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Internacionales

Para luchar contra el golpe gorila

Expropiar a la oligarquía y expulsar al imperialismo

12 de diciembre 2002


La situación en Venezuela es de una alta tensión y dramatismo
El 2 de diciembre, la gran patronal agrupada en FEDECAMARAS y la burocracia de la CTV (Central de Trabajadores de Venezuela), decretaron el "paro" general (en realidad un lock out patronal-burocrático) con el objetivo de presionar a Chávez a un adelantamiento de las elecciones o un referéndum para plebiscitar su permanencia en el cargo. A una semana de iniciada esta acción, el burócrata sindical Carlos Ortega, que actuó como portavoz de la Coordinadora Democrática en la que está encuadrada la oposición, anunció el lunes 12 públicamente lo que hasta ahora sólo admitían en voz baja. Dijo que "el paro continúa, es indetenible y se logrará en lo inmediato el objetivo de sacar a Chávez".
Luego que, en el pasado mes de abril, fuera derrotado el golpe del Alto Mando militar y el empresario Carmona, apoyados por la embajada de Estados Unidos, el objetivo de desplazar a Chávez, por la vía "institucional" o por medio de un golpe, no ha cesado un solo día. Para ello han apelado a todos los recursos disponibles: furibundas campañas mediáticas, boicot a la producción, lock out, actos terroristas, fuga de divisas y hasta un intento frustrado de magnicidio.
Las fuerzas de la reacción están dando un certero golpe al "corazón de Venezuela", que es la estratégica industria petrolera. Venezuela es el quinto exportador mundial de petróleo y el 80% de sus ingresos provienen de la venta del crudo y en estos momentos las ventas al exterior se encuentran paralizadas. Gerentes, cuadros medios, capitanes de barcos cisterna de la empresa PDVSA (Petróleo de Venezuela) son la punta de lanza de este plan. El objetivo es paralizar la producción, provocar el desabastecimiento y colapsar la economía y así en el medio del caos apostar a una nueva asonada militar o en el mejor de los casos que Chávez renuncie.
Según algunos medios internacionales dos de las principales refinerías, Paranaguá y El Palito, se encuentran paralizadas. La principal compañía de Gas trabaja a su mínima expresión, lo mismo que los bancos y las líneas aéreas. Esta situación ha provocado el desabastecimiento de artículos básicos de consumo como alimentos y agua potable.

La política del imperialismo y la oposición
La respuesta de los sectores populares a la intentona de Carmona en abril y la división en las FF.AA. agitaron el fantasma de la guerra civil. Por eso el imperialismo yanqui por medio de la misión de Gaviria, Secretario General del "Ministerio de Colonias" que es la OEA, ha optado por una política de "tolerancia" hacia Chávez buscando negociar una salida "institucional" a la crisis tratando de apelar a los sectores moderados del chavismo y el antichavismo en una suerte de gobierno de unidad nacional o un cronograma electoral de salida elegante para el ex coronel de paracaidistas. Lógicamente estas opciones implican la capitulación lisa y llana de Chávez y presuponen como quedaron al desnudo con el "paro cívico" intentos abiertos por derrocar al presidente. EE.UU. está preocupado ya que Venezuela es un importante proveedor de petróleo para el país por eso busca por ahora hacer claudicar a Chávez pero no por la vía que había intentado en abril.
Por su parte, la oposición, aunque coincide en echar a Chávez, parece no terminar de ponerse de acuerdo de qué manera. Producto de la crisis de los partidos tradicionales que se derrumbaron con el viejo régimen no cuenta aún con figuras potables para liderar unificadamente sus propósitos. Se agrupan en la Convergencia Democrática y su vocero principal luego del fiasco de Carmona es el líder de la CTV Carlos Ortega.

"¡No Pasarán! ¡Si vienen por otro 11 les daremos más que un 13!"
Estas consignas son coreadas por los manifestantes en las movilizaciones convocadas por el chavismo. Los trabajadores y sectores populares que protagonizaron la lucha contra el intento de golpe del 11 al 13 de abril han dado sobradas muestras de sacrificio y heroísmo para defender lo que consideran sus conquistas y están dispuestos a enfrentar a la contrarrevolución. Chávez por el contrario ha dicho que con las FF.AA. y los poderes que le confiere la constitución bolivariana va a detener el "paro cívico". ¡No se puede confiar en los oficiales "leales" ni en las instituciones burguesas!
En abril, una vez restituido en la presidencia Chávez no se cansó de llamar a la pacificación y la conciliación nacional a una oposición que había quedado derrotada, debilitada y confundida. Los sucesos de hoy día dejan a todos los trabajadores venezolanos y latinoamericanos una gran lección: que no hay posibilidad de conciliar los intereses de los trabajadores y el pueblo pobre, con los de la oligarquía capitalista y el imperialismo y de que a su conspiración permanente sólo se le puede contestar con una política ofensiva y tajante, aprovechando que habían sufrido una derrota táctica, para golpearlos decisiva y vitalmente en las bases de su poder económico, político y militar.

