El 11 de septiembre de 1973, las Fuerzas Armadas chilenas comandadas por Augusto Pinochet bombardeaban el Palacio de la Moneda y tomaban por asalto las principales dependencias del poder estatal, así como las fábricas, barrios populares y centros de estudio. Hizo falta este sangriento golpe, organizado por la patronal chilena junto a la embajada norteamericana y las Fuerzas Armadas, para cortar el proceso revolucionario más profundo dentro del gran ascenso obrero y popular de los 70 en el Cono Sur.