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LOS KIRCHNER Y SCIOLI MANDAN MILES DE GENDARMES A LOS BARRIOS POBRES

En la provincia hacen lo que pide la derecha

A 33 años del golpe militar, el gobernador Scioli resolvió desplegar las fuerzas federales de la Gendarmería, más un nuevo contingente de 1.300 efectivos de la Bonaerense recién egresados, con la finalidad de reforzar la seguridad de las “zonas más calientes” de la provincia, destacándose entre ellas la ciudad de Mar del Plata.

Miguel Raider

26 de marzo 2009

A 33 años del golpe militar, el gobernador Scioli resolvió desplegar las fuerzas federales de la Gendarmería, más un nuevo contingente de 1.300 efectivos de la Bonaerense recién egresados, con la finalidad de reforzar la seguridad de las “zonas más calientes” de la provincia, destacándose entre ellas la ciudad de Mar del Plata.

Así, mediante la venia “progresista” de los Kirchner, Scioli responde a la derecha más reaccionaria asumiendo sin ambigüedades la campaña de mano dura, lanzada mediante la histeria de los medios de comunicación, las declaraciones derechistas de la farándula y la marcha de seguridad realizada la semana pasada en Plaza de Mayo, organizada por Mejor Seguridad y VALOMI (Vecinos en Alerta de Lomas del Mirador), dos organizaciones ultraderechistas vinculadas a viejos dinosaurios de la dictadura militar y al empresario PROperonista De Narváez. De ese modo, los Kirchner vuelven a repetir la misma operación que en 2004, cuando hablaban de la “distribución de la riqueza” y la “lucha contra la pobreza”, para terminar votando las leyes reaccionarias promovidas por el “ingeniero” Blumberg.

Claro que Scioli y la derecha encubren que en la “zona caliente” de Lomas del Mirador, el joven Luciano Arruga fue desaparecido después de ser secuestrado y golpeado salvajemente por la policía de esa delegación el 31 de enero, mientras el derechista Gabriel Lombardo, dirigente de VALOMI, agitaba la baja de la edad de imputabilidad y acusaba de “malandras” a las personas que viven en las villas. Cabe recordar que bajo responsabilidad de la Secretaría de Seguridad Interior, la Gendarmería ya envió 2.000 efectivos para controlar las “zonas calientes” de las villas del barrio Ejército de Los Andes (Fuerte Apache), La Cava y las barriadas populares de Rafael Castillo, José C. Paz y Virrey del Pino. Desde 2003 la Gendarmería colabora con la Bonaerense en el hostigamiento permanente de los jóvenes pobres y la práctica del gatillo fácil. Durante los ’90, la Gendarmería fue enviada por los gobiernos de Menem y la Alianza para reprimir las rebeliones provinciales protagonizadas por los estatales y los desocupados, cobrando la vida del obrero Víctor Choque, la empleada domestica Teresa Rodríguez y otros luchadores populares. Esta resolución constituye un salto cualitativo de la campaña a favor de la criminalización de la pobreza a una política efectiva de militarizar los barrios más humildes del conurbano.

No resulta casual la selección de Mar del Plata. La otrora “ciudad feliz” alcanzó el segundo puesto de desocupación a nivel nacional, reconocido hasta por las cifras manipuladas de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEK. Inclusive el consultor kirchnerista Artemio López admitió que “el 30% de los habitantes de Mar del Plata debe estar bajo la línea de pobreza, un dato que hace quince años sin duda no existía” (Perfil, 16/11/08). El intendente vecinalista Gustavo Pulti señaló que los gendarmes patrullarían los vecindarios pobres de Parque Palermo, San Jorge, La Herradura, el barrio Hipódromo y el barrio portuario de Las Heras, donde se concentran las cooperativas truchas del pescado que mantienen a más de 5000 fileteros en condiciones de extrema precariedad, generando numerosos conflictos. Evidentemente, es una “zona caliente” para la “seguridad” de los capitalistas.

Por si todo esto fuera poco, después de blindar el Código Procesal Penal con más leyes represivas y la casi eliminación del beneficio de excarcelación, la Legislatura acaba de restaurar el viejo escalafón policial, reincorporando las figuras de comisario general y comisario, mientras prepara una amplia convocatoria del personal policial retirado.

El ministro de Seguridad Stornelli sugirió la necesidad de sumar 15.000 agentes a los 52.000 policías que conforman la temible mafia de la Bonaerense. Mientras casi 30.000 detenidos, predominantemente pobres con una edad promedio de 24 años, se pudren hacinados en las cárceles bonaerenses (el 75% sin condena), Scioli se dispone a construir 4 nuevas unidades penitenciarias para saturarlas con nuevos parias.

La derecha en gateras ante la crisis

La campaña de mano dura adquirió “valores espirituales” con los aportes vertidos por el sacerdote Guillermo Marcó y el rabino Sergio Bergman en Plaza de Mayo, así como las autoridades de la Iglesia y el Rabinato proporcionaron “valores espirituales” a la dictadura militar para legitimarla. Sin embargo, detrás de las bambalinas de los religiosos y la farándula aguardan en gateras los sectores de la derecha más reaccionaria, concientes de las consecuencias del desarrollo de la crisis económica internacional y la posible emergencia de la lucha de la clase trabajadora. Estos sectores defienden a ultranzas la propiedad privada de los grandes capitalistas, apoyándose en las clases medias y su temor de ver amenazada su pequeña propiedad, focalizando el odio racista contra los hijos de la clase trabajadora más plebeyos y pauperizados, como los culpables de todos los males. Los trabajadores no pueden caer como presas de esta ideología reaccionaria que conduce a una guerra de pobres contra pobres. En función de estos intereses, Scioli y los Kirchner militarizan los barrios populares con el propósito de legitimar el aparato del Estado para luego utilizarlo contra los trabajadores. En el mismo sentido, el gobierno de Macri creó la UCEP (Unidad de Control del Espacio Público), una guardia civil de matones y barrabravas que reprime a los cartoneros y desaloja por la fuerza a los indigentes que viven en plazas y edificios tomados, emulando los ejemplos del brigadier Cacciatore y el general Bussi, quienes durante la dictadura expulsaron a punta de pistola a los pobres de las calles de la Capital y de Tucumán. Por lo menos dos generaciones de hijos de la clase trabajadora al borde de la marginalidad, que no conocen el empleo formal y constituyen el “núcleo duro” de la pobreza estructural que mantuvieron los Kirchner, forman el blanco potencial de esta campaña derechista.

Las organizaciones obreras combativas, los organismos de DD.HH., el movimiento estudiantil y los partidos de izquierda debemos levantar una gran campaña en defensa de las libertades democráticas, amenazadas por Scioli, la derecha y la comparsa “progresista”. Asimismo, la clase trabajadora no puede permanecer indiferente ante la ofensiva reaccionaria hacia sus fracciones más vulnerables. Es imperativo levantar un programa que una las filas de la clase trabajadora con los pobres de la ciudad y el campo, luchando por trabajo para todos con un verdadero plan de obras públicas financiado por impuestos progresivos a las grandes fortunas y el no pago de la deuda externa. Los trabajadores deben oponerse a la militarización de las villas y los barrios populares y a la baja de la edad de imputabilidad. La seguridad en manos de la policía y la gendarmería es una amenaza permanente sobre las clases populares, por eso es necesario luchar por la disolución de todas fuerzas de seguridad, para ser sustituidas por milicias basadas en las organizaciones de los trabajadores con participación en su dirección de organismos de DD.HH. y víctimas de la represión policial e institucional.

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