Las actuales elecciones brasileñas se realizan en una situación de alto grado de inestabilidad económica, política y social de toda la región sudamericana. Esto es lo que explica la política de salvataje del imperialismo de 30 mil millones de dólares bajo un nuevo acuerdo con el FMI, y evitar que la crisis económica estalle en medio de la campaña electoral. Saben que si Brasil entra con fuerza en el espiral de la quebradera económica, los intereses imperialistas y de las grandes corporaciones en la región como en el propio corazón de los Estados Unidos también peligrarían, y las masas pueden dar su respuesta frente a los planes económicos y políticos haciendo explotar las tensiones de la democracia de los ricos, tal como viene aconteciendo en varios de los países de Sur América. En este artículo, analizamos la actual situación nacional brasileña, el proceso electoral, las diversas variantes políticas y la política del PT.
Desde hace más de dos meses, la burguesía brasileña intenta defenderse de la peor crisis que ya enfrentó desde la creación del Plan Real, en 1994. Es que con la disparada del dólar, la deuda pública se elevó a niveles que no se veían desde 1991: “la deuda líquida del sector público (compromisos de la Unión, Estados, municipios y empresas estatales) golpeó el record por el segundo mes consecutivo, alcanzando 58,6% del PBI (R$ 750,3 mil millones) –en mayo la deuda representaba 55,9% PBI (R$708,5 mil millones)”, y se calcula que puede estar alcanzando el 60%. En los días precedentes al salvataje del FMI, el llamado “riesgo país” se elevó a niveles de default. Después de Argentina, la crisis uruguaya y la posibilidad de Ecuador de ir a una moratoria, colocan a Brasil en un contexto sudamericano de dificultades reales de cumplir los compromisos de pago, como expresión de una profunda crisis de la deuda, y probabilidades de default.
Pero en verdad, el reciente préstamo del FMI de 30 mil millones de dólares, lo que ha conseguido es empujar para un poco más adelante el posible estallido y, en el fondo, fue para socorrer los bancos norteamericanos. Además de salvar los bancos de la quebradera, algunos inclusive aumentaron considerablemente sus lucros. Así, la acciones del FleetBoston, después del préstamo, subieron, recuperando US$ 4,6 mil millones. El Citigroup, recuperó sus acciones en 19,8% y aumentaron US$ 29 mil millones a su valor de mercado. El JP Morgan Chase subió 17,9% con el acuerdo, a US$ 8 mil millones, el Bank of America, se recuperó con 10,9%, o sea US$ 10,2 mil millones1. Nada mal para una apuesta de US$ 30 mil millones, de los cuales apenas entregan 6 mil millones este año. Es por eso que algunos analistas afirmaron que “el paquete es una victoria para los bancos, la Casa Blanca y para FHC, pero una derrota para el próximo presidente”2. La piratería no tiene nombre. “Nunca los paquetes del FMI fueron armados en tan poco tiempo. Nunca fueron tan grandes. Nunca fueron recibidos con tanta euforia. Y nunca tuvieron efectos tan efímeros”3 Y no había pasado una semana, cuando el dólar retomaba su curva ascendente.
Pero las necesidades de financiamiento externo de Brasil se chocan con la dura realidad de la caída acentuada en la atracción de capital extranjero directo. En el 2000 el país captó US$ 33 mil millones dirigidos para la privatización y compra de empresas. En 2001 el ingreso de capitales cayó para US$ 23 mil millones, y todo este año será peor, agravado por la pérdida de atracción de inversiones directas extranjeras en Latinoamérica.
Esta nueva negociación y acuerdo con el FMI significa mayor sometimiento del país al imperialismo y, no resolverá la crisis. Los trabajadores y la población pobre, así como los pequeños comerciantes y productores de la ciudad y del campo, serán los más fuertes golpeados en sus rentas, porque el nuevo acuerdo exige más cortes de inversiones, intereses más elevados para atraer capitales, restricción del crédito, en fin, una recesión profunda.

