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Contra la carnicería del capital

Fate: Saúl es nuestro emblema

Ayer fui a visitar al Saúl, mi compañero accidentado en Fate la madrugada del domingo. Fui con dos compañeros. Saúl está en el sanatorio Otamendi, donde hoy está internado Julio De Vido. Por eso había un grupo de policías de civil en la puerta. Es un sanatorio para la burguesía.

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1ro de agosto 2014

 Fate: Saúl es nuestro emblema

Ayer fui a visitar al Saúl, mi compañero accidentado en Fate la madrugada del domingo. Fui con dos compañeros.

Saúl está en el sanatorio Otamendi, donde hoy está internado Julio De Vido. Por eso había un grupo de policías de civil en la puerta. Es un sanatorio para la burguesía.

Llegamos fuera del horario de visita, cuando preguntamos por el nombre, no coincidía con el nombre que estaba registrado. Cuando pedimos ver al trabajador de Fate accidentado que perdió la mano, enseguida nos dijeron donde estaba. Nos dejaron pasar igual, aunque no era horario de visita.

Pasamos de a uno. Quise ir primero, y quedé totalmente sorprendido de la fuerza y energía que irradiaba Saúl. Lo más fuerte fue escuchar cuando me contaba como había luchado con la máquina para evitar que le corte todo el brazo y morirse desangrado. Me estremecía cuando me contó como él mismo terminó de quebrarse el brazo para poder girarlo junto con su cuerpo y evitar que le atrape todo el brazo. Y que estuvo todo el tiempo conciente, peleando por su vida.

La mano y la parte del brazo que se llevó la máquina, siguió dando 2 o 3 vueltas hasta que el compañero que tenía al lado apretó la parada de emergencia. Saúl me decía que era él quien le daba las indicaciones a su compañero que estaba completamente shockeado.

Luego lo llevaron a la "enfermería" de planta. Lo digo entre comillas porque en realidad es una carnicería.

Ahí vino el momento de tortura. Es literal lo que digo.

Saúl estaba con la mano y la parte del brazo toda envuelta en el rollo de tela y absorbedor. Pesa cerca de 30 kg, una especie de tela de goma con alambres de acero en el interior. Además, a la campera que tenía puesta también se la atrapó el rollo y le daba vueltas sobre la mano y el brazo izquierdo. Así lo tuvieron 40 minutos en la carnicería, sin hacerle nada, sólo inyectándole morfina. Tuvo que pelearse él con el medico para que finalmente le hiciera el torniquete con la banda que se usa para tomar presión, para que dejara de perder tanta sangre. Después siguió peleándose con el médico y el jefe de turno para que lo lleven al Hospital San Fernando; en la carnicería no le querían hacer nada, sólo le pusieron morfina que no le hacía ningún efecto, hasta que se la aplicaron en el cuello.

Recién en el hospital le sacaron todo el material que tenia enrollado sobre la mano y ahí se le cayó la mano.

Le terminaron de cortar el hueso y pusieron la mano el frío.

El médico del Otamendi que lo atiende le dijo que la mano estaba casi intacta, pero que no se podía intentar implantar porque estaba contaminada. Que en Fate le tendrían que haber cortado la mano, limpiarla y ponerla en frío. Pero el carnicero que lo atendió sólo le hizo un torniquete después de que le dijera de todo a los gritos.

Saúl me contaba de la solidaridad de las enfermeras en el sanatorio.

A Saúl lo conozco de años, pero nunca habíamos charlado. Lo cruzaba en los turnos, nos saludábamos como pasa con cientos de compañeros. Y sorprende muchísimo cuando un compañero como él, de perfil bajo, muy buen compañero, que siempre estaba en las distintas luchas, demuestra la fuerza y coraje que tiene.

El médico le dijo que era increíble lo que había hecho. "Sos un caballo" le dijo.

Ayer me decía que quiere volver para pelear "para que esto que me paso no pase nunca más". Quiere meterse a pelear las condiciones de seguridad e higiene. Hablamos sobre la necesidad de armar un comité independiente, de los trabajadores de seguridad e higiene.

Cuando abrí la puerta de la habitación, mientras caminaba los 5 metros hasta llegar a donde estaba acostado, iba tratando de verle la cara. Estaba de perfil. Cuando llegue y lo ví, me corrió un frío por todo el cuerpo. Entre nosotros nos conocemos casi todos, te cruzas en el cambio de turno, en el vestuario, en las duchas, pero es difícil saber el nombre de los 1800 que somos. Saúl es de esos compañeros que se hacen querer. Que ponen el cuerpo y hablan muy poco o nada. Que pasan un poco desapercibidos, pero que siempre están.

Me contó que algunos compañeros de su turno que lo habían ido a visitar, le dijeron, "cuando entremos el miércoles a la noche vamos a parar, no hablamos con los delegados, pero entre nosotros ya dijimos de parar".

Él les comentó que la asamblea ya había votado parar. Esto le dio muchísima fuerza, lo mismo que el jornal de trabajo que vamos a poner los obreros como colaboración para Saúl y su familia.

¡Saúl se está convirtiendo en un emblema de la lucha contra esta picadora de carne que es la industria en general y la del neumático en particular bajo este régimen despiadado!

Solo un mundo comunista nos puede liberar de estas atrocidades.

* Victor Ottoboni, delegado de base de FATE

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