La “cadena patronal” transmitía su imagen una y otra vez. Por eso no sorprendió cuando la Presidenta lo nombró al final del discurso, en el Día de la Industria. El hombre de fino traje y pelo engominado, le agradeció con una sonrisa.
Él había organizado, días antes, la caravana de “los empresarios nacionales” al Mausoleo de Néstor Kirchner, en Río Gallegos. Ella le devolvió la gentileza ubicándolo en la mesa principal, con “el Vasco” De Mendiguren y los ministros más “pingüinos”.
Homenaje con homenaje se paga.
Osvaldo Cornide, el hombre celebrado por la Presidenta, supo ocupar otras mesas y encabezar otros homenajes. Como aquel 25 de marzo de 1977, cuando firmó como dirigente de la Unión Comercial Argentina una solicitada: “deseamos destacar los importantes logros del Gobierno Militar en el plano de la acción antisubversiva y el reestablecimiento de la moral pública, el orden y la seguridad” (La Prensa). Eran épocas en que los empresarios festejaban su día el 16 de febrero, recordando el lock-out que había convocado al golpe.
Cornide había sido parte del paro patronal. Y de aquellos sentidos homenajes.
Los hechos (pasados y presentes) hablan de la tradición de una burguesía capaz de discutir cuál es la mejor envoltura del capital, siempre y cuando resguarde sus intereses. Si estos se ven amenazados volverán a batir aquel mismo libreto, con su lenguaje de guerra.
Mientras, agradecen con sonrisas los nuevos negocios y la impunidad por los crímenes pasados.
Será porque tienen una silla en el banquete “nacional y popular”.