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Comunicados de prensa

Astillero Río Santiago: una aproximación descriptiva a la conciencia de clase de sus trabajadores 1

Prensa PTS

27 de junio 2005

Por todo eso no hay que ignorar nunca la distancia que separa el estado de consciencia de los trabajadores, incluso de los más revolucionarios, de la verdadera conciencia de clase del proletariado. Pero este hecho se explica él mismo por la doctrina marxista de la lucha de clases y la conciencia de clase. El proletariado se realiza a sí mismo al suprimirse y superarse, al combatir hasta el final su lucha de clase y producir así la sociedad sin clases. La lucha por esa sociedad, mera fase de la cual es incluso la dictadura del proletariado, no es sólo una lucha contra el enemigo externo, con la burguesía, sino también y al mismo tiempo una lucha del proletariado consigo mismo, con los efectos destructores y humillantes del sistema capitalista en su conciencia de clase. La separación de los diversos terrenos que deberían estar unidos, los diversos estadios de la conciencia alcanzados por el proletariado hasta ahora en los diversos terrenos de su lucha, son un termómetro exacto de lo que ya ha conseguido y de lo que aún tiene que conseguir. El proletariado no puede ahorrarse ninguna autocrítica, pues sólo la verdad puede aportarle la victoria: la autocrítica ha de ser, por lo tanto, su elemento vital.

Georg Lukács, marzo de 1920


I. Presentación

En el presente trabajo desarrollamos los primeros avances analíticos del Programa de Investigación “Los Trabajadores en la Argentina actual -Encuesta Obrera”, realizado en el Astillero Río Santiago en el mes de diciembre de 2004, en convenio con el Cuerpo de Delegados por sección2.
Se observará a partir de la lectura de la historia del Astillero y la lucha de sus trabajadores, que se trata de obreros con un alto grado de politización. 
Nuestro interés es acercarnos a un primer análisis sobre algunos elementos que constituyen a la conciencia de clase de los trabajadores a partir de los datos que arrojan los resultados de la Encuesta Obrera. Decidimos separar del conjunto de los entrevistados en dos grupos de referencia e intentamos establecer cuáles son las características y opiniones de ambos en relación al total de trabajadores.
Se trata de aquellos obreros que votan a partidos de izquierda y aquellos que se declaran pertenecientes a la clase obrera/trabajadora. Intentamos establecer si estos trabajadores tienen una conciencia de clase más definida que aquella manifestada por el total de los entrevistados. Para ello tomaremos algunos elementos de su condición de vida y trabajo, centrándonos en su participación en la lucha de clases, en la organización sindical, así como en diferentes instituciones u organizaciones sociales, estableciendo cómo la elección de alternativas de izquierda en el caso de unos y en la defi-nición de clase obrera en el otro, influyen en la opinión política y sus acciones actuales.
Comenzaremos desarrollando algunos elementos de la historia de lucha de los trabajadores, no sólo por su importancia histórica sino porque permite contextualizar muchas de las respuestas de los entrevistados.
Finalmente presentamos algunos elementos conceptuales acerca de la conciencia de clase y el análisis descriptivo de los datos para terminar con algunas conclusiones que se irán ampliando, discutiendo y profundizando en próximas elaboraciones.

