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Mundo Obrero

REBELION EN EL SMATA CORDOBA

Crónica de una asamblea caliente llena de bronca contra la burocracia: “Si se les va de la mano, llámenlo al Bocha. Que vuelva el Bocha”

La semana empezó movidita por el tema salarial en Iveco. El lunes, al final de la jornada, nos llegaban los rumores de que las cosas estaban calentitas en Gestamp, que los obreros habían pegado carteles llamando a marchar al gremio, que los del gremio (SMATA) habían ido a la fábrica para frenar todo y se habían comido una puteada, que en Renault era la misma, y así.

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21 de abril 2011

La semana empezó movidita por el tema salarial en Iveco. El lunes, al final de la jornada, nos llegaban los rumores de que las cosas estaban calentitas en Gestamp, que los obreros habían pegado carteles llamando a marchar al gremio, que los del gremio (SMATA) habían ido a la fábrica para frenar todo y se habían comido una puteada, que en Renault era la misma, y así.

El martes la cosa era oficial: 7% de aumento para el primer trimestre, ¡Al segundo trimestre lo negociamos en julio! Una burla.

— ¿Viste el aumento? Que broncón loco, no podé’ trae’ esa miseria - decía un compañero tomando el mate.

— Se nos ríen en la cara, al final tenían razón los zurdos- decían en otra mesa.

— Y sí, por eso los querían correr estos otros, si los tipos le vienen a destapá’ la olla.

La mañana corría y el descontento era general, se puteaba por lo bajo, había caras largas y las charlas, todas sobre el mismo tema,

— Eu ¿sabé’ algo del aumento vos?

— Sí, sé que es una mierda, ahí me dijeron los de Comau que en Chapa no entraron a laburar, tan todos afuera de la planta, frente al comedor, esperando que den la cara los delegados.

— ¿Será cierto? Se va a pudrir, tan todos embroncados con este arreglo - conversaban dos laburantes de montaje cuando pasaban los delegados avisando que había asamblea general en frente del comedor - te dije, viste, son los de chapa, ¡vamos!

Uno de los delegados largó la asamblea contando el monto del acuerdo, que se había negociado en Buenos Aires con la Cámara de empresarios y que sabia del descontento y le estaban haciendo llegar el estado de ánimo al secretario general. Pero…”es lo que hay muchachos”. Los compañeros explotaban de bronca, sobre todo Chapa que había hecho la punta. “No nos sirve”, “es una mierda ese arreglo”, “¿por qué no nos consultaron, loco?” “hay que pedir otra cosa”. Y la asamblea aplaude.

— Nos tuvieron cuatro meses esperando por un buen acuerdo y nos traen esta bosta.

Y los aplausos vuelven a estallar. Interviene el delegado.

— Tranquilos, tranquilos muchachos. Tenemos acuerdo de que es así, que no sirve, por eso llamamos a la asamblea.

En ese momento estallan los de Chapa. Abucheos generales para el delegado y gritos y puteadas.

— ¡Vos no llamaste nada!

— ¡No seas caradura. Si no jodíamos nosotros no salía nada!

— No, no, siempre manejamos la posibilidad de hacer la asamblea, no sabíamos la hora, ni la forma, pero la asamblea iba a salir- responde el delegado.

Más abucheos

— Saben que ninguno de nosotros tuvo nada que ver con la firma de ese acuerdo, por eso vamos a llamar a la directiva para que venga y dé su posición y nosotros veamos qué hacer- agrega

La idea es meter miedo, que venga la directiva del gremio a esta planta es como que vengan los de recursos humanos a la asamblea a marcar gente, pero los obreros no titubean

— ¡Que vengan!

— ¡Sí, que den la cara!

Cuando llega Tello la cosa se puso peor para ellos. -Lo único que vengo a hacer es a informar, porque el acuerdo está firmado y no se puede hacer nada más - arranca diciendo.

Parado como un policía y no como un representante de los trabajadores, Tello no habla, nos ordena, dice que nos quedemos en el molde y nos comamos el sapo.

Entre la multitud, los obreros le gritan de todo. Los más grandotes van adelante, muchos se ponen tras de ellos para que no les reconozcan la cara. -Sino pode’ hacer nada ándate. ¿A qué venís caradura?

— Ustedes nos tienen que representar a nosotros, ¿por qué deciden a espaldas nuestras?

Tello, que sigue en su rol de policía, desafía. -No nos faltemos el respeto, ni gritemos escondidos, el que quiera hablar que venga al frente-

Los obreros responden. -Nunca, eso es para que nos echen-

— Vos nos querés marcar- le dice uno.
Otro bromea: -¿Voy con la guillotina o me entrego así nomás?-

La asamblea ya está encendida. Los que temían se animan, los delegados titubean o directamente se mueren de miedo. Tello es el único talibán que la enfrenta.

— Así no se puede muchachos, ya les dije está arreglado, lo demás escapa de nuestras manos.

Entonces, un obrero retruca: -¡Bueno, si se les va de las manos llámenlo al Bocha!

— ¡Que vuelva el bocha!-

Para Tello es como si le hubieran insultado a la madre, o peor aún, lo mira a su delegado como diciéndole “¿y ahora qué?”. Y éste que interviene, se ubica con la base, dice que tiene bronca por el acuerdo, dice que también lo firmaron a sus espaldas, que no lo quiere, que hagamos algo, pero que seamos serios, que nos pueden echar, que puede salir mal.

— No importa, no importa- dice la base.

Se debaten las acciones y se vota quite de colaboración, trabajo a reglamento y asambleas de 15 minutos por sector y cada una hora, para joder la producción. El norte es negociar un nuevo acuerdo. No hay suma, pero eso calma a los obreros por un rato, sólo por un rato.

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