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MOVIMIENTO OBRERO

Fernando Aiziczon y Hernán Camarero

Intelectuales de la Asamblea en apoyo al FIT junto a la Marrón

Publicamos un intercambio de mails producido en la Asamblea de
Intelectuales en apoyo al FIT entre Fernando Aiziczon y Hernán Camarero

PTS

6 de septiembre 2012

Publicamos un intercambio de mails producido en la Asamblea de
Intelectuales en apoyo al FIT


“Obreros de Zanón”… ¡Pedazo de lucha! No conozco experiencia más de izquierda que esta. ¿Dónde vieron, en qué sindicato, que el dirigente luego de cumplir su mandato vuelva a su puesto de trabajo?, ¿conocen muchos sindicatos donde el estatuto permita la representación de las minorías, hable de clasismo, se oriente y base su práctica en la lucha de clases, conservando su plena independencia del Estado y sus instituciones, del gobierno y todas las organizaciones patronales?

Sería interesante abrir un intercambio en torno a las elecciones en Zanón. No sólo porque involucra de lleno a dos fuerzas del FIT (PTS e IS) más un aliado de lujo: la Lista Marrón de los ceramistas, sino también porque pone sobre la mesa qué estrategia está en juego en los armados de alianzas, en la delimitación de un competidor o rival electoral (o el enemigo a secas), en cómo se piensa la intervención de la izquierda en el movimiento obrero, y en las posibilidades concretas que el FIT tiene de avanzar en acuerdos hacia la conformación de una fuerza mayor en base, por supuesto, a la clarificación de diferencias tácticas y estratégicas.

Otros compañeros vienen aportando en el sentido de nombrar cronológicamente cada obstáculo vencido por la Marrón, esos datos son reales y no conviene leerlos “por arribita”: desde antes de 1998 la Marrón encaró una lucha sin cuartel contra la burocracia sindical, luego contra la patronal escandalosamente entrelazada con el MPN (Mov. Popular Neuquino, ayer menemista, hoy kirchnerista, ayer Sobisch, hoy Sapag), contra una policía matona y descontrolada frente a la cual armó una antológica “autodefensa obrera”, contra patotas y barrabravas que hostigaban el portón de la fábrica durante años, etc. Al tiempo que todo esto ocurría, los obreros/as se daban aliento para producir, organizarse, realizar elecciones, y repartirse solidariamente en cada conflicto incluso por fuera de Neuquén. Entre recitales multitudinarios y visitas de activistas boquiabiertos por lo que presenciaban, Zanón (o Fasinpat) donaba materiales a escuelas y hospitales, planificaba una escuela secundaria que hoy funciona a pleno adentro de la fábrica y reformaba sus estatutos inscribiéndolos en la historia de ese clasismo que quedó trunco en los ‘60-‘70s.

Los ceramistas desarrollaron también, ya iniciado el control obrero (año 2002) una solidaridad con y desde la comunidad que es la envidia de todo el sindicalismo neuquino, reconocida por sus personajes más notorios. Ustedes saben que Neuquén tiene sindicatos de vanguardia, y dentro de esa vanguardia los ceramistas se abrieron paso y se hicieron de un lugar nada menos que frente a ATE y ATEN -las vedettes de la resistencia al neoliberalismo- y a la par de una historia reciente llena de puebladas (Senillosa en 1994, Cutral Có y Plaza Huincul en 1996-7) y de fenómenos como la UOCRA de fines de los ’80, la Coordinadora de Desocupados del ’95, o la resistencia del pueblo mapuce. Es en ese territorio donde Zanón talló su impronta y donde la Marrón se abrió camino ganándose un respeto enorme.

Luego vinieron las alianzas con el MTD, la comunidad mapuce, el impulso a la Coordinadora Regional del Alto Valle de Río Negro y Neuquén, el periódico Nuestra Lucha, el poner el cuerpo en las rutas junto a ATEN (de allí la captura de la imagen del asesinato de Fuentealba), o la incorporación de nuevos y jóvenes obreros/as y de militantes de otras corrientes de izquierda a la fábrica (otro aspecto inédito y poco subrayado) que fueron dando prestigio a la democracia sindical ceramista, esa que se practica rotando los cargos, volviendo a la línea de producción (así ya lo hicieron sus dirigentes: Godoy, López, y ahora Villablanca), y decidiendo todo en “asamblea”: esa palabra la entrecomillo porque curiosamente era desconocida por los obreros, y fue “enseñada” por la izquierda, presente en la conformación de la Marrón.