II. Un poco de historia

El Astillero Río Santiago, ubicado en el partido de Ensenada de la Provincia de Buenos Aires, es en la actualidad una de las pocas empresas estatales del país; fue creado en el año 1953 y ha sido uno de los motores de la lucha de clases en la región.
Al iniciarse la década del ‘70, el ARS contaba con 5500 trabajadores de planta permanente y alrededor de 3000 contratados, se trataba de una planta que abastecía a la Marina Mercante y de Guerra, pero además sus trabajadores “eran parte de aquellos sectores de vanguardia que continuando el proceso iniciado con la ‘Resistencia Peronista’, maduraban al calor de los importantes combates desarrollados en aquellos años”.
Así, a la vanguardia obrera combativa que se conformó a partir del “Cordobazo”, la experiencia de sindicatos clasistas, el “Villazo” y las Coordinadoras interfabriles surgidas en el Gran Buenos Aires en 1975, se sumó la Coordinadora Sur de Gremios en Lucha de la cual participaron activamente los obreros del ARS.
Producto de su combatividad el gobierno militar atacó al Cuerpo de Delegados, por ello la fábrica cuenta con 42 compañeros desaparecidos, alrededor de 200 encarcelados en distintos puntos del país, una decena de asesinados y varios exiliados. La memoria colectiva acerca de la situación de persecución, tortura y muerte vivida en los meses previos y durante la dictadura es hoy muy fuerte; muchas de las entrevistas hacen mención a estos hechos y compañeros.
A partir del gobierno de Alfonsín comienzan a sentirse los primeros efectos de la crisis que se había iniciado en la industria naval del país. En el ARS sólo se producían algunos buques misilísticos, faltaba ropa de trabajo, se aceleraba la caída salarial, etc., iniciándose una serie de luchas por aumento de salario y por recuperar reivindicaciones del convenio colectivo de trabajo de 1975, perdidas durante la dictadura. Se llevan a cabo movili-zaciones (1984, 1986), ocupaciones de la fábrica y piquetes obreros (1987). Durante esta década el número de trabajadores se había reducido a 2700. A partir de la crisis hiperinflacionaria se suspenden los trabajos, “el astillero se paraliza por completo y el gobierno menemista, como parte de su ‘Reforma del Estado’, iniciaba el intento de imponer su total vaciamiento como paso previo a la privatización”. Comenzaban a aparecer síntomas de desesperación y desmoralización4 y así el gobierno logra imponer los “retiros voluntarios”, como despidos encubiertos. Aceptaron el retiro 1100 trabajadores. Ante esta situación, la resistencia que llevan adelante los 1600 trabajadores que permanecieron en el ARS no podía tomar como recurso de lucha la huelga ya que estaba todo paralizado (cuentan los trabajadores que fichaban la entrada, limpiaban su lugar de trabajo y esperaban la hora de salida).
Surge la movilización callejera y la necesidad de coordinar acciones con otros trabajadores a nivel local. Así nace el Plenario Zonal de delegados, activistas y trabajadores en agosto de 1990, “reclamando salarios dignos, contra las privatizaciones, los despidos y las suspensiones y por la reactivación de las empresas de la zona” y se convoca a un acto para el 20 septiembre, “una verdadera jornada de lucha que ha quedado en la memoria colectiva como el Ensenadazo”. Estas instancias de coordinación avanzan y retroceden en función de las maniobras del gobierno y del sindicato.
En 1992 se retoman, en soledad, las movilizaciones, llegando a las recordadas marchas a la Bolsa de Valores y a la Sociedad Rural, realizándose otras 20 movilizaciones en el transcurso del año.
