Por Dardo Ocampo Lizondo.
 
¿Cómo estás viejo amigo? Me gustaría saber más a menudo de vos. Te extraño… extraño las charlas cerca de la baranda improvisada de las habitaciones que construías, por aquellos años. Tu mirada de ojos brillosos y repicar sobre el caño de la bicicleta de “carreras! cuando me llevabas por las calles de adoquines! El olor a cal y cemento… ¿Qué estás leyendo en estos días? Yo acabo de terminan un artículo de Kate Tsintsadze, un revolucionario que por su apellido sabrás que es Ruso, luego te contaré...
Ayer me pasó algo extraordinario. Salí de casa, al medio día, a encontrarme con una compañera, que vive a unos 50 kilómetros de distancia. Me encontraba bastante agotado ya que por estos días el cambio de clima, la humedad, ¿Juan cómo cambió el clima no, te diste cuenta de eso? no me deja respirar como antes. No recordaba con exactitud la ubicación de su casa, pero sabés que tengo muy buena memoria visual, así que emprendí mi pequeño viaje.
Es una compañera con la cual venimos teniendo una relación más cotidiana. En su fábrica hubo despidos y ella aún está adentro. No conocía mucho de ella. Nunca la escuché en las asambleas de la fábrica, pero tampoco nunca se movió del acampe que duró como un mes. Recuerdo, verla sentada sobre el cordón amarillo, con una frazada en su espalda… apoyada sobre el pilar de luz, y no se me va la imagen de ella y su compañero de trabajo... luego de haber estado detenido en una represión…se vieron y se abrazaron, pero en un abrazo que sella algo. Algo más que amor.
Me esperaba, en la vereda de tierra de la casa de su madre. Pasamos entre plantas, muchas plantas con distintos tonos de verdes, y un camino de tierra bien marcado, hasta que llegamos a su casa. Y en ese momento, me percate de dos cosas. Esta casa, la casa de ella, no tenía salía a la calle y que el día estaba hermoso. 
Pasamos la tarde juntos, hasta fuimos a buscar a su hija al jardín, hermosa casi tiene 5 años. Juan…y mientras mateamos, la escuché. Ella trabaja para una fábrica que hace partes de autos para la empresa VW. “Puede ser que me echen, pero yo cambie”. No soy esa mujer de antes…quiero hacer otras cosas… antes tenía tiempo de sobra, y ahora me falta. No me quiero ir sin dejar algo adentro…me dijo. Sacamos conclusiones del conflicto, que parece que vuelve… y ya comenzó el curso,
ese que te conté que está dando Jazmín sobre introducción al marxismo.
(es joven, no le pregunté su edad pero no tiene más que 22 años), Y habló, no paro de decir ideas…y sonreía. Lo impresionante para mí, es como se fusiona el partido en circunstancias concretas, sacando conclusiones, de la lucha de clases.
 Me fui, por donde vine cruzando las diferentes plantas verdes con los diferentes tonos verdes… el sol ya no estaba.
¿Sabés que recordé en los 50 kilómetros de regreso? (Salvando las distancias históricas) ese artículo que te mencioné antes sobre Kote Tsintsadze, que cuenta sobre las circunstancias que pasó, la clandestinidad, la cárcel, fue deportado y la experiencia de la revolución, entre muchas cosas vividas…y de cómo se forjaron toda esa camada de revolucionarios…y de ¿cómo Kote se inició en las ideas del marxismo? ¿Cómo fueron sus primeros pasos?.
Lo pensé durante todo el viaje de regreso…y pensaba en la charla que había tenido, y sabes que…me sentí muy emocionado…e imaginé a Kote abrazándose con alguien más…
Viejo amigo, es lo extraordinario de esta vida que elegí. Espero con ansias tus últimas fotografías. Dejále a Mirta un abrazo y cariños de mi parte.
Saludos.