Las limitaciones de Chávez

Chávez sigue contando con la adhesión de importantes sectores de los postergados y trabajadores de Venezuela. A pesar de que es poco lo que han recibido de Chávez como la tibia reforma agraria y aumentos salariales absorbidos por la inflación, más del 30% de los sectores populares, según algunos medios, siguen apoyando al presidente. Es que el ascenso del chavismo significó de alguna manera el salto a la vida política nacional de las masas pobres del campo y la ciudad. Este fenómeno se potenció y amplió con el protagonismo que tuvieron en abril en la derrota del golpe. Desde entonces las masas trabajadoras más explotadas, los pobres y marginados de la ciudad, protagonizan una irrupción claramente política: enfrentando el golpe proimperialista y defendiendo lo que consideran sus conquistas.
Sin embargo, si se ha llegado a esta situación es en gran parte responsabilidad de Chávez y sus llamados a la pacificación y a la moderación luego del triunfo popular del 13 de abril. Los titubeos, vacilaciones e inconsecuencias para enfrentar a los golpistas se deben al carácter burgués del régimen chavista.
Si al inicio de su mandato Chávez intentó, sustentado en las FF.AA, en el entusiasta apoyo popular y la coyuntural alza del precio del crudo, jugar el rol de árbitro entre las clases nacionales y el imperialismo y recomponer el desvencijado régimen político a la vez que garantizar la paz social para prevenir que las masas siguieran un curso independiente que amenazara al orden burgués, hoy este proyecto se encuentra en una franca bancarrota.
Hoy los pilares en que se apuntalaba su proyecto están en completa crisis. La Fuerza Armada Nacional y la policía se encuentran dividida. Aunque los altos mandos por ahora se mantienen fieles al presidente es indudable que el fraccionamiento corroe a la institución.
No le va mejor en la estructura política que armó para tomar el poder. El MVR y sus aliados el MAS y el PPT antes, durante y después del golpe de abril se hallan en una profunda crisis. Su bancada parlamentaria se halla dividida entre un sector moderado y otro oficialista. Así mismo, a pesar de haber renovado el personal burocrático en los ministerios y oficinas de gobierno las viejas prácticas de clientelismo y arbitrariedades no han desaparecido.
Con las reformas en el régimen que ha instrumentado Chávez, la burguesía puede respirar tranquila. Así lo demuestra que los tribunales de justicia y la corte electoral hallan excarcelado a los líderes del golpe de abril y hoy den vía libre a la oposición para llevar adelante el referéndum. En el plano económico tampoco le ha ido mejor. A pesar de algunas medidas populares como una tibia reforma agraria o ciertos límites a los pulpos imperialistas del petróleo, los trabajadores siguieron sintiendo sobre sus espaldas el peso de la crisis, como la devaluación del Bolívar a principios de año, aumentando la carestía de la vida, y el recorte del gasto social en un 20%. Esto, mientras la burguesía fuga miles de millones de dólares por año, la deuda externa se paga puntualmente, no hay impuestos progresivos a los ricos y las empresas extranjeras del petróleo se llevan jugosas ganancias.
Así, el 80% de los venezolanos sigue estando bajo la línea de pobreza. Un 60% sobrevive como puede en la "economía informal". El desempleo abierto llega al 20%. La patronal continúa apelando a los despidos y la flexibilización laboral, mientras la inflación recorta los salarios.
El empobrecimiento generalizado afectó a la clase media venezolana que creció y se desarrolló al amparo de la renta petrolera en los años del boom. Esta clase media, compuesta por profesionales liberales, arribistas de las multinacionales, estudiantes, pequeños industriales es profundamente conservadora y atrasada cultural y políticamente. El chavismo, por su carácter de clase, al no afectar ningún interés económico fundamental de la gran burguesía y el imperialismo no pudo satisfacer ninguna de las aspiraciones económicas de las clases medias que vieron en estos años decaer profundamente su nivel de vida. Esta cuestión, más la constante propaganda imperialista, de los medios privados de comunicación y la presión de las figuras burguesas de la "sociedad civil" volcaron al bando de la subversión golpista a gran parte de los sectores medios y son usados como punta de lanza histérica de la reacción.

