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Bolivia: Es necesario retomar el camino abierto en Octubre

20 de enero 2005

Gran paro en El Alto

Un contundente paro cívico en El Alto paralizó por completo desde el lunes 10 hasta la mañana del jueves esta ciudad obrera y aymara, que fue vanguardia en el levantamiento de Octubre del 2003. La medida, convocada por la Federación de Juntas Vecinales, impuso el retiro de “Aguas del Illimani” (transnacional francesa que se adjudicó el servicio de aguas local cuando fue “capitalizado”).

El paro alteño cerró virtualmente los accesos a La Paz y fue acompañado por numerosas protestas y marchas contra el “gasolinazo”, como en Oruro (donde el 10 de enero marcharon entre otros sectores mineros de Huanuni, Bolívar, Colquiri y otros distritos), Potosí (donde la COD tomó la Prefectura), Cochabamba y La Paz (donde el 13 en la tarde una nutrida marcha de más de 3.000 obreros fabriles reclamó contra el “gasolinazo” y por demandas del sector, como las salariales).

El gobierno trató primero de maniobrar ofreciendo “rescindir el contrato con Aguas del Illimani dentro de la ley”, y “consensuando con la empresa”. El ambiente de radicalización en el ampliado de más de 400 presidentes de Juntas Vecinales que consideraba esta propuesta el martes 11 impidió las maniobras de la directiva que encabeza Abel Mamami para hacerla aceptar y forzó su rechazo y la continuidad del paro y los bloqueos. Así, al gobierno no le quedó otra que ceder y emitir un decreto rescindiendo el contrato.

La movilización de masas arrancó así un muy importante triunfo, en el primer gran enfrentamiento abierto con el gobierno de Carlos Mesa.

Por supuesto, la burguesía, con la colaboración de los dirigentes reformistas, hace todo lo posible para quitarle “filo” revolucionario a la expulsión de esta transnacional: del servicio de agua potable se hará cargo un ente estatal, SAMAPA, donde están representadas las Alcaldía de La Paz y El Alto, los empresarios privados y FEJUVE, mientras que adelantan la disposición oficial a indemnizar al monopolio expulsado. Por ello, es preciso continuar la lucha contra toda indemnización y por imponer el control colectivo de los trabajadores y las juntas vecinales sobre la empresa.

Pero además, este triunfo alienta el proceso de movilizaciones para derrotar el “gasolinazo”, renacionalizar el gas y las demás “capitalizadas” e imponer las demandas obreras, campesinas, indígenas y populares.

El Alto demuestra que la fuerza de la movilización en las calles es el único camino, que es posible ganarle la pelea al gobierno proimperialista y que hay condiciones favorables para retomar el camino abierto con el levantamiento de Octubre. 

La crisis política se agudiza

Bolivia vive momentos de extrema tensión política, con un debilitado Mesa –bautizado “el equilibrista” por el semanario burgués Pulso-, que choca constantemente con el Parlamento y está jaqueado entre las presiones de la burguesía cruceña y el creciente descontento de los trabajadores y el pueblo.

El “gasolinazo” del 30 de diciembre, que elevó un 26% el precio del diesel y un 10% la gasolina, fue un ataque directo a la economía popular. Con esta medida se buscó dar una señal al FMI y a los intereses de las petroleras y del imperialismo, en momentos en que las iniciativas políticas del gobierno están empantanadas y Mesa siente que el suelo bajo sus pies es un “tembladeral”.

Pero esta provocación detonó un proceso de protestas, paros y movilizaciones a nivel nacional, abriendo una fase de enfrentamiento con las masas sin por ello cerrar las disputas en el seno de la clase dominante. Al ceder ante la movilización del pueblo alteño, Mesa desnudó su enorme debilidad.

La oposición "cívica” cruceña

En efecto, la oposición de las burguesías de Santa Cruz y Tarija muestra las profundas divisiones del frente burgués.

El Comité Cívico de Santa Cruz representa los intereses de los latifundistas y empresarios locales, así como de la “rosca petrolera” ligada a las transnacionales del ramo que operan en Bolivia. Su oposición a Mesa –que representa el “ala conciliadora” del bloque conservador y proimperialista- viene de su temor a que cualquier cambio legal afecte su participación en el fabuloso negocio de la exportación de gas por Repsol, Petrobras, etc., así como de su desconfianza ante el plan de Mesa de convocar a una Asamblea Constituyente. Temen que una Constituyente, por tramposa o amañada que sea, “destape” el problema de la tierra y los derechos indígenas: un millar de grandes propietarios acumula en las Tierras Bajas orientales más de 27 millones de hectáreas, obtenidas oscuramente al amparo de las dictaduras militares y del robo a indígenas y campesinos.

