Experiencias…
La población de Gualeguaychú ha forjado en la lucha una práctica de organización que bien puede compararse a las asambleas populares que cobraron vida luego de las jornadas revolucionarias del 2001. Y junto con ello, han hecho una experiencia que abonó el profundo descreimiento que los pobladores tienen hoy hacia los poderes instituidos. Durante meses, los asambleístas fueron llevados –desde afuera, por el gobierno, pero también desde adentro, por los sectores moderados de la asamblea- tras una serie de políticas que buscaron desmovilizarlos, pero no impidieron que continuara la construcción de las pasteras.
Así, en abril, la asamblea abandonó los cortes en pos del diálogo, pero Uruguay no aceptó negociar bajo “la presión de los cortes”; luego el gobierno argentino se presentó ante el tribunal imperialista de La Haya y, como era de esperarse, salió incendiado; le siguieron las gestiones ante el Banco Mundial para frenar los créditos y… finalmente, el rey Juan Carlos se metió en el asunto… para no hacer nada tampoco.
“Me siento un estúpido”, dijo a la prensa hace unos días Pedro Pavón, un asambleísta histórico del ala moderada. “Yo era uno de los que nunca quiso tanto la idea de los cortes, pero ahora siento que todo lo que se hizo en forma pacífica no sirvió para nada porque no logramos nada.”
Este es hoy el sentimiento generalizado de la población: el gobierno nacional , el gobierno provincial, los tribunales de La Haya, el Banco Mundial, ni hablar del gobierno uruguayo y las pasteras imperialistas… y hasta el mismísimo Rey de España, ya no merecen ningún respeto por parte de los pobladores de Gualeguaychú.

…Políticas
Obviamente, el anuncio del nuevo corte “por tiempo indeterminado” encendió las alarmas en Uruguay, más allá de que los propios asambleístas anunciaron que el corte se evaluará día a día. El canciller uruguayo Reinaldo Gargano despachó rápidamente una carta a su par argentino exigiendo “acción” para impedir que continúe el bloqueo fronterizo.
Con un discurso más inflamado, el subsecretario de Vivienda y Medio Ambiente de Uruguay, Jaime Igorra, se quejó diciendo que “El objetivo ya no es ambiental, sino afectar nuestro sistema portuario y la temporada turística venidera”, en coincidencia con algunos diarios orientales como El Observador, que tituló “Bloqueo a Uruguay”, o Ultimas Noticias, en cuya portada afirmó: “Piqueteros se proponen bloquear Uruguay una temporada más”, dejando entrever la clara política chauvinista del gobierno de Tabaré Vázquez, con la cual busca sostener el apoyo social del pueblo uruguayo a su proyecto.
Ante esta situación, Kirchner optó por callarse la boca, táctica que se ha transformado en un clásico, cómo lo demostró en el increíble acto que protagonizó en Santa Cruz el mismo día que se reinició el corte en Gualeguaychú, donde habló de todo… menos del conflicto de los trabajadores petroleros del sur, o como conscientemente hace para “desaparecer” el caso López de la opinión pública.
Aunque en un franco “giro a la derecha”, el gobierno de Kirchner encuentra sus límites ante las acciones de fuerza que emplazan los trabajadores y sectores populares. El conformismo veraniego de las clases medias porteñas es muy distinto del verano caliente que se prepara en Gualeguaychú y que ha dejado sin política al kirchnerismo.
La lenta pero sostenida experiencia que vienen haciendo las masas en el país, plantea más que nunca la necesidad de que la lucha de la población de Gualeguaychú se unifique con los reclamos de los trabajadores, a un lado y otro de la frontera, en una perspectiva independiente de los gobiernos y los empresarios.