La burguesía brasileña necesita de un nuevo pacto social

Brasil está inmerso en el espíritu latinoamericano. Frente a esa situación, todos los candidatos a las elecciones presidenciales del país, desde el oficialista José Serra hasta los llamados “opositores” como Ciro Gomes, Garotinho y Lula/Alencar, sellaron el “Pacto de Transición” junto al gobierno de Cardoso y el FMI bajo las órdenes de la Casa Blanca, donde se comprometieron a continuar aplicando los planes anti-populares y anti-obreros y de entrega al imperialismo. Todos viajaron a Wall Street, a los pies del imperio y de las grandes multinacionales y corporaciones para demostrar su vasallaje, y todos se presentaron en la Embajada norteamericana frente a la nueva pirata Donna Hrinak, actual embajadora, para confirmar sus oficios al Tío Sam. Este era el cuadro central que exigía el FMI para permitir el nuevo paquete de “ayuda” económica.
La burguesía necesita de un nuevo pacto político que reunifique las fracciones burguesas y, por sobre todo, pueda impedir que las masas se encarrilen en el mismo sentido de los demás países, derrumbando gobiernos y fracturando los regímenes burgueses. El candidato “preferido” será aquel que mejor combine fuerza política y social para actuar como árbitro entre las clases, organizando un nuevo pacto social y político que preserve al régimen, las instituciones y la aplicación de nuevo plan económico de acuerdo con el imperialismo, aunque este traiga algunos “cambios del modelo”.
Por las últimas encuestas de opinión y al cierre de este artículo, a un mes del primer turno programado para el 6 de octubre, los candidatos Ciro Gomes y José Serra, mantienen empate técnico en un segundo lugar con una media de 18%, mientras que Lula/Alencar continúa en el primer con casi el 38% de las preferencias de voto. El resurgir de Serra, lo continúa colocando como el candidato preferido de la burguesía más concentrada y del imperialismo, y mantienen sus cuidados con respecto a Ciro Gomes. Pero ya se comienza a barajar la posibilidad política de que Lula gane la elecciones en primer turno. Incluso, si Lula pasa a segundo turno, y Serra no, todos los analistas y expresiones de sectores importantes de la burguesía, incluyendo al actual presidente Cardoso, comienzan a operar lo que ellos llaman “Plan B”. Apoyar a Lula/Alencar.
Los viajes de Lula y sus asesores para explicar su política y consolidar la confianza de los grandes monopolios y del FMI, las declaraciones de diversos empresarios y dirigentes políticos de que Lula y el PT “maduraron”, son claros indicativos de que los capitalistas están convencidos de la posibilidad real de un gobierno Lula/Alencar.

El imperialismo busca en Brasil un Pacto de disciplinamiento, para intentar impedir que la actual correlación de fuerzas en Sudamérica continúe expresándose a favor del movimiento de masas. Sabe que Brasil juega un papel decisivo en eso, tanto por el peso económico, político y social del país, como con el hecho de contar con el partido reformista más importante de América Latina, el PT, que cuenta además con un gran poder “contención social” por su peso en las organizaciones de masas y en las diversas alcaldías y gobiernos estaduales que mantiene.

Esto es lo que está por atrás de ciertos movimientos y declaraciones de sectores concentrados nacionales y del imperialismo: “Brasil está frente a una nueva posibilidad de retomar un gran proyecto de nación. Y Lula es el único líder político que reúne condiciones para viabilizar un contrato social que nos lleve a eso. Su proyecto es viable, y él es un líder democrático que posee base partidaria y apoyo social... Y tengo conciencia de que su elección significará un gran cambio histórico con gran influencia en A. Latina...”4. Y de la “influencia” de que hablan se refieren a las posibles salidas para los críticos países vecinos.

El disciplinamiento del PT a la burguesía concentrada y al FMI

La actual polarización que indican las encuestas de opinión entre el candidato oficialista José Serra y los “opositores”, en la cual más del 75% de intenciones de voto son contra el candidato del gobierno, expresa distorsionadamente el desgaste del gobierno de FHC y del Plan Real, que pierde popularidad por el desempleo, la carestía de vida y la crisis del país, aunque esto no se exprese en forma activa entre los trabajadores por la política de las direcciones oficiales del movimiento obrero como los viejos “pelegos” (carneros) de la derechista central Fuerza Sindical o los “neo-pelegos” de la CUT bajo dirección petista. Los candidatos “opositores” se alimentan de ese descontento popular, pero, en esencia, disputan la confianza de los capitalistas e imperialistas para dirigir el país y los negocios de la burguesía.
La gran alianza formada por el PT, el PC y el PL5 constituye la colaboración entre los que dicen “representar” a los trabajadores en el caso de los primeros y sectores importantes de la burguesía representada por el gran empresario textil, de Minas Gerais, José de Alencar, “ilustre” hombre que también tiene el “mérito” de haber apoyado el golpe militar del 64.
La burguesía brasileña, asustada por la situación política convulsionada de los otros países de la región intenta prevenirse frente a escenarios imprevistos que puedan hacer peligrar su régimen de dominio como en Argentina. Para eso construye este gran Frente Popular de carácter preventivo.
Si la burguesía ha permitido al PT llegar desde hace más de una década y media a los diversos gobiernos municipales y estaduales, ha sido con la condición de que defiendan el capitalismo de sus enemigos, los trabajadores, y el PT ha cumplido minuciosamente esta condición. El disciplinamiento del PT a la burguesía y al imperialismo ha sido total.

1 Fuente: Revista Carta Capital No. 203.
2 Folha de S˜ão Paulo, Domingo 11/08.
3 Revista Carta Capital No. 203.
4 Antoninho Marmo Trevisan, empresario, consultor y profesor de Trevisan, Auditoría, Consultoría y Educación. Revista Exame 30/08.
5 Partido Liberal

En el próximo número: un analisis de la política de las corrientes de izquierda, por fuera del PT, y la táctica electoral que levanta Estrategia Revolucionaria.