La oligarquía cruceña exige autonomía departamental antes de la Constituyente, no tanto porque se sienta fuerte, sino por temor, pues no en vano en los últimos meses se sucedieron las ocupaciones de tierras en Santa Cruz y otros distritos. Esperan así preservarse del “contagio” de la agitación obrera y campesina y de cualquier cambio político desfavorable a sus reaccionarios intereses.

Por eso, con el paro cívico de 48 horas del 12 y 13 de enero, llamado para exigir la derogatoria del gasolinazo (que afecta gravemente al pueblo cruceño y también a los agroindustriales en plena época de cosecha soyera), los dirigentes reaccionarios quieren montarse en la legítima bronca popular para presionar al Gobierno por sus propias exigencias, como es la “autonomía”. 

La polarización cuestiona la política de "reacción democrática”

La oposición de la oligarquía cruceña y la derecha parlamentaria (es posible que un ala empiece a pensar en un recambio frente al debilitamiento de Mesa), es expresión “por derecha” de la profunda polarización social y política heredada de Octubre. La misma se atemperó en los últimos meses del 2004 por la política de “reacción democrática” de Carlos Mesa quien logró avances con el tramposo referéndum de julio y las municipales de diciembre. Sin embargo, ya en vísperas de éstas se perfilaban nuevas tensiones y “frentes de tormenta”. La “reacción democrática”, que se expresa hoy en los planes para una Constituyente “pactada” (es decir, para cambiar algo sin que nada cambie), buscaría recomponer el régimen estatal y cerrar el camino a otro Octubre, pero está mostrándose muy difícil alcanzar cualquier consenso, pese a la entusiasta colaboración de Evo Morales y el MAS, pues el plan de Mesa no logra calmar los temores de los latifundistas ni la desconfianza y las expectativas de sectores de campesinos, indígenas y trabajadores.

Las perspectivas

En este marco de “crisis en las alturas”, debilitamiento extremo del gobierno y nuevo ascenso de masas, al golpear éstas con fuerza con el triunfo de El Alto, se abrió una nueva situación que hemos de definir como prerrevolucionaria, donde está planteada la posibilidad de desarrollar la ofensiva obrera y popular y reabrir el camino que marcó Octubre.

Los llamados de Mesa al diálogo y a la unidad nacional movilizaron al “centro” político burgués en su apoyo (los alcaldes reelectos de La Paz y El Alto, diputados y senadores provenientes del MNR, MIR y otros partidos, etc.). Pero mientras todos hablan de unidad y diálogo, lo más probable es que recrudezcan las disputas, pues no hay consenso en el conjunto de la burguesía, ni en torno a los pilares del plan político y económico que impulsa el gobierno, ni en cómo enfrentar la nueva ofensiva de masas. Así, el tema de la convocatoria a la Asamblea Constituyente, que tiñe la discusión política para los próximos meses apunta a ser un escenario de crisis, disputas interburguesas y politización de masas a nivel nacional, bajo un gobierno extremadamente débil, cuya continuidad empieza a ser puesta en cuestión por sectores de la derecha “dura”.

El rol del MAS y la dirección cobista

Las maniobras del Gobierno y la clase dominante son facilitadas por la política reformista de las direcciones mayoritarias (MAS de Evo Morales, COB, el “Mallku” Quispe), que dejan correr las luchas, critican al gobierno y hasta anuncian paros y bloqueos, pero son enemigas de unificar la movilización, coordinar democráticamente y darles un programa y una perspectiva independientes.

Ahora los dirigentes del MAS amenazan nuevamente con “distanciarse del gobierno”, pero lo cierto es que este partido, hasta ahora principal sostén político de Mesa, no quiere “desestabilizarlo”. Al insinuar “adelantamiento de elecciones” (lo que choca en cierta medida con su reclamo de convocatoria pronto a la Asamblea Constituyente) busca reacomodarse ante las masas movilizadas y preparar el terreno para contribuir a un recambio dentro de la continuidad institucional.

