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Con Sarlo sí, con la izquierda no

En la misma semana en que Beatriz Sarlo pasó por 678, el programa radial de Eduardo Aliverti convocó también a dos intelectuales a debatir sobre las posiciones frente al gobierno y el proceso electoral. Aquí el debate se daba entre Edgardo Mocca, partidario K y director de la revista Umbrales del CEPES de Chacho ˜álvarez (y el propio Aliverti, que intervino a su favor todo lo que pudo) y Eduardo Grüner, que ha dado su apoyo al FIT (posición que Aliverti al aire aclaró no conocer cuando invitara a Grüner).

Ariane Diaz

2 de junio 2011

En la misma semana en que Beatriz Sarlo pasó por 678, el programa radial de Eduardo Aliverti convocó también a dos intelectuales a debatir sobre las posiciones frente al gobierno y el proceso electoral. Aquí el debate se daba entre Edgardo Mocca, partidario K y director de la revista Umbrales del CEPES de Chacho ˜álvarez (y el propio Aliverti, que intervino a su favor todo lo que pudo) y Eduardo Grüner, que ha dado su apoyo al FIT (posición que Aliverti al aire aclaró no conocer cuando invitara a Grüner).

Ambos debates dejaron ver el límite que la polémica entre opositores y militantes K no quiere traspasar, y que el título elegido para la emisión del programa de Aliverti explicita: “Kirchnerismo, paredón y después” dibuja un espacio donde el kirchnerismo puede discutir con la derecha o el progresismo opositor, pero donde no es bienvenida la discusión con la izquierda que los K se cuidan de mencionar por su propio nombre. Puede ser útil discutir con Vargas Llosa, se puede discutir con Sarlo; pero puestos a discutir con una alternativa de izquierda que ha logrado importantes apoyos en la intelectualidad y argumentos como los que planteó Grüner alrededor del “modelo K”, que con concesiones tibiamente redistributivas que aseguren la paz social haga innecesaria la oposición y busque profundizar el camino hacia un país burgués “normal”, se recurre en cambio a la prepotencia de aquellos que tienen al Estado por detrás (¿Serán en el caso de Aliverti también nostalgias codovillistas?).

Se ha debatido en estos días por qué invitó 678 a Sarlo y a quién le fue beneficioso. Lo que no discuten las lecturas de ambos sectores son las críticas al gobierno por izquierda, sino aquellas identificadas con patronales agrarias, políticos neoliberales y corporaciones “destituyentes” que son un blanco fácil y cuyos representantes políticos, a la luz de sus patéticos armados electorales, más bien parecen colaborar que disputar con la “hegemonía K”.

Obligados a discutir con la izquierda el argumento preferido de los K es que ésta no lograría los nuevos requisitos legales para hacer oír su voz en estas elecciones. Pero evitan explicar que es justamente una reforma política proscriptiva para la izquierda lo que este gobierno ha implementado para recomponer el bipartidismo en crisis desde 2001; un intento de construir el mismo “paredón”, en el terreno electoral, que los voceros K buscan instituir en el terreno discursivo. Puede decir condescendientemente que “al menos juegan la semifinal” un vocero de un gobierno que utiliza el aparato y los recursos estatales para conseguir avales y afiliaciones de quienes solicitan planes o subsidios, que dispone de fondos y espacios publicitarios estatales para su campaña, amén de los aportes que alguna patronal amiga pueda facilitar.

En esa tónica, Mocca recorrió en pocos minutos el mandala del kirchnerista progre para discutir con una izquierda que incomoda: comenzó con que el kirchnerismo es “lo más a izquierda que uno pueda imaginar” del período, siempre comparado claro con la patronal sojera; llamó a votar a Cristina como algo necesario para que esa derecha no nos haga “retroceder” frente a las corporaciones (aunque teniendo que reconocer que uno de sus representantes, Urquía, llegó a serlo dentro de las filas kirchneristas); defendió que la reforma política no era proscriptiva mientras se alegraba porque la izquierda pudiera no llegar a presentarse en octubre; y terminó callando cuando Adriana Meyer (columnista del programa) y Grüner mencionaron como necesaria una voz que exprese en las elecciones deudas como un nuevo estatuto del peón agrario, la tierra para los qom y luchas como las que derivaron en el asesinato de Mariano Ferreyra por parte de la patota sindical (cuando estábamos cerrando este artículo, Grüner envió al Blog del IPS una nueva contribución aportando elementos en el sentido de lo expresado en el programa; a éste dedicaremos una próxima entrega).

Los motivos de la “indiferencia” interesada hacia la izquierda o la prepotencia cuando no queda otra que dar cuenta de ella, son los lazos que a su vez permiten el debate de los K con opositores como Sarlo. El giro a la derecha del gobierno, que busca la normalización burguesa del país es la base común de una intelectualidad conformista que gustaría ubicar la acción directa, la protesta y las demandas sociales del otro lado del paredón, donde no molesten. El republicanismo que Sarlo gusta representar en Binner y Carrió, no puede sin embargo no admitir que la política de Cristina está encaminada decididamente a la derecha y es lo que puede permitir el reencuentro, no sin matices, de una intelectualidad dispuesta a dejar atrás el 2001.

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