesinos. Además implicó el traspaso del mando a los generales y el empleo de la violencia sobre los soldamos. Por último ató con “cadenas” a los conciliadores como siervos al carro de la burguesía. Los manchó de fango y sangre.

La indignación de las masas no se hizo esperar, y aunque no “se encontraban maduras” para este viraje, el descontento dio origen a las jornadas de julio. Para responder contra la amenaza que empuñaron las masas, los conciliadores dieron su consentimiento a todas las medidas de la reacción. Se llamó a las tropas para reprimir sobre Petrogrado, se desarmó a los obreros y a los soldados, se arrestó a los bolcheviques y a la vanguardia revolucionaria. El rol de los conciliadores desde el CE del Soviet había debilitado su propio poder. Al desarmar a las masas se entregaban sin reparos a la burguesía. Esta situación y la concesión de plenos poderes a Kerensky minó las bases del “doble poder”. Así colaboraron con el nacimiento del bonapartismo. Dice Lenin: “Poco a poco fueron cayendo cada vez más abajo. Una vez que pusieron el pie en la pendiente de la conciliación con la burguesía, los eseristas y mencheviques fueron deslizándose irremisiblemente hasta el fondo.(…) El 3 de julio accedieron a que se llamasen tropas reaccionarias: era el comienzo de la entrega completa del poder a los bonapartistas”10.

El poder en manos de un solo hombre

Una vez dispersada la manifestación de julio, los conciliadores buscaban reconstruir su amistad con la burguesía y atenuar la hostilidad de las masas. Un nuevo gobierno fue presidido por los conciliadores: “los ministros socialistas tomaron el poder con el sólo fin de devolverlo a los ministros capitalistas”11. A renglón siguiente el gobierno de conjunto dimitió y entregó sus carteras a Kerensky. El partido Cadete lanzó un ultimátum, apoyarían a Kerensky sólo si éste admitía “responsabilidad de los miembros del gobierno exclusivamente ante su propia conciencia” (y no al soviet y toda esa fraseología del “doble poder”, el pueblo o la democracia revolucionaria), “unión completa con los Aliados, restauración de la disciplina en el Ejército, ninguna reforma social antes de la Asamblea Constituyente”. El objetivo central era eliminar la influencia de los soviets sobre el gobierno y terminar con el régimen de doble poder. El Comité Ejecutivo del Soviet, luego del ultimátum de la burguesía, ratifica su resolución de otorgar atribuciones ilimitadas al gobierno, dándole así plena independencia respecto del Soviet. Dice Trotsky: “Si Kerensky era la última palabra de la hegemonía impotente del Soviet, era ahora necesario para él elevarse como la primera palabra de la liberación de esa hegemonía. Por ahora, tomaremos a Kerensky, pero sólo bajo la condición de que corte el cordón umbilical que lo conectaba con el Soviet- ese fue el ultimátum de la burguesía”12.
Kerensky respondió a esta exigencia con una capitulación que no fue suficiente para los cadetes. Se convoca a una conferencia con los generales. Estos señores que aparecían en escena cuando las masas retrocedían opinaban que el fracaso militar se debía al desarrollo de los comités en el ejército, y por lo tanto, era necesario restituir el poder a los oficiales y eliminar la organización de los soldados aparte de restablecer la pena de muerte. Kornilov es nombrado Comandante. Así “En todos lados el staff de generales contrarrevolucionarios está suplantando a los comités del ejército, está haciendo un uso muy general de sus poderes mientras se toma represalias contra las masas, y en este camino está socavando la autoridad de la organización de los soldados y preparando su perdición”13.

Ante el ultimátum de los generales y su rechazo por parte de los socialistas revolucionarios y mencheviques, Kerensky, en una maniobra política, dimite. Ambos, conciliadores y cadetes, retroceden cediendo a Kerensky la facultad de formar su propia coalición. Tras semanas de crisis surge un nuevo gobierno, compuesto en mayoría por ministros socialistas que eran, más que nunca, la sombra de los liberales y de la camarilla militar que se levantaba tras el Bonaparte. Las atribuciones reales del poder se concentran en manos de las clases propietarias, del staff de generales, de los industriales, bancarios y liberales. Otra parte del poder continuaba en manos de los soviets, pero ya no eran los mismos, en realidad, ahora el poder dual se había trasladado al gobierno. Ya no era la colaboración entre las instituciones de las masas y la burguesía sino la colaboración, la dualidad de poderes, de dos camarillas gubernamentales. Aquella representada por los conciliadores personificados en la figura de Kerensky y aquella de la camarilla militar-burguesa que tras Kornilov preparaban un golpe de fuerza. Ambos bandos se temían y al mismo tiempo se necesitaban.

