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Mundo Obrero

¿DE QUE PATOTA HABLAN?

Barney y sus amigos

Con absoluto pluralismo, La Verdad Obrera publica esta insólita carta y foto que han llegado a la redacción

PTS

20 de mayo 2010

Mi nombre es Lauro Culpino, trabajo en el INDEC y estoy afiliado a UPCN. Les escribo a ustedes, gente despiadada de ATE, porque guardo una vana esperanza de que aún puedan corregirse.

Les pido encarecidamente que dejen de agraviar a quienes ahora son nuestros nuevos jefes. Ellos son personas buenas y generosas, como nuestro querido compañero Fabián Patapúfete, al que maliciosamente algunos llaman “patotero”.

Es cierto que de golpe y porrazo apareció un día para decir: -Ahora mando yo. Pero luego nos guiñó el ojo y nos dijo que nos convenía llenar la ficha de afiliación.

Gracias a él hemos aprendido el sentido profundo de la palabra militancia. A mí nunca me gustaron los sindicatos, siempre me dijeron que era un gorila. Pero aquella vez tardé menos de 30 segundos en completar la ficha. Se la entregué primero y le dije: -¿Gusta un matecito, señor jefe?

Nunca había participado en una marcha, ahora voy a todos lados cuando él lo solicita: actos, homenajes y a cuanto evento se me convoque. Encima, ahora me llaman compañero.

Fabián Patapúfete supo recompensarnos con horas militantes a quienes le respondimos. Mi sueldo se vio duplicado. No sucedió lo mismo con el de Olga. A ella le faltan menos de dos años para jubilarse y tuvo la impertinencia de decirle que no estaba a favor de la intervención del Instituto. (“Intervención”, ¡qué fea suena esa palabra!).

Patapúfete pasó dos meses diciéndole que le iba a romper las piernas y que luego de hacerlo, la iba a tirar por las escaleras. Hace ya un tiempo Olga consiguió, presentando un certificado por stress, que le dieran Salud Pública. Indigna como puede haber gente con tan poco sentido del humor y tan abusiva de las licencias médicas.

Somos muchos los que podemos hablar de la integridad moral de Patapúfete. ¿Por qué no dicen esos malintencionados de ATE que él y otros muchachos de la banda organizaron el día del niño? Daba mucha ternura ver a Patapúfete vestido de Barney repartiendo caramelitos.

Es cierto que la organización del evento tuvo algunas falencias y que la comida sólo alcanzó para los organizadores. Los niñitos empezaron a fastidiarse porque tenían hambre. Parece que uno, insistente, siguió a su personaje preferido por todas partes pidiéndole que por favor le diera un pancho y que Barney, ya cansado de su perseguidor, lo cazó del pescuezo amenazándolo con meterle la cabeza dentro del agua hirviendo si no dejaba de molestarlo. Si así fuera, de nada pudiera acusársele. La falta no es de Patapúfete sino de la madre que seguramente malcrió a ese mocoso.

“Mens sana e corpore sano”. Una frase que lo engloba, porque Patapúfete, además de ser un excelente compañero, también es un amante del deporte. Algunos lo identifican como miembro de una barra brava conocida. ¿Acaso también es condenable la pasión por la camiseta?

En el Ministerio de Economía le pegó a un dirigente de ATE; está bien, reconozcámoslo. ¿Pero por qué no dicen que cuando sus amigos querían prender fuego el local gremial de ATE, fue Patapúfete quien los persuadió de no hacerlo? “Mejor rompámoslo todo – les dijo –, es más civilizado y menos peligroso para nosotros mismos”.

Sus otros méritos no hace falta enumerarlos. Son la prueba irrefutable de que con capacidad, disciplina y tesón, cualquier empleado responsable puede hacer carrera en la administración pública.

No entiendo cómo esta zurda loca se sigue resistiendo al cambio, ¿no se dan cuenta que queremos trabajar y que, como dice Patapúfete, no hay que mezclar el trabajo con la política?

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