Evo Morales se mira en el espejo de Lula y apuesta a mostrarse como un sólido partidario de la “gobernabilidad” para postularse como un gobierno “aceptable” para los empresarios y la “comunidad internacional” en las futuras elecciones presidenciales.

La cúpula cobista, por su parte, coincide con el MAS en la estrategia reformista de conciliación de clases, aunque algunos dirigentes buscan más bien algún militar “patriota” al estilo del mayor Vargas para armar un frente popular con el que conseguir “aunque sea un gobierno como el de Chávez” (en Venezuela) según declaraciones de Jaime Solares.

Por eso, en lugar de preparar organizativa y políticamente una gran movilización nacional unificada, para lo cual el paro alteño ofrecía un gran punto de partida, se limita a llamar a medidas aisladas y discursos “rojos”, sin mayor preparación ni discusión en las bases. 

Por la Asamblea Obrera

El triunfo en El Alto, las múltiples protestas a nivel nacional, las medidas de lucha que anuncian campesinos, “colonizadores” y “sin tierra” indican la gran predisposición a la lucha entre los trabajadores y el pueblo, pero la debilidad del paro cobista del 10 (que como tal no se sintió) muestra también que hace falta una preparación superior.

Hay que implementar sin pérdida de tiempo la convocatoria a una Asamblea obrera nacional resuelta en una reunión de dirigentes de la COB el 15 de diciembre. La directiva cobista anunció que convocaría la misma antes de fin de mes. Pero los trabajadores de base, en fábricas y talleres, aún no fueron informados.

Una Asamblea obrera nacional, en base a delegados con mandato de sus asambleas de todos los sectores: fábricas y talleres, barrios populares, comunidades de todo el país sería la mejor forma para organizar la lucha nacional unificada contra el “gasolinazo” y el gobierno de Mesa, así como quebrar la ofensiva de los “cívicos”. Hace coordinar y unificar todas las luchas obreras, campesinas y populares y adoptando un programa de acción y un plan de lucha que culmine en la huelga general política con bloqueo nacional de caminos, sostenido en las formas de democracia directa de las masas y defendido por el armamento obrero y popular. Esta es la vía para luchar por el conjunto de las demandas obreras y populares, derrotar el gobierno proimperialista y abrir el camino a un Gobierno obrero y campesino como única salida de fondo a la crisis nacional.

Esta asamblea deberá discutir cómo enfrentar la trampa de una Asamblea Constituyente “pactada” que quieren “cocinar” Carlos Mesa y el Parlamento con ayuda de Evo Morales, discutiendo una intervención obrera independiente para enfrentar esa trampa desde adentro si no hay fuerzas para impedirla, y ayudaría además a que la clase obrera, con sus métodos y organizaciones, pueda consolidar la alianza obrera, campesina, indígena y popular.

Para todo ello, la Asamblea obrera es una gran oportunidad para discutir cómo poner en pie un instrumento político de los trabajadores basado en la COB y los sindicatos y en sus asambleas de base, que defienda la independencia política de los trabajadores; con un programa para imponer una salida obrera y campesina a la crisis nacional, apoyado en los mejores aportes de los documentos históricos de la COB, como la Tesis de Pulacayo y las Tesis Socialistas de 1970; y organizado según los métodos de la mas amplia democracia obrera, con dirigentes responsables ante la base y con libertad de tendencias.

Las tareas de los revolucionarios 

Desde la LOR-CI intervinimos con nuestras modestas fuerzas en el proceso de movilización actual, editando en cientos de ejemplares una declaración política el 2/01 y miles de volantes distribuidos en El Alto, en Oruro, en el Ampliado cobista y el de la FEJUVE, etc.

Insistimos en la necesidad de que los elementos más avanzados del proceso abierto en Octubre encuentren expresión propia, en el camino de forjar una nueva dirección revolucionaria a la altura de las tareas planteadas y del heroísmo y espontaneidad demostrados una y otra vez por los obreros y campesinos bolivianos.

En esta perspectiva, impulsamos sin sectarismo cualquier paso progresivo hacia la independencia política de la clase obrera, como podría ser un instrumento político de los trabajadores en los términos planteados más arriba.

Así mismo, insistimos en la necesidad de agrupar a la nueva generación obrera y popular que despierta a la vida sindical y política al calor de Octubre en una juventud cobista, como organización amplia de los jóvenes combativos, antiimperialista y pro-obrera.

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