El carácter del bonapartismo ruso

De esas dos camarillas, “El semicadete y semisocialrevolucionario Kerensky no era, en el Gobierno, el representante de los Soviets, como Tseretelli o Chernov, sino el lazo que unía a la burguesía y la democracia”14. En la figura de Kerensky se concentraba la formación del nuevo gobierno. La ofensiva en el frente, dirigida por Kerensky, había elevado su reputación con las clases propietarias, pero minaba profundamente su popularidad entre las masas. El fracaso de la misma fue su propio fracaso, y su compromiso con ambos bandos hacía irreemplazable su función.

De la otra camarilla, del ala militar burguesa, surge la figura de Kornilov. General monárquico antes de la revolución, transformado en republicano después de febrero, en abril junto a Miliukov intenta atacar a la revolución, se enfrenta al gobierno y debe presentar su dimisión. Su buena fama entre las clases poseedoras se nutre de fusilamientos en el frente, ataques a los campesinos que ocupan tierras, formación de batallones de choque, entre otros ejemplares servicios a la nación. Desde aquí va a aglutinar a las fuerzas reaccionarias que intentan organizar un golpe de fuerza contra la revolución.

Trotsky explicaba que todo desarrollo de un régimen basado en la dualidad de poderes encierra potencial o abiertamente la guerra civil. Luego de las jornadas, todos deseaban un poder fuerte y unánime. Las atribuciones extraordinarias sobre el gobierno de Kerensky tenían ese objetivo, es decir colocar un árbitro por encima de las masas y la burguesía, que se paralizaban mutuamente. El poder basado en el choque de dos fuerzas simétricas era un poder débil, estaba parado sobre un volcán en erupción.

La definición del gobierno como bonapartista era extraída de los acontecimientos suscitados durante la revolución francesa. La revolución en el siglo XVIII no podía resolver aún la lucha entre el proletariado y la burguesía, el surgimiento del gobierno de Napoleón tuvo como función erigirse en árbitro de las clases, pero para lograr una cierta estabilidad debía asentarse sobre bases sociales sólidas, sobre el cumplimiento de algunas tareas de la revolución. Napoleón, en su rol de juez nacional, garantizó los beneficios a la burguesía, dio la tierra a los campesinos, y con el pillaje de la guerra otorgó una situación privilegiada a los miembros del ejército, de allí el establecimiento de su poder.
En Rusia la revolución no había cumplido ninguna de las tareas por las cuales las masas habían derramado su sangre para derrocar al zarismo. Las demandas de libertad, paz, pan y tierra, se habían vuelto en su contrario: “En vez de la libertad, retorna la vieja tiranía. Se implanta la pena de muerte para los soldados en el frente. Los campesinos que se apoderan por propia iniciativa de las tierras de los terratenientes son llevados ante los tribunales. Las imprentas de los periódicos obreros son asaltadas.”15. La consigna de paz fue suplantada por la ofensiva sobre los alemanes, la guerra se reanuda sobre los mismos tratados secretos concertados por el ex zar con los capitalistas ingleses y franceses. La reforma agraria era saboteada por la burguesía y por presión de los terratenientes y la iglesia. En este afán, el gobierno entregaba a los tribunales a los campesinos que ocupaban las tierras. La Asamblea Constituyente se postergaba día tras día.

El kerenskismo se elevó por encima de las clases, pero para cumplir y llevar adelante el programa de los liberales. Así continuó la guerra imperialista, defendió la propiedad de los terratenientes, aplazó todas las reformas sociales. Era el régimen inevitable para la dominación burguesa en esa situación. Mientras los liberales, los generales y todas las clases poseedoras apoyaban a Kerensky, iban preparando las fuerzas de la contrarrevolución para derribarlo, pero esto lo veremos en los capítulos siguientes.

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