Este siniestro personaje, conocido de los obreros y empleados de Clarín y AGR, acusa de violentos a todo aquel que enfrente los planes de mayor explotación de las empresas. Tras la brutal represión del 25/9, este cobarde pretendía demostrar que los despidos de los suspendidos fueron con justa causa por recurrir a acciones violentas, una mentira insostenible, pues nadie sufrió rasguño alguno.

Casualmente los únicos dos detenidos (del total de los 65 que hubo) tuvieron que ser atendidos en hospitales por la gravedad de la golpiza. Esos compañeros suspendidos fueron apresados afuera de la fábrica, uno con varios puntos en la cabeza y otro brutalmente golpeado, con un ojo en grave estado.

Pero para este sirviente de los capitalistas, violencia es todo aquello que ponga en peligro los intereses de esa pequeña minoría que vive a expensas del trabajo ajeno, cuando los trabajadores nos organizamos para luchar. En este sentido, los obreros de Kraft-Terrabusi dieron un gran ejemplo y lograron, entre otras cosas, reinstalar en su puesto de lucha a “los cabecillas violentos de la CI”, como se jactaba López Matheu dos meses atrás.

La empresa contó con el apoyo del Estado, mediante la colaboración de la fiscal Capra, el Ministerio de Trabajo nacional y provincial con Tomada y Portaquanto, la delegación de Tigre con Chavarría (viejo colaborador de los empresarios de la zona) y el juez Costas de San Isidro que previo pago de Kraft de $1.000.000 dio orden de reprimir a más de 600 policías de la Bonaerense, dirigidos por el jefe de seguridad de la empresa.

Esta es la verdadera violencia: la que ejerce la empresa cuando a través de sus voceros dijo que hasta que no hubiera un muerto por la Gripe A, la planta no se iba a paralizar, que fue la mecha que encendió el conflicto. Ahora, cínicamente, dice que ahí está la guardería para demostrar las supuestas mentiras de los trabajadores. López Matheu comparte el cinismo de la COPAL (otrora presidida por Zorreguieta, ex funcionario de la dictadura militar), los que confiesan públicamente las millonarias ganancias de las alimenticias mientras 10 millones de argentino sufren hambre. De esta violencia, López Matheu no registra una palabra, la que comienzan a recoger los obreros de Kraft para organizarse y seguir peleando.