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NACIONAL

EL KIRCHNERISMO CONTRA LOS PIQUETES Y LAS LUCHAS OBRERAS Y POPULARES

Cuando el discurso anticipa (y legitima) la represión

“El que avisa no traiciona”. La frase resuena al escuchar el viernes 20 a Cristina Fernández, quien “avisó” que ya no tiene justificación cortar calles y rutas en Argentina, porque las medidas tomadas sobre YPF habrían saldado las deudas con el movimiento piquetero.

Daniel Satur

26 de abril 2012

“El que avisa no traiciona”. La frase resuena al escuchar el viernes 20 a Cristina Fernández, quien “avisó” que ya no tiene justificación cortar calles y rutas en Argentina, porque las medidas tomadas sobre YPF habrían saldado las deudas con el movimiento piquetero. Pero ni las consecuencias de la privatización de YPF han sido subsanadas, como explica Raúl Godoy en este periódico, ni perdió vigencia el corte de calles o rutas como método legítimo de lucha de la clase obrera. La estigmatización y la criminalización de los que luchan, acompañadas por un discurso permanente agitado por funcionarios, empresarios y grandes medios de comunicación, no nacieron en las últimas décadas. Siempre que la burguesía sintió que el pueblo trabajador estaba dispuesto a pelear por sus derechos, desplegó sus armas, sus leyes y su Justicia para intentar evitar que esas luchas se masificaran y triunfaran.

Hace 125 años eran condenados a muerte los luchadores de Chicago. Por esa época en Argentina también se criminalizaba la lucha social. En 1878 se dio la primera huelga, cuando los tipógrafos de Buenos Aires se plantaron contra la reducción de salarios y la superexplotación. El diario El Nacional calificó la huelga de “recurso vicioso”, “inusitado e injustificado’” y afirmó que “el socialismo usa de la huelgas como instrumento de perturbación, pero el socialismo es una necedad en América”. En 1890 se celebró por primera vez el Día Internacional de los Trabajadores y el oligarca La Nación ironizaba sobre el acto obrero de Buenos Aires: “había en la reunión poquísimos argentinos, de lo que nos alegramos mucho”. Se refería a la gran cantidad de inmigrantes que integraban el movimiento obrero argentino en sus orígenes, especialmente sus sectores organizados. Y La Patria agregaba: “los oradores hablaron en el sentido de que era necesario que se aumentaran los salarios y se disminuyeran las horas de trabajo, lo que es algo que sobrepasa los límites”.
En 1902 la condena a la acción directa caería con todo su peso en respuesta a la primera huelga general argentina. Con la promulgación de la Ley de Residencia se lograba marcar, detener y deportar a miles de obreros inmigrantes; La Prensa y otros diarios publicaban los nombres de los deportados por el gobierno de Roca. Junto a ese ‘escrache’ humillante se impuso una verdadera censura contra los obreros, silenciando sus denuncias sobre los atropellos y torturas de las fuerzas represivas. Para La Nación, los obreros estaban en huelga “por los elementos extraños a la clase trabajadora que las fomentan” y “la mayor parte de los gremios huelguistas obedecen a inspiraciones de propagandistas peligrosos”.

Más de cien años después, otras son las leyes, otras las instituciones y hasta otro el régimen político. Sin embargo, la burguesía continúa persiguiendo a quienes luchan.

Hoy la Presidenta “advierte” que ya no serán tolerados los cortes, y esto se da en el marco de un proceso de criminalización de la protesta que se viene intensificando. Esto fue denunciado por los organismos de derechos humanos independientes del gobierno, quienes elaboraron un documento detallando las causas abiertas contra más de 4.000 trabajadores, delegados combativos y luchadores sociales. Tanto CFK como sus ministros -Nilda Garré y el Secretario de Seguridad Berni, Sileoni respecto a los docentes o Tomada- en cada discurso se refieren con términos como “irracional” o “salvaje” a las medidas de fuerza de distintos sectores en lucha, desde trabajadores a vecinos contra la minería contaminante. La palabra “extorsión” se utiliza en prácticamente todos sus discursos al referirse a cualquier protesta; no casualmente, se trata de una figura del Código Penal que ya se está utilizando para procesar a luchadores. Vale recordar que las penas para numerosos delitos contemplados en ese código y el Procesal Penal son mucho más duras actualmente, gracias a la Ley Antiterrorista promovida por los K. Si las palabras nunca son inocentes, hay que saber ver en la dureza de los discursos de los funcionarios un anticipo del recrudecimiento en la represión de la protesta.

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