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Chile: crisis y cuestionamiento del régimen con masivas protestas

En Chile educación pública no es sinónimo de educación gratuita: estudiar en la Universidad del estado es tan caro como estudiar en una privada, siendo imposible para la inmensa mayoría de la juventud. Los que sí pueden lo hacen a costa de endeudarse, a veces para toda la vida.

PTS

21 de julio 2011

La educación secundaria pública está municipalizada, lo que abre una enorme brecha entre la educación pública de los barrios altos y la de las barriadas obreras, además de la fuerte subvención a los colegios religiosos y laicos privados.

La política económica neoliberal, impuesta a punta de pistola por el pinochetismo y continuada en los 20 años de la Concertación, transformó la educación en una de las fuentes de ganancia más importantes para la burguesía chilena.

La revuelta de los pingüinos del 2006 pateó el tablero pero careció de una política independiente del gobierno (de la socialista Bachelet), que lograra evitar la trampa del desvío e impidiera que todo terminara en una comisión asesora que no hizo más que dar aire para la desmovilización.

Sin embargo, en los últimos meses, los estudiantes chilenos volvieron a la carga, con más experiencia y un gobierno de derecha y tecnocrático cuyo ministro de educación, Joaquin Lavin, era el dueño de una de las universidades privadas más importantes de Chile.

El movimiento estudiantil chileno que hoy está en las calles es histórico por su movilización y por la profundidad de sus demandas. Es importante que la juventud revolucionaria del lado de acá de la cordillera siga de cerca este proceso.


por Pablo Torres, Partido de Trabajadores Revolucionarios

Las masivas movilizaciones de estos dos últimos meses -las más grandes en 21 años- han golpeado duramente al régimen político, lo que se ha expresado en el derrumbe en las encuestas: del gobierno, los partidos patronales de derecha y Concertación, las instituciones como el senado, diputados y la justicia. El desplome del gobierno (31% aprobación y 62% de rechazo) ha forzado un nuevo cambio de gabinete.

Un momento de transición

Primero fue tras la irrupción de masivas protestas en Magallanes contra el “gasolinazo” que buscaba aumentar el precio de la energía para la población. Las masivas movilizaciones han cuestionando el modelo educativo. Se ha desmantelado la supuesta “reconstrucción” tras el terremoto. Los pobladores de Dichato, que viven en campamentos de emergencia, el día sábado prendieron barricadas, bloquearon el paso al balneario y se enfrentaron con la policía. En el ámbito laboral dieron un mísero aumento salarial de 5,8%. Anuncian el despido en 5 años de 2.600 trabajadores de Codelco, y empiezan a privatizar silenciosamente. Por eso el 11/7 un parazo de los mineros de Codelco fue una prueba de fuerzas contra la política del gobierno. El anuncio de paralización en Valparaíso, el “porteñazo” contra las medidas de impulso competitivo, hizo suspender al gobierno la aplicación de 6 medidas claves en su estrategia.

Estamos en una “fase de transición” de la crisis del ciclo político concertacionista y el paso a una nueva etapa donde cobren más peso los aspectos de crisis políticas y emergencia de movilizaciones y procesos de lucha de clases. Pese al enorme crecimiento económico que vive el país (sobre 6%, que actúa como factor “estabilizador” y mantiene unida a la burguesía), la crisis de la Concertación, sostén del régimen post-dictadura, que actuó como el “partido de contención” de las demandas sociales y populares (apoyado por el Partido Comunista), ha hecho emerger diversos procesos de lucha y movilizaciones de masas, que empiezan a presionar por sus demandas y a apuntar contra lo más odiado del régimen.

Este ánimo intenta ser desactivado por el gobierno: desmovilizar con su política del GANE (Gran Acuerdo Nacional por la Educación), tratando de desviar todo al parlamento; criminalizando la lucha; llegando a acuerdos parciales con los Rectores para que traten de aislar a los universitarios (y base para empezar a bajar las tomas de Facultades); aislando a los secundarios. A la vez, se apoyan en las direcciones: el PC a través del Colegio de Profesores, las JJCC y la Concertación desde la Confech apuntan a un Gran Acuerdo Social por la Educación, para ir a una negociación con “todos los actores”, consensuando un petitorio mínimo de 4 puntos, dejando aislada la demanda de educación gratuita. Los colectivos populares con un discurso más combativo, siguen esta política.

Así, se está en un momento desigual: aunque hay rechazo al GANE, estas políticas llevan a un callejón sin salida; los secundarios mantienen las tomas pero los universitarios empiezan a bajarlas; la distancia entre movilizaciones de cientos de miles y activistas en las tomas, de algunas decenas, en vez de cerrarse se agranda.

No solo los estudiantes, sino también, inicialmente, la clase obrera

Los portuarios en Lirquén y Bío-Bío estuvieron casi 1 mes de paro en mayo; 10.000 subcontratistas de Codelco, de El Teniente, con 53 días de huelga que finalizó en derrota; el parazo de los mineros de Codelco y los paros de los profesores. A fines de este mes se anuncian movilizaciones de trabajadores de la salud, y para el 25 y 26 de agosto se anuncia el Paro Nacional de la CUT. Pero han sido aislados y se mantienen desunidos. Las direcciones (de la Concertación y del PC) no solo desvían los conflictos hacia las instituciones y el “diálogo social”, sino que han aislado estas luchas. Evitan el enfrentamiento contra el gobierno para profundizar su crisis y que los trabajadores, los estudiantes, los pobladores y el pueblo mapuche puedan pasar a la ofensiva.

La burguesía intenta ensayar una política “bismarckista”

Los empresarios y sus políticos empiezan a discutir “reformas por arriba” para que no se impongan “desde abajo”, como la “reforma tributaria” y “reformas políticas”. Para enfrentar estos intentos de reformas cosméticas, para que no puedan desmovilizar la lucha y para que pueda comenzar a emerger una militancia sindical y estudiantil que no termina de surgir, es necesario buscar la más amplia unidad de los explotados y los oprimidos: llamando a un Comité Nacional de Lucha de universitarios, secundarios, trabajadores, pobladores y pueblo mapuche, con delegados de base elegidos en asamblea, mandatados y revocables, para discutir un Plan de Lucha que avance hacia un Paro Nacional, que incluya entre sus demandas, una Asamblea Constituyente Libre y Soberana basada en la movilización. Y todos juntos, expresando el rechazo al GANE en las calles para derrotar la política de los empresarios y sus partidos y empezar a imponer la propia voluntad de los explotados y los oprimidos.

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