Perspectivas
La situación en Venezuela se torna minuto a minuto cada vez más tensa. Con el petróleo como rehén de la reacción el proceso no puede durar mucho en el tiempo.
Una salida puede ser que, preventivamente, algún sector de la oficialidad ante el descalabro y el fantasma de la guerra civil desplacen a Chávez en forma preventiva y en nombre de la "unidad nacional" vayan entregando poco a poco el poder a la oligarquía. Este panorama sería trágico para las masas ya que se instauraría un régimen que se propondría recolonizar el país y sería punta de lanza y apoyatura para la reacción en el continente. Amén de desatar el revanchismo contra las clases populares que osaron desafiarlos todo este tiempo.
Otra variante es que Chávez, desgastado por el descalabro económico, renuncie a la presidencia en nombre de evitar el derramamiento de sangre entre hermanos y entre en el pacto de los moderados que propone la OEA y efectúe una transición a un nuevo gobierno.
Una tercera variante es que el "paro cívico" se vaya desgastando y ante la presión de las masas sea levantado. De darse este escenario, Chávez, podría buscar un acercamiento a la patronal y el imperialismo aunque esto en el tiempo no descarta que la oposición vuelva al acecho ya que los yanquis y la burguesía no lo consideran "su" hombre.
De no mediar una respuesta contundente de los trabajadores y el pueblo para aplastar a la subversión todas estas variantes van en contra de los más elementales intereses de las masas populares. Una vez más es preciso acudir a la experiencia histórica de Allende y Perón para demostrar los límites del nacionalismo burgués y las capitulaciones que preparan.
La movilización revolucionaria y centralizada de los trabajadores y el pueblo levantando las demandas de los soldados y los sectores medios para quitarle base social a la reacción puede detener el avance golpista y preparar una salida obrera y popular para la crisis del país.

¡Hay que luchar contra los golpistas!
Es precisa la lucha consecuente contra la contrarrevolución: esto es la movilización amplia de los trabajadores y el pueblo pobre por la defensa de lo que consideran sus conquistas y contra el golpe de estado patronal- imperialista que pretende recolonizar el país. Para ello es preciso luchar por la expropiación de los conspiradores de FEDECAMARAS y todas las cámaras patronales y de los terratenientes, dueños de los principales resortes de la economía y la expulsión del país del imperialismo. Así mismo, para atraer a los sectores pobres del campo en esta pelea es necesario plantear la lucha por una reforma agraria radical. Un punto clave de este programa es la nacionalización de toda la industria de los hidrocarburos. No pago de la deuda externa y ruptura de todos los pactos que subordinan a Venezuela al imperialismo.
Las empresas, bancos e industrias que cierren deben ser nacionalizadas, abiertas y puestas a funcionar bajo control de los trabajadores y los sectores populares. Lo mismo los grandes medios de comunicación, que son verdaderos agitadores contrarrevolucionarios.
Contra el desabastecimiento, el mercado negro y la especulación es necesario que los sectores populares tomen en sus manos la distribución de alimentos y bienes básicos que están en los almacenes de los acaparadores, intermediarios y grandes comerciantes.
Los conspiradores tanto civiles como militares deben terminar con sus huesos en la cárcel. Para enfrentar las provocaciones, los actos terroristas y el sabotaje de los gorilas hay que desarrollar, generalizar y centralizar comités de autodefensa armados de los trabajadores y el pueblo. No se puede confiar en el Alto Mando ni en los oficiales ya que están unidos por múltiples lazos a la burguesía. Los soldados y suboficiales tienen que tener derecho a desobedecer las órdenes de los oficiales golpistas y denunciar todo intento de conspiración. Sólo la presión revolucionaria de los trabajadores y el pueblo en armas decidirá a los elementos más firmes de la base del ejército a plegarse contra la reacción y neutralizará a los timoratos.
De nada valen las amenazas "contra la oligarquía y el fascismo" del presidente Chávez. Ni siquiera las respuestas de contragolpe como los grandes actos multitudinarios si no existen consignas concretas y objetivos precisos. Estas son meras vacilaciones. Para hacer realidad el ¡No pasarán! los comités populares, las asambleas barriales y la juventud luchadora que se han desarrollado después de abril no pueden dejar sólo en manos de Chávez y los oficiales "leales" la lucha contra el golpismo.

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