No es casual que Zanón sea el faro al que miran todas las fábricas recuperadas, sin excepción. Estas fábricas, ustedes lo pueden comprobar charlando con sus obreros/as, miran con una extraña nostalgia a Zanón, algo así como lo que quisieron y no pudieron ser…Zanón es producción y política, las “dos patas” como dicen los obreros, inseparables la una de la otra.

Y todo esto pasó en 14 años, y no en 8 como leí por ahí. Y son 14 años inéditos en donde la izquierda trotskista pudo avanzar con un sector de independientes manteniendo la lucha firme, como pocas veces puede encontrarse en la historia. Y además, lo hizo en un clima de absoluta hostilidad hacia la forma partido (“de izquierda”, es válido aclararlo) en un contexto donde lo que crecía “por izquierda” es lo que hoy conocemos como izquierda independiente... Por eso, se equivocan aquellos que confunden la Marrón con el PTS, o mejor dicho, si hay confusión, en este caso es porque hay una sana influencia recíproca, y de eso hay que sacar conclusiones, y para no quedarse cortos, habría que incorporar a esas conclusiones el enorme hecho de que uno de los obreros de Zanón, histórico dirigente independiente (Alejandro López), es actualmente diputado por el FIT (recordemos: FIT= PTS, PO, IS, Lista Marrón). Confundir adrede la Marrón con el PTS es además una falta de respeto o simplemente ignorancia frente a figuras como López o Villablanca, cuadros formados en la Marrón. Por lo demás, el liderazgo y el carisma de Raúl Godoy (PTS) es indiscutible, igual que el rol del CeProDh a través de Mariano Pedredo y el trágicamente fallecido Leopoldo Denaday, abogados del SOECN.

Cualquier reseña queda muy corta, y para ser medianamente fieles no se puede menos que poner sobre la mesa estas cosas. Porque desde que existe esta experiencia, “curiosamente” -ustedes lo saben bien- miles y miles de activistas de todo el mundo (sí, sí, no hay que escandalizarse por la exageración) volvieron a simpatizar con esta cosa loca del “control obrero”, del clasismo, del socialismo. Incluso nuestros colegas, esos que son tan afectos a dudar hasta el último renglón de la real (y “benéfica”, si hace falta usamos acá también comillas) incidencia de la izquierda tuvieron que abstenerse de rechazar semejante golpe de realidad: sí, che’, se preguntan 14 años después: “¿en Zanón están los troscos, no?”, o lanzan una afirmación patética: “claaaro, pero es Zanón”. Y sí… ¡es Zanón!

Este relato apretado y a los tumbos no debe tomarse como una reivindicación cerrada, todo lo contrario. Lo expongo porque conozco esta lucha, la viví, estudié y publiqué (“Zanón, una experiencia de lucha obrera”, Ed. Herramienta, 2009) y porque es el “contexto” de la discusión abierta por las elecciones en Zanón. Contexto que ni asoma en lo que pude leer de las propuestas de la oposición a la Marrón. Todos sabemos (o podemos intuir) qué puede significar una lista sindical “histórica” en el mejor de los sentidos: suele ser una pequeña escuela de activismo, un reservorio de línea política, un espacio donde guarecerse en tiempos de retroceso. Las oposiciones a esas listas, cuando no queda muy claro lo que dicen, más bien inspiran desconfianza.

La Marrón es “histórica” porque encarna los valores de esta lucha y es lógico que sostenga un planteo ligado a esa historia, pero, a la inversa, me cuesta ver por dónde pasa el eje o “programa” de la Lista Obrero Gris: ¿solo es un tirón de orejas en base a la falta de “honestidad”(¿?), ¿un llamado ambiguo al “involucramiento”?, ¿a sancionar la “corrupción” (¿?), ¿una propuesta de un predio para actividades sociales en la localidad de Centenario?, o peor, ¿se trata simplemente de “ratificar el carácter del sindicato ceramista como anti-patronal, anti -burocrático, combativo, solidario e independiente de los gobiernos nacional y provincial anti obreros”? (la cita es de los 10 puntos de lanzamiento de la lista Obrero Gris). Y para serles más sincero: no me cierra nada que dentro de la lista opositora haya militantes de nada menos que La Cámpora o de lo que llamamos, con suave ironía, la “izquierda sojera”… ¿hacia qué lugar apunta esa estrategia si es opuesta a todo lo que les vengo contando?
No es nuevo esto de que la izquierda espere que la izquierda meta la pata: ocurría en los albores de esta experiencia. No es nuevo que obreros dejen la fábrica y la cambien por un horizonte económico superador. Tampoco es novedad que exista oposición larvada o emergente a la Marrón, de hecho, allá por el 2003/4 recuerdo que se juntaron 200 firmas para que “se dejen de joder con política” en la fábrica…

Cientos de obreros/as ceramistas votan al MPN, o lo hicieron con Néstor, Cristina, y Jorge Sapag. Zanón es una fábrica que soporta como ninguna las presiones brutales del mundo burgués y, hay que decirlo, las imprecisiones de la izquierda también. Una izquierda que no logra distinguir a quién o a qué se está oponiendo. Porque en un contexto de ahogo financiero y de falta de respuestas gubernamentales es lógico que se refuerce un clima negativo en su interior y que de rebote se refuercen tendencias conservadoras o reaccionarias, siempre existentes, y que son las que se oponen a acompañar a otras luchas, las luchas donde están los “zurdos”. Asentarse y aprovecharse de esas tendencias es poco menos que lamentable.

