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Córdoba: entre la crisis política y las luchas obreras

El gobierno de Córdoba está en un precario equilibrio, en el marco de una crisis profunda de las finanzas provinciales y una debilidad política que viene desde la derrota electoral del 28 de junio. A esto se suma la presión kirchnerista para subordinarlo o neutralizarlo, y de esa manera tener un opositor menos dentro del peronismo. Esto obliga a Schiaretti a acercarse a los Kirchner, para que le envíen fondos, lo que le produce una perdida de popularidad directamente proporcional al dinero que recibe para zafar mes a mes. Por derecha y por izquierda, el gobierno nacional es ampliamente rechazado en Córdoba. Mientras tanto, la oposición patronal tampoco presenta una alternativa fuerte a Schiaretti.

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29 de octubre 2009

El gobierno de Córdoba está en un precario equilibrio, en el marco de una crisis profunda de las finanzas provinciales y una debilidad política que viene desde la derrota electoral del 28 de junio. A esto se suma la presión kirchnerista para subordinarlo o neutralizarlo, y de esa manera tener un opositor menos dentro del peronismo. Esto obliga a Schiaretti a acercarse a los Kirchner, para que le envíen fondos, lo que le produce una perdida de popularidad directamente proporcional al dinero que recibe para zafar mes a mes. Por derecha y por izquierda, el gobierno nacional es ampliamente rechazado en Córdoba. Mientras tanto, la oposición patronal tampoco presenta una alternativa fuerte a Schiaretti. Los radicales y el renovado y “moderado” Juez, no pueden construir una fuerza política que garantice una alternativa de “gobernabilidad” seria a las patronales. El “impresentable” De la Sota apareció nuevamente para aprovechar esta debilidad de la oposición y del propio gobierno, para “apoyar” (y condicionar) a Schiaretti.

La razón de fondo de la crisis del Estado está en una política, en la que están de acuerdo todos los partidos patronales, de favorecer con baja de impuestos, exenciones y subsidios a las patronales, a las multinacionales y la oligarquía sojera. Mientras tanto la inflación se come los salarios de los trabajadores, y los estatales y docentes vuelven a salir a la calle, mientras sigue latente el conflicto municipal.

La recuperación parcial que hay en la industria automotriz - que arrastra al conjunto del complejo metalmecánico y en la industria en general - es el “aire” que tiene el gobierno para que la crisis no se vuelva catastrófica.
Ante la debilidad del gobierno y del régimen de partidos, es la burocracia sindical la que está jugando un rol clave en impedir que se desarrolle una lucha política contra el gobierno. Sin embargo, las direcciones están siendo ampliamente cuestionadas.

Direcciones sindicales cuestionadas y emergencia de las bases obreras

El actor nuevo que está emergiendo en el escenario cordobés, el nuevo sindicalismo de base, se desarrolla tanto entre los trabajadores estatales, como más lenta y defensivamente en las fábricas.

La rebelión de las bases docentes que está en curso. Estuvo precedida de un amplio proceso de cuestionamiento a las direcciones sindicales. En el SMATA, cuando dejó pasar más de mil despidos, la burocracia fue repudiada y hasta se hicieron escraches al sindicato. Al poco tiempo más de 2 mil metalúrgicos corrieron literalmente a Varas (Secretario Gral. de la UOM) y le dieron una paliza cuando quiso acordar una miseria de aumento, y unos 500 obreros se movilizaron a expresar su rabia en la sede gremial. En el transporte, en AOITA (choferes de media y larga distancia) también repudiaron el acuerdo salarial al que arribó la dirección y la UTA tuvo que bancarse una movilización a la sede gremial, de parte de delegados y trabajadores de base que querían continuar la lucha. Entre los estatales, surgieron los autoconvocados en los hospitales y varios delegados que se oponen a la dirección del SEP (Sindicato de Empleados Públicos). Incluso en el mismo sindicato municipal, el otrora incuestionable Daniele recibió el repudio de los sectores más perjudicados por el acuerdo salarial.

Es que tanto el Estado (provincial y municipal) como las patronales, ante la crisis, quieren ajustar o mantener su rentabilidad atacando el salario y las conquistas obreras.

La enorme lucha de Kraft, abrió un debate donde se discute la posibilidad de generalización de ese ejemplo. Los ideólogos y personeros de las patronales, como el abogado y ex Ministro de Trabajo provincial Jorge Sappia, alertan y llaman a poner un freno a las “huelgas salvajes” (refiriéndose a los estatales y docentes), pero entre su discurso anti-obrero se escapan algunas verdades, como cuando dice que el surgimiento de sectores antiburocráticos se debe a que “hay sindicalistas que están a kilómetros de sus afiliados y generan este tipo de cosas” (La Voz del Interior 25/10/09). Le faltó afirmar que están muy cerca de las patronales, sus gobierno y partidos.

El cuestionamiento al poder sindical todavía se mantiene a nivel de luchar contra los acuerdos y transas de las burocracias con el gobierno o las patronales, en el marco de los reclamos.

Comenzar a forjar la unidad, para lograr una lucha del conjunto de la clase trabajadora y golpear a un gobierno débil y muy cuestionado, es un objetivo por el que hay que trabajar. En este marco, defender a los delegados que estas burocracias atacan (como en la UOM y el SMATA), es una tarea de primer orden. Pero también es primordial pelear por la perspectiva de construir una herramienta política de los trabajadores, ante la crisis de los partidos patronales, a los que responden de una u otra forma los dirigentes sindicales.

Con ese objetivo están trabajando los activistas y delegados de distintos gremios, algunos de ellos participantes de la reunión que convocaron los compañeros de Zanon para poner en pie una corriente político sindical clasista, con este objetivo convocar a un plenario de trabajadores para unificar a la vanguardia y comenzar este debate.

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