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ENTREVISTA CON LOS AMBIENTALISTAS

El fallo abrió indignación y extendió la bronca en Gualeguaychú

Más de 1.500 personas se juntaron en el Club Frigorífico al conocerse el fallo, en el centro de Gualeguaychú, a debatir y expresar la bronca que provocó.

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22 de abril 2010

El fallo abrió indignación y extendió la bronca en Gualeguaychú

Otra asamblea ambientalista acaba de terminar al cierre de esta edición. Más de 1.500 personas se juntaron en el Club Frigorífico, en el centro de Gualeguaychú, a debatir y expresar la bronca que abrió el fallo. El tribunal internacional de La Haya sentenció que Botnia no contamina. Las medidas que barajan pintan más duras. “La idea es endurecer el corte del puente”, comenta desde Gualeguaychú, Hugo Domatto, “y ahora no vamos a dejar pasar nada ni a nadie”.

¿Qué pasó con los estudios para medir la contaminación?

“Sabíamos que el fallo no venía bien pero nunca pensamos que iban a decir que la pastera no contamina”. El tribunal declaró que las pruebas técnicas presentadas por la Argentina eran insuficientes y no permiten cuantificar si hay o no impacto ambiental. Esto cayó muy mal a orillas del río Uruguay, y el golpe aún los conmueve. “Estamos averiguando qué pasó”, expresan a la distancia, “aparentemente hubo fallas en la presentación de Cancillería, pero como todo se realiza bajo confidencialidad extrema, todavía no podemos saber bien qué se presentó”.

¿A qué ritmo se está produciendo?

Con todo, los ambientalistas (que vienen desde hace tiempo monitoreando el funcionamiento de Botnia) aseguran que la fábrica de pasta de celulosa marcha al 20 ó 30%. Y los niveles de contaminación guardan relación directa con los volúmenes de producción. ¿Es posible que después de todo no haya contaminación del agua ni del aire? Raro tratándose de fabricación de papel y de blanqueo de fibra celulosa (de color marrón), donde el elemento base que existe para ello es el cloro (poco saludable tanto en modo gaseoso como desparramado).

Vale recordar que en los lugares donde la tecnología que emplea Botnia se ha desarrollado se han producido problemas ambientales; y uno de los peores fue en el curso de agua más valioso de los nórdicos, el mar Báltico, que tiene el mayor contenido de dioxinas del planeta.

¿La CARU se encarga, Cristina?

El problema entonces parece trasladarse a los estudios de impacto ambiental que encaró el gobierno argentino, que habrían estado a cargo de la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU)un ente binacional que estaba olvidado y fue revivido por el kirchnerismo. Este organismo habría sido el encargado de monitorear la cuenca del río, sobre el cual los ambientalistas no tienen demasiada confianza y consideran “una cueva de corruptos, que no tiene ni espacio físico donde trabajar”.

¿Qué estudios podía realizar la CARU?, “¿Por qué no aceptó nunca los estudios e informes que le hacíamos llegar desde la asamblea?”, preguntan los ambientalistas.

“Nosotros queremos que se vayan de las costas del río Uruguay”

Justamente el otro aspecto del fallo que destacan (y el gobierno saluda) es la violación de los tratados que cometió el Uruguay, al no consultar a la Argentina la instalación unilateral de Botnia. Pero a los ambientalistas poco les importa esto; les parece bien, quizás positiva la denuncia, pero al no haber ninguna sanción la indiferencia manda y lo mínimo del gesto se disuelve. “Es medio ridículo”, dicen, “que alguien que violó un tratado (o lo que sea) no sea sancionado y siga todo igual”.

Para el 24 de abril, los ambientalistas tienen previsto una marcha hacia Concordia contra lo que llaman el “Tren de la traición”, un tren que cruza hacia Salto y luego va hasta Paysandú, que el gobernador Sergio Uribarri anuncia para fomentar el turismo y los asambleístas denuncian que en sus vagones irán cargados de los rollizos (la materia prima) para producir pasta de celulosa que está utilizando Botnia.

¿Es imposible que se desmonte Botnia?

“El domingo hacemos una marcha al puente”, anuncian los asambleístas, “y creemos que seremos miles de personas; y haremos una movilización multitudinaria”.

¿Qué opinan sobre la posibilidad que abre el fallo para encarar una fiscalización conjunta a un lado y otro de la orilla?: “no estamos de acuerdo con el monitoreo”, contestaron, “no queremos controlar a la pastera sino que se vaya”.

¿Que es imposible mover semejante planta? Algunos no opinan lo mismo: “Cuando hicieron la represa de Salto Grande”, recuerdan, “movieron la ciudad de Federación entera; algo mucho más complejo... ¿¡Cómo no se va poder trasladar esta planta, que está armada como un ‘mecano’; con paneles desmontables!?”

La última moción que votaron (repiten) “fue endurecer el corte”. Cuando levantaron las manos, dicen que “las caras nuevas de hace años se multiplicaron y la gente que hasta ayer poco les interesaba, hoy preguntan y comienzan apoyar el corte y las asambleas”. ¿Que el fallo en vez de cerrar, volverá a abrir la lucha ambientalísta con renovadas fuerzas? Tal vez, quién sabe…

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