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NI CLARIN NI LOS KIRCHNER

Escraches

Ni Clarín ni los Kirchner. En manos del gobierno y sus aliados, los escraches y “juicios públicos”, se convierten en una excusa perfecta para la derecha que, hipócritamente amparada en la “libertad de expresión”, condena todo tipo de acción directa.

Daniel Satur

29 de abril 2010

Escraches

La histórica sede de la CGT de calle Azopardo fue testigo, en pocos meses, de dos hechos relevantes. En enero la cúpula sindical le ofreció un “asado de año nuevo” a la embajadora yanqui, Socorro Martínez (algo inédito en la historia del sindicalismo argentino). Y esta semana el mismo edificio fue tribuna de Néstor Kirchner, quien dio otro encendido discurso en su pelea con Clarín.

Entre “gordos” y gobernadores, Kirchner salió al balcón y habló para los gremios “leales” (camioneros, taxistas, metalúrgicos, entre otros). “Nosotros ni escribimos anónimos ni decimos nada que no podamos firmar”, dijo, intentando desmarcarse de los afiches que escrachan a periodistas de Clarín, aparecidos en el centro porteño el día de la marcha por la Ley de Medios. Pero más allá del intento, si por un lado pidió racionalidad y no caer en “la provocación”, por el otro renovó el “operativo polarización” y afirmó que “la primer fuerza de oposición es la concentración mediática cuya columna vertebral es el diario Clarín y cuyo mentor ideológico es el señor Magnetto”.

De todas maneras el gobierno tuvo que recular esta semana, al comprobar que tanta artillería tirada contra un solo enemigo puede sobrepasar la relación de fuerzas realmente existente. En su afán por reconquistar a sectores medios que le votaron en contra el 28J, el kirchnerismo convirtió a la Ley Audiovisual en una causa que podía capitalizar el rechazo popular a la ley de la dictadura y el desprestigio de Clarín (sobre todo alrededor de la causa por apropiación de menores que pesa sobre Ernestina de Noble).

Pero la aparición de los afiches y el “escrache” que la patota de UPCN le hizo al periodista Gustavo Noriega, que presentaba su libro sobre el INDEK en la Feria del Libro, provocaron un efecto contrario. El gobierno entendió que tanto no puede tirar de la cuerda, y sus propios senadores se vieron obligados a votar junto a toda la oposición una declaración de “repudio a todo acto de violencia, intimidación, hostigamiento y persecución que atente contra la labor de los periodistas y de los medios de comunicación”.

¿Demócratas?

En manos del gobierno y sus aliados (anónimos o identificados), los escraches y “juicios públicos”, como el que este jueves Bonafini realiza en Plaza de Mayo contra periodistas de Clarín, se convierten en una excusa perfecta para la derecha que, hipócritamente amparada en la “libertad de expresión”, condena todo tipo de acción directa. Los Kirchner tienen el don de pudrir todo lo que tocan. Los escraches fueron inaugurados hace más de diez años por HIJOS para señalar los domicilios de los genocidas impunes, y continuados masivamente en 2001 contra la casta política.

El gobierno sigue la batalla por su Ley de Medios, apelando a principios “pluralistas” y “democráticos”. Pero a la luz de los hechos podemos imaginarnos el tipo de pluralismo y democracia que lo guían. ¿Por qué libertad de expresión puede bregar la cúpula de la CGT, que sanciona y expulsa de los sindicatos a los delegados disidentes, como en la UOM Campana o el Smata Córdoba, entre otros? ¿Qué pluralismo pueden perseguir los sindicatos -que, como se sabe, “son de Perón”- regimentados en contra de las minorías que cuestionan el verticalismo de las conducciones perpetuadas? Que la dirección de la CGT luche por “la democratización de los medios” es tan creíble como su participación en un “frente transversal” junto a Abuelas y Madres contra la represión de los ‘70. Aunque hoy le cueste admitirlo, la misma Hebe lo decía a su manera hace poco tiempo: “todos sabemos que los sindicatos estaban gobernados por los fachos y eran los que denunciaban a nuestros hijos. Y que el 54% de los desaparecidos son trabajadores y delegados sindicales. Así que no me queda duda que Moyano es culpable y responsable de haber participado en la Triple A” (discurso en Plaza de Mayo el 9 de agosto de 2007).

¿Públicos o gubernamentales?

Los panelistas de 6 7 8 dicen que hablan desde la televisión “pública”. Quieren convencernos de que existe un supuesto acceso igualitario de tola la población a la pantalla estatal. No sólo el futbol es “para todos”, dicen, sino también los micrófonos, las cámaras y las antenas.

Pero, es claro, no todos los que pisamos estas tierras tenemos el mismo derecho a la palabra y a la imagen. Al menos, no por Canal 7 o Radio Nacional.
Mientras Moyano, Yasky, Piumato y otros burócratas se pasean a diario por sus pasillos, los mal llamados medios “públicos” se convirtieron en importantes soportes del doble discurso oficial. Por ejemplo, son fundamentales para sostener uno de los mitos más cínicos del kirchnerismo, ese que dice que nunca este gobierno reprimió manifestaciones populares.

Buscar archivos donde Canal 7 o Radio Nacional informen sobre el accionar de las fuerzas represivas contra la clase trabajadora y el pueblo pobre durante los últimos 7 años, además de infructuoso resulta aleccionador.

En febrero y marzo de 2006, en Las Heras (Santa Cruz) la Gendarmería y la policía desataron una cacería contra los trabajadores petroleros que reclaman mejores condiciones de trabajo a las multinacionales. Mientras Kirchner acudía en ayuda de las petroleras, ningún medio “público” habló de tamaño ataque al pueblo patagónico.

Tampoco estuvieron las cámaras y micrófonos “públicos” cuando en octubre de ese año una patota de 40 matones enviados por la intervención kirchnerista intentó aplastar a los trabajadores del Hospital Francés que defendían sus empleos.

¿Dónde estaban Canal 7 y Radio Nacional cuando la madrugada del 17 de abril de 2008 más de 400 efectivos de la Policía de Scioli, con el Grupo Halcón, infantería, caballería y helicópteros entraba a la textil Mafissa de Olmos y detenía a 18 obreros que hacían guardia en defensa de sus puestos de trabajo? ¿Y cuando los empleados del Casino fueron perseguidos y reprimidos durante el verano de 2008 por Prefectura y la Federal a pedido del empresario K Cristóbal López?

Tal vez tengan la respuesta los trabajadores y las trabajadoras de Kraft, que mientras eran reprimidos por la Bonaerense y la Gendarmería el 25 de septiembre del año pasado, sus voces eran silenciadas por los medios “públicos”.

¿Medios públicos? ¿O mejor habría que decir medios gubernamentales? Buena pregunta para la gente de 6 7 8, que para convencerse de que a la izquierda del gobierno no hay más que una pared se ponen anteojeras y llenan sus estudios de ministros, burócratas y dirigentes K, negándole el más mínimo minuto de aire a quienes cuestionan su doble discurso.

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