Las promesas “anti-terroristas” de Blair se cumplieron más rápido que cualquier promesa electoral. Producto de los atentados se endurecieron las leyes inmigratorias, ampliaron los poderes de la policía y se dio rienda suelta a la xenofobia y persecución a los musulmanes, alentadas por los anuncios de expulsión de los sospechados de terrorismo y amenazas de cierre de mezquitas y medios de difusión musulmanes. Líderes de esta comunidad (que apoyaron a Blair anteriormente) cuestionaron estas medidas, que van desde el tratamiento de los sospechosos como “traidores a la patria”, cortes secretas especiales para juzgar a los detenidos y prohibición de manifestaciones en el centro de Londres.
El mensaje es claro: el mismo gobierno que mantiene la ocupación imperialista de Irak junto a EE.UU., perseguirá con dureza a los “sospechosos” de terrorismo en Inglaterra, apuntando especialmente contra musulmanes y quienes critican la ocupación.