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Bolivia después del triunfo electoral de Evo Morales

El domingo, Evo Morales y el MAS obtuvieron un contundente triunfo electoral frente a una derecha debilitada y en ausencia de cualquier alternativa a su izquierda. Evo iniciará su segundo mandato con la amplia legitimidad que le dan el 63% de votos y asegurándose un cómodo dominio en la nueva Asamblea Legislativa Plurinacional –tendría 108 de los 166 curules y amplia mayoría en ambas cámaras-. Esto le permitirá avanzar en la transición al nuevo régimen del Estado Plurinacional de Bolivia, delineado en la Constitución que se aprobó el pasado 25 de enero, gracias a una serie de pactos y “consensos” con la derecha empresarial y terrateniente.

Eduardo Molina

10 de diciembre 2009

El domingo, Evo Morales y el MAS obtuvieron un contundente triunfo electoral frente a una derecha debilitada y en ausencia de cualquier alternativa a su izquierda. Evo iniciará su segundo mandato con la amplia legitimidad que le dan el 63% de votos y asegurándose un cómodo dominio en la nueva Asamblea Legislativa Plurinacional –tendría 108 de los 166 curules y amplia mayoría en ambas cámaras-. Esto le permitirá avanzar en la transición al nuevo régimen del Estado Plurinacional de Bolivia, delineado en la Constitución que se aprobó el pasado 25 de enero, gracias a una serie de pactos y “consensos” con la derecha empresarial y terrateniente.

Publicamos a continuación los principales aspectos del primer balance elaborado por la Liga Obrera Revolucionaria, organización hermana del PTS en Bolivia. Invitamos a nuestros lectores y lectoras a visitar la página web de la LOR-CI www.lorci.org para conocer el análisis completo de la elección presidencial en Bolivia.

Una primer mirada a las urnas

Un breve análisis de los resultados provisionales muestra no sólo un aumento general del voto a Morales, del 54% de hace 4 años al 63% actual; sino que mejoró en las ciudades, recuperando apoyo en franjas de clase media y ampliando su prédica entre los trabajadores. También avanzó en el Oriente, donde históricamente tenía mayor peso la derecha y los “cívicos”.

Frente a este avance, el binomio Reyes Villa –Fernández se jugó a posicionarse como el reagrupamiento nacional de la reacción proimperialista. Los representantes de la vieja y desgastada casta política obtuvieron un relativamente magro 27% de sufragios. Por otra parte, el flojo 7 % de Samuel Doria Medina de Unidad Nacional y el fracaso en proyectarse a nivel nacional de René Joaquino (Alianza Social) muestran que hubo poco espacio para un “tercer partido” de centro-derecha “democrática” como el que en su momento intentara el ex presidente Carlos Mesa.

La aplicación del nuevo sistema de empadronamiento “biométrico” –una garantía exigida por la derecha- y la masiva participación ciudadana legitimaron el proceso electoral, que fue considerado una “fiesta democrática” por muchos medios y un éxito en crear “reglas del juego” reconocidas como parte de la consolidación del nuevo régimen en Bolivia. El amplio “espaldarazo” de la Unión Europea, sus ONG y “observadores”, así como de los gobiernos vecinos no es un dato intrascendente. En suma, fue un triunfo no sólo para el gobierno, sino para el régimen en su conjunto.

En estas elecciones no hubo dos “proyectos de país” virulentamente enfrentados sino más bien una disputa por la representación política que gestione los asuntos del Estado, ya que antes de la elección ya se habían alcanzado muchos “consensos” entre oficialismo y oposición.

En este contexto, el MAS “se llevó casi todo”. Accede a un segundo mandato políticamente fortalecido, se consolida como gran partido nacional populista-reformista y clave del nuevo régimen, y la derecha no logra revertir su crisis ni convertir la base social opositora (ese tercio de votos “antievo”) en una fuerza política consistente, como para confrontar con el oficialismo a nivel nacional. A pesar de esto, las miras comienzan a ponerse en las elecciones municipales y departamentales de abril próximo.

Conciliación de clases y arbitraje nacional

El “espejo distorsionado” de las urnas expresa una franca distensión de la polarización que primó en 2007-2008, y las tendencias a un equilibrio de “centro” articulado en torno al MAS. Si por un lado, entre las masas obreras, campesinas e indígenas, priman las expectativas en el gobierno y sus reformas (aunque menguando el entusiasmo de 2005-2006), en un apoyo afianzado por la cooptación de la COB y las organizaciones sindicales, campesinas y populares; por otra parte ha “bajado la espuma” entre la pequeñaburguesía conservadora y ha avanzado la “reconciliación” de la mayor parte de la clase dominante... Este clima de “distensión nacional” se apoya en la relativa estabilidad económica y en el afianzamiento de la construcción de un nuevo régimen con fuertes rasgos “bonapartistas” y el gobierno imponiéndose como árbitro y mediador, pero con “consensos” y “garantías” de todo tipo para la burguesía, lo que calma sus reparos a este tipo de solución a la larga crisis que vivió el país.

