El trabajo manual en la industria de la alimentación es fundamental. A pesar de todo (y muy a su pesar) la patronal no ha podido reemplazar con máquinas las manos hábiles de las obreras, que envasan las galletas y controlan el corazón de la producción. Por eso “con los delegados por sección, la situación en las líneas debe cambiar -comentan-. No van más los aprietes de los congresales de Daer apretando y metiendo miedo; que no hagas eso o aquello, o que andes con cuidado. Se acabó. Con los delegados por sector, es un compañero de confianza el delegado; uno más al que conocemos y con el que trabajamos juntos. Esto nos acerca, y aleja a los burócratas.”