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Egipto: continúan las movilizaciones contra el gobierno de Morsi

Luego de más de dos semanas de movilizaciones masivas y enfrentamientos violentos entre partidarios de la Hermandad Musulmana y un amplio arco opositor, el presidente egipcio M. Morsi decidió dar marcha atrás y anular el decreto por el que se había adjudicado poderes casi absolutos e intentó un diálogo fallido con las principales fuerzas de la oposición.

Claudia Cinatti

13 de diciembre 2012

Egipto: continúan las movilizaciones contra el gobierno de Morsi

Luego de más de dos semanas de movilizaciones masivas y enfrentamientos violentos entre partidarios de la Hermandad Musulmana y un amplio arco opositor, el presidente egipcio M. Morsi decidió dar marcha atrás y anular el decreto por el que se había adjudicado poderes casi absolutos e intentó un diálogo fallido con las principales fuerzas de la oposición. Esta concesión no solo llegó tarde sino que, a la vez, resultó ser solo un retroceso parcial para tratar de mantener lo esencial de la ofensiva política para estabilizar un régimen basado en la alianza del islamismo moderado y los militares, con el apoyo del imperialismo norteamericano. Morsi mantuvo la convocatoria al referéndum constitucional para el 15 de diciembre a pesar de la oposición popular y de que la gran mayoría del poder judicial -donde se concentra lo que queda del viejo régimen- se niega a supervisar y refrendar los resultados del mismo. Como si esto fuera poco, en el medio de la oleada de movilizaciones antigubernamentales, el presidente egipcio no tuvo mejor idea que anunciar la implementación de un plan de ajuste requerido por el FMI para liberar el préstamo de U$S 4.800 millones, negociado con el aval del gobierno de Obama tras el papel jugado por Egipto en el conflicto entre Israel y Hamas. Este paquetazo implicaba un brutal aumento de impuestos sobre al menos 50 artículos de consumo masivo -desde cigarrillos hasta teléfonos celulares- y la quita del subsidio estatal al combustible, un golpe a las condiciones de vida de amplios sectores populares en el marco de una situación económica precaria. Este intento de Morsi de cumplir con los requisitos del FMI estaba tan por fuera de la relación de fuerzas que a las pocas horas de haber anunciado el plan se vio obligado a retirarlo y a suspender por un mes la negociación con los organismos de crédito internacionales, esperando que para ese momento la movilización haya retrocedido.

Hasta el momento la combinación de concesiones pobres y tardías con el ataque abierto de bandas armadas de la Hermandad Musulmana y la represión estatal no han sido suficientes para desmontar las protestas. El 11 de diciembre decenas de miles volvieron a las puertas del palacio presidencial pidiendo ya no solo la anulación del referéndum sino también la renuncia de Morsi.

Un gobierno débil sostenido por las fuerzas armadas

El gobierno de Morsi está demostrando su debilidad frente a la presión de la movilización popular por lo que ha debido recurrir a las fuerzas armadas, otorgándole la potestad de detener a cualquier activista o persona que esté en una movilización antigubernamental, al menos hasta que se realice el referéndum. Una vez más, las fuerzas armadas, como pilar del poder estatal, están jugando su rol de árbitro entre las distintas fuerzas en pugna y garante, en última instancia, del régimen. Esto se vio en que fue el ministro de defensa quien convocó a un “diálogo nacional” a todas las fuerzas políticas y luego decidió posponerlo. A esa convocatoria ya habían decidido concurrir las figuras principales del Frente de Salvación Nacional, el liberal ElBaradei y los ex candidatos presidenciales H. Sabbahi (nacionalista burgués) y A. Moussa ex funcionario de Mubarak y ex Secretario de la Liga ˜árabe.

La oposición: un Frente de Salvación para el régimen de desvío

La oposición aglutinada en el Frente de Salvación Nacional, una coalición fuerzas liberales, nacionalistas y ex mubarakistas, del que participan también organizaciones surgidas del proceso revolucionario de 2011 como el Movimiento 6 de Abril, se constituyó para tratar de dirigir las movilizaciones contra Morsi y la Hermandad Musulmana y evitar de esa manera que la lucha, motorizada por demandas democráticas y estructurales, tome un curso revolucionario, planteando nuevamente la alianza entre los sectores avanzados de la clase obrera que se movilizan en Mahalla y los jóvenes de la plaza Tahrir.

Como parte de esta política, la oposición nunca renunció a encontrar una salida a la crisis negociada con el gobierno de Morsi y, al cierre de este artículo, había decidido participar del referéndum constitucional llamando a votar por el NO, si se cumplían ciertas condiciones, como la supervisión de la justicia de la votación y que esta se realice en un sola jornada. De mantener esta decisión, la oposición le daría legitimidad a la política completamente antidemocrática pactada entre la ermandad Musulmana y las fuerzas armadas, que esperan ganar las elecciones y convalidar una constitución que, emulando el “modelo turco”, en el plano externo, garantiza el rol geopolítico de Egipto como aliado de Estados Unidos y el estado de Israel, y en el plano interno, establece un equilibrio entre el islamismo moderado y los militares, preservando su rol como principal institución y su poderío económico.

El Frente de Salvación Nacional defiende los mismos intereses de clase que la Hermandad Musulmana. Es necesario que los trabajadores, los jóvenes y los sectores populares que han derribado la dictadura de Mubarak y ahora enfrentan el intento de la Hermandad Musulmana de preservar lo central del viejo régimen al servicio de los intereses de la burguesía local y el imperialismo, hagan su experiencia en la lucha y avancen hacia conquistar su independencia política de estas variantes patronales.

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