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LA LEY DE LOS MEDIOS

“Demonicen a los trabajadores”

“Claudio Dellecarbonara, el delegado de la línea B, anoche viajó en la línea A desde la estación Lima”, decía el epígrafe de esta foto que ilustraba la página 17 del diario La Nación el sábado 24 de agosto. El diario de Mitre, haciendo honor a su rica tradición antiobrera, dedicó dos notas al conflicto de la línea B de Subte bajo los títulos: “Subte: miles de pasajeros de a pie por un paro sorpresivo” y “Los metrodelegados fueron el blanco de todas las quejas”.

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29 de agosto 2013

“Demonicen a los trabajadores”

“Claudio Dellecarbonara, el delegado de la línea B, anoche viajó en la línea A desde la estación Lima”, decía el epígrafe de esta foto que ilustraba la página 17 del diario La Nación el sábado 24 de agosto. El diario de Mitre, haciendo honor a su rica tradición antiobrera, dedicó dos notas al conflicto de la línea B de Subte bajo los títulos: “Subte: miles de pasajeros de a pie por un paro sorpresivo” y “Los metrodelegados fueron el blanco de todas las quejas”.
Si el matutino agroganadero hiciera un ejercicio de sinceramiento siguiendo la tónica profundamente gorila del tratamiento de la noticia, debería volver a las fuentes y colocar la noticia en la sección “policiales”, tal como lo hacía a principios del Siglo XX con las notas dedicadas a la lucha de los trabajadores. Del acta-acuerdo firmada entre los delegados y Metrovías el viernes 23/08 , sólo se hace una leve referencia en una de las bajadas, aunque sin decir una sola palabra de que allí la empresa reconoce su responsabilidad en las demoras del servicio provocadas por inconvenientes técnicos producto de la improvisación y la desidia, cuando se afirma que “(…) tal como ocurre con toda instalación recientemente puesta en servicio, la Línea B se encuentra aún sujeta a los ajustes propios de la inauguración de un nuevo tramo con sus correspondientes instalaciones, resultando por lo tanto esperable que se produzcan afectaciones al servicio por razones técnicas, las cuales se subsanarán a la brevedad. Con motivo de las mismas se han producido recientemente demoras e inconvenientes, ajenos al desempeño de los trabajadores”.
Sin embargo, la foto que publica La Nación de Dellecarbonara tomando el subte en estación Lima contradice la idea mentirosa de la supuesta indignación generalizada de los usuarios contra los metrodelegados, tal como describe uno de los artículos citando supuestas frases textuales de los pasajeros indignados con los trabajadores. Además, es una prueba involuntaria del matutino agro-ganadero, de que el “sujeto usuario”, cuyo interés dicen defender al unísono los medios patronales (opositores y oficialistas) en tanto “rehenes” de un conflicto (pero fundamentalmente de los trabajadores) no son otra cosa que trabajadores que, como Claudio Dellecarbonara, viajan todos los días como sardinas apretujadas
Pero no solo La Nación y su primo hermano Clarín estuvieron a la vanguardia de la “demonización” antiobrera. Los medios aliados al gobierno kirchnerista no se quedaron atrás. Claro, se entiende. Hablar del desastre del transporte público y de los subsidios a empresarios parásitos como Roggio, es hablar también de las masacres de Once y Castelar; y por lo tanto, del gobierno de Cristina.
Todos diluyeron o directamente ignoraron el sábado 24-08 el acta-acuerdo con títulos lavados con “normalidad” tales como“Tras el paro, se reanudó el servicio de la Línea B de subte” (minunouno.com de Cristóbal López o “Funciona con normalidad la línea B de subtes” (Diario Popular)
Página/12 publica una nota más objetiva y da cuenta de la verdad de lo acontecido, pero se suma al coro “demonizador” de los trabajadores con la mentira de que “Dellecarbonara recibió trompadas de algunas personas”.
“¡Demonicen a los trabajadores del subte!”, parece haber sido la consigna de los medios de comunicación masiva que, como mostraron los canales de televisión (TN, C5N, Crónica o Canal 26) el viernes 23/08 durante el paro, mandaron a sus movileros a buscar usuarios indignados que quisieran linchar a los metrodelegados; aunque sin éxito.
Se reedita el cerco mediático contra los trabajadores que nos recuerda al tratamiento vergonzoso que le dieron a lucha de los trabajadores del Casino flotante en 2007; año en que Néstor Kirchner y Héctor Magnetto aún mantenían su alianza.
Y volvieron a la carga los medios de comunicación masiva (oficialistas y opositores) esta semana con la represión de la brava policía neuquina contra los trabajadores, organizaciones sociales, mapuches, sindicales y partidos de izquierda que se movilizaron para repudiar la consumación de la entrega del gobierno de CFK y el MPN a la imperialista Chevron. Los principales diarios, radios y canales se hicieron eco de los “entregadores” y “represores”; nunca de los reprimidos (salvo excepciones).
Como signo de época, la mentira de clase (burguesa), se impone bajo el falso debate por mayor pluralidad y democratización de la palabra que abrió la tan mentada Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual que espera definiciones tras la audiencia pública desarrollada en la Corte Suprema de Justicia al cierre de esta edición. Pero sea cual fuere el fallo en la disputa Clarín-gobierno, lo cierto es que para los trabajadores, y particularmente para los que luchan por sus derechos y los de todo el pueblo trabajador; la democratización de los medios y la libertad de expresión es una mentira tan grande como una casa.
Ni la vieja ni la nueva Ley de Medios son una garantía para lograrlo. Como dijimos una y otra vez; la disputa que hoy recorre su último capítulo en el máximo tribunal de justicia, es una disputa entre bandos capitalistas por el reparto del mercado mediático.
Una vez más, los medios de comunicación masiva, nos recuerdan su carácter de clase. Son de los patrones. La lucha por la democratización de los medios es, más que nunca, una tarea pendiente

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