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LAS TUNAS Y NORDELTA

Cuando las aguas bajan turbias

Sergio Massa sonríe para las cámaras: “quiero que Tigre sea el Miami argentino”. Distinto es el rostro de Nelly, empleada doméstica. Ella se frota los brazos como si su cuerpo aún estuviese húmedo. “En 6 meses nos inundamos 4 veces”, dice, enseñando los muebles que empezaron a pudrirse.

PTS

13 de junio 2013

Cuando las aguas bajan turbias

Sergio Massa sonríe para las cámaras: “quiero que Tigre sea el Miami argentino”. Distinto es el rostro de Nelly, empleada doméstica. Ella se frota los brazos como si su cuerpo aún estuviese húmedo. “En 6 meses nos inundamos 4 veces”, dice, enseñando los muebles que empezaron a pudrirse.

Tigre, municipio de contrastes furiosos separados por un muro. De un lado, mansiones con piscinas y yates. Del otro, barriadas obreras como Las Tunas, cuyas calles no tienen cloacas y las napas están contaminadas con arsénico.
En esta zona, el agua hizo emerger hacia la superficie una “guerra” que hasta el momento se libraba silenciosa. Una guerra social donde los burgueses pisotean cotidianamente a los trabajadores y, encima ahora, los inundan para tener sus palacios bien secos.
 
“Buenos Vecinos”

Jorge O’Reilly Lanusse es dueño de Santa Bárbara, uno de los countries exclusivos de la zona, levantado sobre tierras usurpadas al Estado. Su empresa EIDICO S.A lleva construidos más de 40, valuados en 800 millones de dólares.

Eduardo Costantini, titular de Consultario S.A., se hizo famoso por construir Nordelta, una ciudad que ocupa 1.600 hectáreas. Ahora proyectan “Venice Ciudad Navegable” (para poder amarrar el yate en la puerta de la mansión). “Antes cuando llovía el agua desagotaba en el río Luján. Pero los countries cambiaron el cauce natural del río para construir sus canchas de golf. Construyeron compuertas y bombas gigantes que tiran el agua hacia nuestros barrios”, cuenta un vecino.

Cuando los vecinos comenzaron a organizarse con el reclamo de no inundarse más, empezaron a sufrir aprietes de la policía, les hackeron los facebook e intervinieron los teléfonos.

“Encima el municipio nos pedía que presentemos pruebas y tengamos todos los impuestos pagos, sino no podíamos radicar la denuncia”, dicen los damnificados.
Si de impuestos se habla, otro político además de Massa que vive en esos barrios privados es Ricardo Echegaray, el recaudador de Cristina Kirchner. Le cobra a rajatabla el impuesto al salario obrero, mientras 9 de cada 10 countries evaden los impuestos inmobiliarios.

Los vecinos de Las Tunas piden una solución legal, pero la ley está del otro lado del muro.
 
Un crimen social

“Tuvimos que decir que había un muerto para que nos escucharan. Y no estuvimos muy lejos, a una beba se la llevó la corriente. De casualidad se la pudo rescatar”. 
Los vecinos cuentan que Massa tiene comprados a los grandes medios para que este drama permanezca sumergido.

Los habitantes de Las Tunas, como los de los otros barrios inundados, pertenecen a la clase trabajadora. Gran parte son obreros fabriles, o trabajan en los barrios privados. “Yo trabajo de empleada doméstica en un country – cuenta una vecina –, y a las señoras no les importa si tu casa está inundada. Pero venite igual, te dicen. Y tenés que caminar cuadras y cuadras bajo la lluvia, pensando como tu casa se va a inundar. La última vez le dije ‘hoy no voy’”.

“¡¿Por qué nos hacen esto?!”, se preguntan.

Para los capitalistas, el obrero no es más que un apéndice de su capital, una bestia de carga de la que hacen uso para enriquecerse. El trabajador es, de hecho y de derecho, el esclavo de los patrones y de los políticos millonarios que les sirven. ¿Por qué se privarían entonces no sólo de explotarlo y romperlo en las fábricas, sino también de inundarlo si de su beneficio se trata?

Massa no puede permitirse mostrar ante los ojos de todos la situación que se vive en Las Tunas. Admitirlo sería admitir la responsabilidad moral que le cabe a la clase social que él representa.