En Zanón debe y tiene que existir una oposición, nadie lo duda. Lo mejor que podría hacer la izquierda en estos casos es competir entre sí para llevar a los obreros justamente hacia la izquierda, clarificando contenidos, argumentos, dando lugar a la “lucha de tendencias” que, según se proclama aquí y allá, es sana porque expresa sensibilidades y preferencias obreras, y porque además actúa como “correctiva” de eventuales distorsiones en el camino hacia la radicalización política.

Ahora bien, no deberíamos creer que la lucha de tendencias se da “en el aire”, en forma pura y libre del corporativismo y sindicalismo rampantes hoy en día. Ni mucho menos si el contexto político precisamente no avanza hacia una radicalización del movimiento obrero, que lucha, pero que todavía lejos está de generar una tendencia de izquierda fuerte. Hay pequeños bastiones como el emergente sindicalismo de base. Pero, insisto, no debemos ser ingenuos: si la democracia burguesa se nos presenta como el mercado de las elecciones libres donde cada “ciudadano” elige a su candidato y así ayuda a fortalecer a la democracia, no necesariamente ocurre lo mismo en el territorio neurálgico de la lucha de clases: la fábrica. Y Zanón no es cualquier fábrica…Por lo mismo, una oposición en Zanón no es una oposición cualquiera.

Dijo Claudio C., y lo comparto: “…nadie está planteando que se deba impedir la conformación de listas opositoras. La discusión es: existiendo, sí, ese derecho democrático, el hecho es no obstante que en política uno no hace algo solamente porque puede hacerlo”.

En efecto, ¿¿qué estrategia es esa que promociona una alianza con el PCR y la Cámpora en contra de la Marrón (que es parte del FIT), y en Zanón??
¿Cuál es la alternativa a una política de independencia de clase y a la coordinación de las luchas obreras? Las únicas que se me ocurren, de la mano del PCR y La Cámpora, es el corporativismo, el cooperativismo, los frentes con sectores patronales…en fin.

Está claro que acá los que tienen la última palabra son finalmente los ceramistas. Eso es inapelable. Y lo que nosotros como colectivo, asamblea o lo que fuere podemos aportar es al menos debatir sobre cómo la izquierda nucleada en el FIT juega su rol en una experiencia tan emblemática como Zanón.

Fraternalmente

Fernando Aiziczon


En efecto, lo que escribe el compañero Aiziczon es muy importante, con la autoridad que le da, además, el hecho de conocer el paño y de haber escrito el libro sobre el tema.

En los últimos años estuve en dos oportunidades en Neuquén, en la propia fábrica Zanón y en el sindicato ceramista, participando de iniciativas promovidas por la Marrón, es decir, por la vanguardia clasista, democrática y combativa del gremio. Me invitaron, como historiador e intelectual, a reflexionar junto a centenares de trabajadores sobre la historia, el presente y las perspectivas del movimiento obrero. Tuvo el honor y hasta diría la alegría de charlar con decenas de obreras y obreros en la fábrica bajo su control e intercambié experiencias y debates con muchos de sus activistas y sus dirigentes, como López, Villablanca y Godoy, muchas veces, cuando estaban laburando al lado de las máquinas... La experiencia de Zanón y el SOECN es un jalón en la historia del clasismo dentro del movimiento obrero y la experiencia de la propia lista Marrón la sintetiza. Por otra parte, siempre pensé que se trataba de un ejemplo de lo alcanzado por la izquierda y por el propio FIT. Existe todo el derecho, claro, a debatir, polemizar, tener diferencias tácticas o estratégicas (eso es parte de la democracia obrera), pero llamar a votar contra la histórica lista clasista de este modo, con los “argumentos” expuestos y los aliados exhibidos, me parece una gran necedad, contrapuesta a las necesidades y desafíos de la propia base ceramista y de la izquierda revolucionaria. Con todo respeto, creo que la actitud de los compañeros de IS significa un profundo error.

Abrazos frentistas.

Hernán Camarero (Historiador-UBA)

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