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Carrió: un guiño a la oligarquía y a la derecha militar

Elisa Carrio y Rubén Giustiniani presentaron sus candidaturas a presidente y vice por la Coalición Cívica (CC) con una serie de propuestas que no tienen desperdicio.

Miguel Raider

20 de septiembre 2007

Elisa Carrio y Rubén Giustiniani presentaron sus candidaturas a presidente y vice por la Coalición Cívica (CC) con una serie de propuestas que no tienen desperdicio.

En materia de derechos humanos, Carrió prometió dejar de “humillar” a las Fuerzas Armadas porque “no pueden seguir hostigadas por lo que hicieron mil tipos que ya están en retiro” (Clarín, 13/09/07). En ese sentido, la CC lleva como experto en seguridad al ex comisario Edgardo Mastandrea, señalado por la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires como responsable de la desaparición de numerosas víctimas durante la dictadura militar (Página/12, 2/10/07).

Se sabe que Carrió brega por la “reconciliación nacional” tomando como referencia el caso de Sudáfrica, donde los torturadores del régimen racista del Apartheid fueron eximidos de culpa y cargo a cambio de “la confesión y el arrepentimiento”. Carrió sigue los consejos “espirituales” del cardenal Jorge Bergoglio, gestor fundacional de la CC y promotor ideológico de la impunidad de los genocidas, y del rabino Sergio Bergman, ex asesor del “ingeniero” Blumberg en sus discursos predilectos de mano dura.

Hay más. Alfonso Prat Gay, candidato a ministro de Economía, fue presidente del Banco Central entre 2002 y 2004 bajo los gobiernos de Duhalde y Kirchner y de estrecha relación con la banca JP Morgan y el Citibank. Discípulo del neoliberal Javier González Fraga y ex asesor económico de Mauricio Macri, Prat Gay prestó un gran servicio a empresarios y banqueros mediante la devaluación y la pesificación asimétrica. Actualmente promueve junto a Lilita la eliminación de los impuestos a la exportación de carnes, lácteos y granos, todo un gesto hacia los terratenientes de la Sociedad Rural y los pulpos de la agroindustria como Cargill, Dreyfus y Grobocopatel. Increíblemente, Lilita niega la existencia de la oligarquía terrateniente: “sólo existe la oligarquía de los corruptos” (Clarín, 13/09/07).

Otras perlitas

Fracasada la alianza con López Murphy, la chaqueña bendijo a otros candidatos que no tienen nada que envidiarle.
La candidata a diputada Patricia Bullrich fue ministra de Trabajo del gobierno de la Alianza y se “destacó” impulsando el proyecto de ley de reforma laboral (instrumentado por su sucesor, el ministro Alberto Flamarique) y la profundización de la desregulación de las obras sociales. A tono con las políticas menemistas, Bullrich, el banquero Fernando de Santibáñez y el grupo Sushi alentaron una nueva reforma del Estado para “bajar el gasto público” y la formación de una Agencia Social para ejercer el clientelismo estatal mientras la desocupación se incrementaba geométricamente.
El radical Enrique Olivera, una de las principales espadas de Carrió, integró la cúpula gerencial de Fiat y el Banco Francés, y más tarde fue jefe del Gobierno de la Ciudad en las huestes de Fernando de la Rúa. Respaldó el megacanje impulsado por Domingo Cavallo, un negociado de los bancos que aumentó astronómicamente la deuda externa, mientras desde la presidencia del Banco Nación aseguró “una correcta aplicación del corralito” (La Nación, 24/01/02) contra miles de ahorristas esquilmados que golpeaban sus cacerolas en las puertas de los bancos.

La candidata a senadora María Eugenia Estenssoro fue fundadora de Acción por la República junto a Domingo Cavallo, para luego saltar a Recrear, el partido de López Murphy. A tono con sus jefes derechistas, criticó la “entrega política” de YPF a Repsol para reivindicar el legado de su padre, José Estenssoro, quien impulsaba los negocios de la patria contratista y la privatización de la petrolera “bajo las leyes del mercado” (La Nación, 12/05/99). Con razón Carrió admira la “seriedad” del capitalismo norteamericano y su “calidad republicana”. Indudablemente, este “nuevo contrato moral” está divorciado de los intereses de las mayorías populares.

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