Mas de lo mismo

Algunos decían que el giro a la derecha del gobierno en el último tiempo era una astuta táctica de Evo para ganar votos y luego avanzar. ¿Se radicalizará Evo, apoyándose en ese 63% de respaldo popular y dominando el Parlamento? Cuatro años de gestión estatal han mostrado que tal ilusión no tiene sustento, pero por las dudas, los principales representantes del oficialismo no se cansan de machacar que no piensan seguir un rumbo así. Evo y García Linera insisten en el respeto a la propiedad privada, las garantías a los terratenientes y la “seguridad jurídica” para los capitalistas nacionales y extranjeros garantizados con la nueva CPE. En su discurso triunfal, Evo hizo “una convocatoria a autoridades que no quieren trabajar con Evo (…) Que vengan a trabajar por el pueblo boliviano, porque somos de la cultura del diálogo.” (ABI, 7/12), tendiendo un puente a la derecha.

Evo apeló al voto popular bajo la promesa de “profundizar el proceso de cambio” en su segundo mandato. Cosechó una vez más un amplio apoyo, pese a que muchas de las promesas y expectativas nunca fueron cumplidas: no hubo verdadera nacionalización del gas sino renegociación de contratos con las trasnacionales, y la gran propiedad terrateniente ha sido convertida en prácticamente intocable por la nueva Constitución.

El “gasto social”, las obras públicas que generan empleo temporal, precario y mal pago y los bonos pueden mitigar temporalmente algunos de los peores efectos de la miseria pero no pueden tapar la absoluta falta de respuesta de fondo a los problemas cruciales de los trabajadores y el pueblo pobre. Más aún, la gran mayoría de los trabajadores siguen sufriendo los bajos salarios, la precarización laboral, el desconocimiento de los derechos sindicales y la prepotencia de los patrones, mientras la política económica del gobierno favorece ampliamente los intereses de los empresarios, los bancos y las transnacionales

La lucha de los trabajadores y el papel de los socialistas revolucionarios
Frente a esas nuevas condiciones, un problema estratégico para los trabajadores es la reapertura de un camino de movilización independiente. La lucha por el salario, el trabajo y el conjunto de las reivindicaciones obreras, campesinas y populares se replanteará en nuevas condiciones, donde al enfrentamiento con los empresarios, habrá que ligar la independencia frente a la intervención estatal y la desconfianza de la burocracia oficialista.

Esta perspectiva plantea la necesidad de rodear de solidaridad y coordinar las luchas obreras que surjan, exigiendo a las organizaciones sindicales que asuman los reclamos de los trabajadores. Para recuperar como herramienta de lucha las organizaciones sindicales que la burocracia sindical convierte en correas de transmisión de la política del MAS, es necesario preparar el terreno para reagrupar a los trabajadores combativos en torno a un programa de lucha, de plena democracia obrera y por la independencia de clase frente al gobierno y toda variante propatronal.

A pesar de los esfuerzos de la LOR-CI y otros compañeros, con acciones unitarias como el bloque del 1° de mayo por la independencia de clase y la convocatoria a formar un frente de los trabajadores y los socialistas que pudiera levantar candidaturas obreras, este objetivo no se alcanzó, siendo un obstáculo decisivo las restrictivas leyes electorales defendidas por el MAS y la derecha para asegurarse el monopolio de la representación política. Así, no hubo ninguna expresión independiente que demostrara que frente al programa populista del MAS de construir un “capitalismo andino” y el programa abiertamente proimperialista de la derecha burguesa, es posible construir un polo de lucha y organización independiente de los trabajadores, dando respuesta a los grandes problemas nacionales con un programa para que la crisis la paguen los capitalistas y el imperialismo. La formación de un polo así, aún siendo minoritario, sería una importante avanzada para poder abrir nuevos caminos cuando las masas obreras, campesinas e indígenas que hoy confían en el “proceso de cambio” vean frustradas sus expectativas y deban comenzar a movilizarse por sus necesidades.

Hacemos un llamado a las corrientes que se reclaman obreras y socialistas, a la vanguardia estudiantil, a los trabajadores y dirigentes de base combativos, a discutir estos problemas y las tareas que se desprenden, para contribuir a las luchas de los trabajadores y al calor de las mismas ayudar al avance de la vanguardia, redoblando esfuerzos por poner en pie un polo de independencia de clase que pueda comenzar a aglutinar a los elementos políticamente dispersos de una vanguardia obrera y estudiantil que, cada vez más crítica con el MAS, puede tornarse más receptiva a las ideas y la política del socialismo revolucionario.

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