Esa inhumanidad, esta falta de escrúpulos de los ricos hacia los que menos tienen no es otra cosa que un crimen. Porque cuando se sabe bien que miles de personas serán víctimas de las condiciones a las que se las somete, y sin embargo nada se hace para evitarlas, entonces lo que se comete es un crimen, muy parecido al cometido por un individuo, pero más pérfido porque el asesino es todo el mundo y nadie a la vez. De lo que se trata aquí es de un crimen social contra la clase trabajadora.


Con Massa y Costantini seguirán las inundaciones y problemas de vivienda

Desde el PTS nos solidarizamos con los vecinos de Las Tunas ante las inundaciones. Con nuestras agrupaciones clasistas de Kraft, Pepsico, Donnelley, FATE y otras fábricas de la zona, recolectamos alimentos, ropa y materiales de primera necesidad. Pero junto a esa solidaridad urgente y al apoyo a las movilizaciones de los vecinos, es importante discutir cómo acabar con el drama del hacinamiento y la inundación de los barrios obreros.

Hoy los vecinos salen hacia el trabajo mirando el cielo para adivinar si la lluvia volverá a inundarlos. La medida más urgente pasa por exigir la eliminación de aquellas compuertas y canales de los countries que desvían el agua hacia Las Tunas y demás barrios, junto a las obras necesarias para que el agua pueda escurrir y no se desborden los arroyos de la zona. También es urgente el resarcimiento a todos los afectados, con sólo demostrar su domicilio. Que se reparen todos los daños en sus casas, electrodomésticos y muebles.

Pero los vecinos piden “soluciones, no colchones”. Y para solucionar esta crisis hay que cuestionar el “Tigre para los ricos” que impulsa Massa, y acompañan Scioli y Cristina. No pueden seguir viviendo más de 50 mil trabajadores en villas y otros miles en barrios inundables, mientras detrás de los muros los empresarios disfrutan de 6.000 hectáreas de mansiones, espejos de agua y canchas de golf. Se necesita una reforma urbana que expropie las tierras entregadas a través de grandes negociados a los desarrolladores inmobiliarios. Allí se podrían construir miles de viviendas, como parte de un plan de obras públicas que sólo podrá ser controlado por los trabajadores. ¿Se imaginan si queda en manos de estos gobernantes que actúan como administradores de los negocios empresarios?

Un plan que construya nuevas viviendas y urbanice los asentamientos con todos los servicios necesarios. Pero también que tienda las redes cloacales y de agua que hoy necesitan el 90% de los vecinos, para que el agua potable llegue a todo el municipio. ¿Hasta cuando los vecinos de Las Tunas tendrán que tomar agua con arsénico? Para eso hay que exigir que las fábricas del distrito cuenten obligatoriamente con tratamiento de los desechos industriales. Este proceso sólo funcionará si es controlado por los trabajadores de esas empresas, que conocen el funcionamiento, y por los vecinos.

Los créditos son inaccesibles y los costos muy altos, dicen algunos compañeros. Hay que pelear por créditos baratos y un salario mínimo que cubra la canasta familiar y contra el trabajo precario, pero los recursos para las nuevas viviendas del pueblo trabajador deben salir de impuestos progresivos a las grandes empresas (como Kraft, Ford, VW, Rioplatense, asentadas en el partido) y los grupos inmobiliarios que hicieron millones estos últimos 20 años.

¿Por qué a los vecinos de Las Tunas le niegan la construcción de tres caños “por falta de presupuesto”, después de que el municipio construyó decenas de accesos viales y obras que favorecieron a los barrios privados? ¿Qué pasaría si exigimos la apertura de los libros de las finanzas municipales y la revisión de todos los contratos de obra, las licitaciones, y concesiones? Va a quedar claro para quién gobierna Massa y la corrupción que involucra a funcionarios y empresarios.

El PTS seguirá peleando junto a los vecinos más castigados, los que no creen en la “década ganada”. La única utopía es esperar que los políticos que gobiernan para los patrones resuelvan nuestros problemas. No hay solución a esta crisis si los trabajadores no nos organizamos para luchar por estas demandas.

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