Desde hace más de una semana se encuentran paralizados los barcos de la Société Nationale Corse-Méditerranée (SNCM). El punto más avanzado de esta lucha fue cuando el miércoles pasado los trabajadores de la SNCM pertenecientes al Sindicato de Trabajadores Corsos (STC), secuestraron el barco de pasajeros Pascal Paoli y se lo quisieron llevar de Marsella a Córcega. Sólo la intervención del GIGN, un grupo de comandos del ejército, pudo detenerlos con una acción espectacular con helicópteros en alta mar, mostrando los músculos represivos del Estado ante la acción decidida de los trabajadores. Estas acciones generaron paros de solidaridad en los puertos de Marsella y Bastia (Córcega), con fuertes enfrentamientos con la policía. El dirigente de la CGT Portuarios (Israle) hablaba ante los medios comunicando las « decisiones de la asamblea », para no hablar en nombre de su organización sindical nacional, que no apoyaba las acciones radicalizadas de los trabajadores. Los burócratas del STC, más allá de la acción espectacular del Pascal Paoli, también son enemigos de la organización desde la base de los trabajadores. Ellos distorsionan el problema nacional de Córcega, promoviendo la división entre trabajadores corsos y franceses, e incitando al racismo hacia los inmigrantes árabes en la isla. Al día de hoy siguen en huelga los puertos de Marsella y de Córcega (con un enorme sostén popular), con lo que la isla estaría llegando al desabastecimiento. Pese a las direcciones sindicales reaccionarias, los portuarios del Mediterráneo francés están dando un gran ejemplo de combatividad.