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UN NUEVO CASO DE CORRUPCION SACUDE AL GOBIERNO

El octavo pasajero

Dicen que un par de horas antes de salir se les informó a los pilotos que los pasajeros serían ocho en el vuelo de Royal Class que provenía de Venezuela. El asunto de la valija del venezolano Antonini Wilson ha tomado una resonancia especial. No sólo porque se suma al caso Skanska y a la bolsa de la ex Ministra Miceli, desnudando la corrupción de los funcionarios gubernamentales, sino por la importancia que el gobierno de Bush y la derecha nativa le dan a las relaciones diplomáticas entre Argentina y Venezuela.

Armando Mouzo

16 de agosto 2007

Dicen que un par de horas antes de salir se les informó a los pilotos que los pasajeros serían ocho en el vuelo de Royal Class que provenía de Venezuela. El asunto de la valija del venezolano Antonini Wilson ha tomado una resonancia especial. No sólo porque se suma al caso Skanska y a la bolsa de la ex Ministra Miceli, desnudando la corrupción de los funcionarios gubernamentales, sino por la importancia que el gobierno de Bush y la derecha nativa le dan a las relaciones diplomáticas entre Argentina y Venezuela. El caso ya obligó a la renuncia del funcionario argentino Claudio Uberti, encargado de los negocios con Venezuela y funcionario del Organismo de Control de Concesiones Viales (OCCOVI), así como del venezolano, Diego Uzcategui Matheus, vicepresidente de PDVSA, la petrolera estatal de ese país.
En primer lugar se desenmascara el fraude político del kirchnerismo que se presentó como la “nueva política”. Así como con Menem la norma fueron los negociados de las privatizaciones y la especulación financiera, la característica kirchnerista son los negociados ligados a la inversión estatal con sus respectivas coimas para el personal político y a las comisiones cobradas a la inversión extranjera. Así, estos políticos “comisionistas” se van enriqueciendo, a la vez que recaudan para sus campañas electorales.

Claudio Uberti, un hombre del Ministro De Vido y un pingüino genuino había destinado en 2006 el 63% de los fondos del OCCOVI a 4 empresas que operan en Santa Cruz y fue un recaudador para la campaña electoral de Kirchner en 2003, denunciado por vender permisos de pesca a cambio de 60.000 dólares para financiar esa campaña.

En el caso de la valija, también aparece la cara de la burguesía venezolana o de los lazos de ésta con el capital extranjero. Antonini Wilson, un empresario millonario, de doble nacionalidad (venezolana y norteamericana) y residente en Miami, hace negocios con la petrolera “nacional” PDVSA. No sólo eso sino que como fue publicado en distintos medios Antonini Wilson aparece fotografiado con el gobernador chavista Johny Yánez del Estado de Cojedes de Venezuela con quien el año pasado había visitado Montevideo.

Un régimen de coimeros

Los que critican la coima oficial fueron todos partícipes del mismo régimen de corrupción de todos estos años. López Murphy fue ministro del gobierno de la Banelco, perdón la Alianza. Lavagna fue miembro de este gobierno que mantiene las privatizaciones menemistas, quizá el mayor escándalo de entrega del patrimonio nacional y corrupción de nuestra historia. Y como si fueran poco hasta el contrabandista Macri salió a hablar de honestidad. Elisa Carrió apoyó al gobierno de De la Rúa, luego renunció, y su “modelo” son los Estados Unidos, donde las coimas y la corrupción son moneda corriente. Si sectores de la clase empresaria se quejan de la corrupción actual es porque la coima les parece muy alta.

La corrupción es la norma en los negocios capitalistas y patrimonio de todos los países, desde Argentina hasta Estados Unidos, Europa y Japón. Los escándalos de este tipo son moneda corriente.

Por esto no hay otra forma que terminar con la corrupción que terminar con el capitalismo edificando una república obrera que termine con el gran saqueo de las riquezas nacionales que se dilapidan minuto a minuto a favor del enriquecimiento de un puñado de empresas imperialistas, los burgueses locales y una casta de funcionarios corruptos. Para terminar con este orden de cosas hay que estatizar sin pago bajo administración de los trabajadores, la única clase que tiene las manos limpias de corrupción, a las petroleras, las empresas de energía, las telefónicas, por sólo nombrar algunas. Del mismo modo para evitar los negocios especulativos se debe nacionalizar la banca para evitar la fuga de divisas y poner el crédito en función de los intereses de los trabajadores y el pueblo.

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