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Opinión

Democratización universitaria

Prensa PTS

21 de julio 2003

El año pasado el proceso de debate y movilización en la carrera de Sociología desnudó el carácter profundamente oligárquico del actual régimen universitario, donde una pequeña minoría de profesores (titulares y adjuntos concursados) concentra el 50 por ciento de los miembros de los consejos directivos y un número aún mayor en el Consejo Superior. Bajo este régimen, las clases dominantes han garantizado que la universidad esté controlada por el sector que le es más afín ideológica y materialmente, vaciándola de contenido crítico hacia el orden existente. Esta oligarquía universitaria (que no ha dudado en procesar judicialmente a quienes protestan contra sus fraudes, como los dirigentes estudiantiles Martín Ogando y Sergio Salgado) no sólo llevó a la lenta decadencia de la universidad pública, tolerando las políticas de ahogo presupuestario, sino que garantizó el silencio cómplice con las políticas antipopulares que nos llevaron a un país con un 50 por ciento de la población bajo la línea de pobreza, un salario real que es la mitad del existente en 1974 y una tasa de desempleo astronómica.
El malestar con este régimen es muy amplio entre los estudiantes. Una investigación realizada por profesores de Ciencias Sociales (dicho sea de paso, opuestos a la elección directa en Sociología) señala que un 47,6 por ciento de los alumnos de la UBA apoya la elección directa bajo el criterio “una persona/un voto” para directores de carrera o departamento, contra un 36 por ciento que plantea alguna ponderación por claustro y sólo un 8 por ciento que defiende el sistema actual. No extraña que tanto “conservadores” como “progresistas” de la “casta profesoral” hayan cerrado filas en su momento impulsando la intervención de Sociología. Así desconocieron no sólo la voluntad de los 1221 alumnos y docentes que participaron en la elección directa (en la que resulté electo con el 47 por ciento de los votos) sino a la propia Junta de Carrera, que por tres veces se manifestó en contra de la intervención. Es que la mayoría de los decanos no estaría en sus lugares si el método de la “rosca” fuese eliminado y docentes, estudiantes y no docentes eligiésemos en pie de igualdad.
El proyecto de reforma al actual Estatuto presentado por el decano y el vicedecano de Sociales (quienes justificaron en la “obediencia debida” al Consejo Superior la intervención de Sociología) es apenas tibio, manteniendo lo sustancial del actual régimen. Mantiene el voto calificado por claustro (con una pequeña reducción del peso de los profesores), no plantea el voto ni la incorporación al cogobierno de los no docentes y ni siquiera avanza en el planteo de una representación única de los docentes que reúna a profesores y auxiliares. Su único avance es otorgar derechos políticos a los docentes interinos. Como enseña la historia de la Reforma Universitaria, ninguna transformación progresiva podrá lograrse “por arriba”, sin poner en estado de deliberación y movilización a miles de estudiantes y docentes, y sin plantearse la vinculación de la universidad con los trabajadores y el pueblo. Lo hecho en Sociología ha sido el punto más alto de un proceso de cuestionamiento al retrógrado régimen actual que vamos a ver reaparecer una y otra vez en el próximo período.

* Docente de Sociología (UBA), dirigente del PTS

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