Al recrudecerse la lucha de los trabajadores, el gobierno ataca con la ocupación de la fábrica por parte del grupo Albatros y la Prefectura durante 45 días, pero los trabajadores responden con carpas en la puerta de ingreso de la planta para impedir el retiro de material y maquinaria, levantando una campaña de solidaridad junto a los estudiantes universitarios y con la decisión de ingresar a la fábrica a cualquier costo, lo que hace que a los tres días los Albatros deban abandonar la ocupación. “Aquello fue como ganar una batalla a lo grande. Primero nosotros y luego nuestras mujeres e hijos volvimos a entrar. Mientras viva no me voy a olvidar de aquel momento. Después fuimos a la dirección e hicimos una asamblea, nos abrazábamos, algunos lloraban y otros no, pero en la mirada estaba todo dicho”. Este episodio es hoy rescatado por la mayoría de los trabajadores cuando se les pregunta acerca de la lucha más importante.
Hacia 1993 Menem y Duhalde acuerdan la provincialización (transferencia que preparaba el terreno para la privatización incluyendo el despido de 800 trabajadores) despertando en los trabajadores la ilusión de una reactivación. Los dirigentes de ATE van a la zaga de esta política.
La transferencia se realiza, pero para poder avanzar se necesitaba liquidar el Cuerpo de Delegados y así en septiembre de 1995 Duhalde golpea suspendiendo a 200 trabajadores y luego despidiendo a 13 delegados, entre ellos los más combativos. Se realizaron marchas en el interior de la fábrica, se instalaron carpas en el ingreso, se paralizó la producción, se dió la unidad con los contratados que se pusieron a la cabeza de la lucha, y se exigió al sindicato.
Así se logra la reincorporación de los delegados, pero con el tiempo los hechos demuestran que la liquidación de la organización de base de los trabajadores, el Cuerpo de Delegados, había sido parte del acuerdo en la negociación entre el gobierno y De Gennaro. En 1996 una resolución de ATE convoca a elecciones de Junta interna por lista sábana. “Se liquida así, esta vez por la vía ‘democrática’ el Cuerpo de Delegados por sección, donde los compañeros eran elegidos en forma proporcional al número de trabajadores”.
Hacia ese año había 1100 trabajadores y unos 300 contratados, desac-tivada la organización de los trabajadores, el gobierno decide el despido de los contratados. Lucha en la que los trabajadores son derrotados.
En 1998, se inician luchas salariales, por el pase a planta de los trabajadores ingresados después de los despidos, por la recuperación del Cuerpo de Delegados y por la condiciones de trabajo que, por falta de seguridad laboral, se había cobrado la vida de un trabajador contratado.
Durante el año 2001 los trabajadores del ARS impulsan la conformación de la Asamblea Regional, instancia de organización antiburocrática que fue protagonista de las jornadas del 19 y 20 de diciembre a nivel regional. Muchos trabajadores responden ante la pregunta por lus sucesos del 2001, no haber participado entendiendo que ésto hace sólo referencia a la batalla de Plaza de Mayo, aunque algunos de ellos mismos nos decían que las jornadas las iniciaron ellos, ya que el 19 es brutalmente reprimida la marcha convocada por la Asamblea Regional.
Durante el 2002 y 2003 siguen luchas por la recomposición salarial y el pase a planta de contratados, logrando algunas mejoras en relación a los otros trabajadores estatales de la provincia. En el 2004 logran recuperar el Cuerpo de delegados por sección, ganando las elecciones internas lo cual, visto desde hoy, quizás haya sido uno de los primeros síntomas del actual proceso de recomposición obrera.
Al momento de realizar la encuesta, diciembre de 2004, en el Astillero Río Santiago trabajan 2322, de los cuales aproximadamente 500 eran contratados y becarios de la escuela técnica. Actualmente todos los contratados son parte de la planta permanente.
El establecimiento está organizado por Secciones, de las cuales las más importantes por cantidad de trabajadores son: Mecánica, Estructura, Soldadura, Cobrería, Chapa fina, Calderería de gradas, Buques militares, Pinturería, Técnica. De un nivel intermedio se encuentran: Carpintería, Dique, Mantenimiento, Administración, Almacenes y compras. Las secciones menores son complementarias al resto: Arenado, Vigilancia, Bomberos, Seguridad e Higiene, Galvanoplastía.

