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En el corazón del proletariado industrial

La elección en el Sindicato de la Alimentación es mirada con atención por propios y extraños. Es que involucra a uno de los sectores capitalistas con más “pasado, presente y futuro en el país”, según dicen las mismas patronales.

Lucho Aguilar

10 de mayo 2012

La elección en el Sindicato de la Alimentación es mirada con atención por propios y extraños. Es que involucra a uno de los sectores capitalistas con más “pasado, presente y futuro en el país”, según dicen las mismas patronales.

Las empresas de la alimentación históricamente ocuparon un lugar de peso en el capitalismo dependiente argentino. Favorecido por los precios de nuestras materias primas, los grupos burgueses locales apostaron a esta industria (Pagani, Pérez Companc, Reyes Terrabusi, Bunge & Born, Blaquier). La defensa de sus negocios no tuvo reparos, por eso auspiciaron los golpes militares. Es que sus trabajadores – no sólo del STIA sino de otros gremios de la actividad – fueron protagonistas de las grandes gestas de la clase obrera. Desde los ingenios del Noroeste, hasta las plantas de harinas y golosinas de la Zona Norte.

Con la extranjerización de buena parte de la industria en los ’90, muchas de las grandes plantas quedaron en manos de las multinacionales (Kraft, Pepsico, Cadbury, Nestlé). Aprovecharon los precios de remate y la “mano de obra barata” que conquistaron Rodolfo Daer y Funes de Rioja. En su honor, el primer convenio flexibilizado fue el del STIA, que quitó algunos obstáculos para la ganancia empresaria a cambio del aporte solidario para la burocracia.
Sin embargo, la izquierda clasista, con un trabajo paciente pero sin pausa, logró estructurarse en las plantas de la Zona Norte del Gran Buenos Aires. Desde allí conquistó las comisiones internas de dos grandes fábricas como Pepsico (2001) y Kraft (2009), y organizó la Agrupación Desde Abajo para extenderse en el gremio. El conflicto de Kraft de 2009 marcó un quiebre, y motivó la intervención de la Embajada de EEUU, la CGT y los gobiernos nacional y provincial, que ordenaron la represión.

Decisiones corporativas

Con la interna en manos de militantes del PTS junto a otros integrantes de la agrupación Desde Abajo, el 2010 y 2011 fueron los años del ‘efecto Kraft’ en las paritarias nacionales. Los paros en la ex Terrabusi y en Pepsico y los cortes en la Panamericana confluyeron con la lucha de los obreros de Arcor Córdoba, imponiendo el 35% de aumento que rompió el techo salarial que habían acordado la UIA, la CGT y Cristina. Se empezaron a poner nerviosos. En un gremio que involucra a 80 mil trabajadores a nivel nacional, con empresas claves, no se trataba sólo de una cuestión de porcentajes. Como analizaban los diarios, “voceros de las industrias de alimentos reconocían que la intención de aceptar este año un alza salarial se debe fundamentalmente a la decisión corporativa de reforzar la posición dentro del gremio de la actual conducción de modo de hacer frente al sembradío fértil de comisiones internas de izquierda que se están multiplicando al estilo Kraft” (Ambito Financiero, 2011).

Crecimiento

La industria de la alimentación, en manos de grandes multinacionales que quieren convertir sus fábricas en mataderos, y oligarcas “nacionales” que tienen manchadas las manos de sangre obrera, creció como nunca durante el gobierno “nacional y popular”: más de un 30% desde 2003, con las ventajas de la devaluación, la precariedad laborar y las “ventajas competitivas”.
Según anuncia el propio Funes de Rioja, “las exportaciones rondaron los 28.000 millones de dólares en el 2011, a 184 países. La Argentina es el primer exportador en rubros como alfajores, limones, aceite de soja, yerba mate y mosto de uva, y el primer productor de caramelos, limón fresco y yerba mate. Trabaja al borde de la capacidad instalada, con una ocupación cercana al 78%. Así, la expansión de aquí en más requerirá ampliación y plantas, con desembolsos que Copal estima en el orden de los 1.500 millones de dólares” (Noticias Argentinas, 2012).

Los datos del capo de la cámara patronal exceden al sindicato de la Alimentación, es cierto, pero confirma que se trata de un sector estratégico de la industria argentina, y que tiene como uno de sus epicentros la Zona Metropolitana donde se realizan estas elecciones. El resultado final estará mediado por el fraude que prepara la burocracia, alienta la patronal y avala el Ministerio. Pero no detendrá el desarrollo de una corriente clasista que también tiene su “pasado, presente y futuro”. Una corriente que demostró cómo aprovechar las posiciones conquistadas para intervenir con una política independiente, en luchas nacionales que involucran a grandes sindicatos y decenas de miles de trabajadores.

El PTS y la Agrupación Desde Abajo están empeñados en continuar esa tarea.

Prensa

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