III. Acerca de la conciencia de clase

Para abordar el problema de la conciencia de clase queremos plantear en primer lugar la noción de clase obrera de la cual partimos. Decimos que se trata de aquellos que, expropiados de todo medio de producción, se ven obligados a vender su fuerza de trabajo a cambio de un salario, un salario que les impide acumular capital.
Así entendemos la existencia de la clase como parte de la estructura de clases en las que funda el capitalismo, que existe objetivamente, y cuya caracterización actual se presenta en el trabajo de Adriana Collado y Cecilia Feijoo en otro de los apartados de este dossier.
También creemos que es clase para sí en tanto se organiza y lucha contra el capital, y ésto tiene relación directa con la conciencia de clase. Hacemos referencia, por lo tanto, a la capacidad de la clase o de sectores importantes de ella de comprender la esencia de su situación y de los intereses que de ella emanan, de poder superar la lucha en el campo económico, más ligada a la lucha sindical, y tornarla en política, en el camino de la transformación conciente de la sociedad.
Al respecto Georg Lukács plantea: “al referir la conciencia al todo de la sociedad se descubren las ideas, los sentimientos, etc., que tendrían los hombres en una determinada situación vital si fueran capaces de captar completamente esa situación y los intereses resultantes de ella, tanto respecto de la acción inmediata cuanto respecto de la estructura entera de la sociedad, coherente con esos intereses; o sea: las ideas, etc., adecuadas a su situación objetiva”5.
Ahora bien, se trata de un concepto general que no permite analizar o caracterizar sus diferentes manifestaciones, más si entendemos que el desarrollo de la conciencia de clase, que se da a partir de la lucha de clases, no es lineal sino discontinuo, desigual y contradictorio, “no hay conciencia de clase dada de una vez y para siempre. La conciencia de clase va cambiando y se expresa de diferentes maneras, porque su desarrollo es un proceso heterogéneo, desigual y contradictorio en el tiempo y en el espacio. El grado de conciencia de clase de las masas trabajadoras no es siempre el mismo. Puede cambiar rápidamente, sobre todo en períodos revolucionarios. Los diferentes sectores de la clase obrera –decía Trotsky– llegan a la conciencia de clase por caminos y momentos diferentes6.
Para intentar aproximarnos en la investigación a una caracterización de algunas de las manifestaciones de la conciencia de clase de los trabajadores, tomaremos la definición planteada por Luis Vitale, sin desconocer aquellas realizadas por Antonio Gramsci en sus Cuadernos de la Cárcel7. Vitale plantea como estadios:
a) La ‘falsa’ conciencia, como expresión de la ideología burguesa, que no por ser ‘falsa’ no es real, frecuentemente, más activa de lo que se supone. El papel mediatizador lo realiza la burguesía a través de la ideología que transmite masivamente por medio de la cultura, la educación, los medios de comunicación de masas, etc. La ideología burguesa también se divulga mediante su correa de transmisión en el movimiento obrero: el reformismo pequeño-burgués y el reformismo obrero burocrático [...] b) La conciencia de clase, manifestación primaria de la lucha contra el patrón y la explotación económica capitalista. Algunos autores hablan de una conciencia sindicalista, como una manifestación de la conciencia primaria de clase. Otros, se refieren a una conciencia empírica y pragmática [...] c) Conciencia política de clase, significa un incremento cualitativo de la conciencia primaria de clase. Es el momento en que los trabajadores, o un sector importante de ellos, toma conciencia del papel que juega el Estado y la clase dominante; aspiran al socialismo pero no ven con claridad la forma de derrotar al sistema capitalista [...] d) La conciencia política revolucionaria de clase, que irrumpe cuando los trabajadores se proponen la conquista del poder. Esto se produce en los períodos revolucionarios [...] e) La conciencia socialista revolucionaria, que en general se desarrolla cuando importantes sectores de la clase adoptan el programa del partido o los partidos revolucionarios. Esto es difícil de ponderar. Sólo puede apreciarse su verdadera influencia en los movimientos huelguísticos, en las manifestaciones callejeras y, fundamentalmente en el momento decisivo en que se desencadena el estallido de la revolución [...] Estos grados o estadios de la conciencia de clase no están separados ni escindidos. Se entrecruzan, se interpenetran y se expresan, a veces en la misma coyuntura sociopolítica, de acuerdo al desarrollo desigual de la conciencia de clase en los diferentes segmentos de la masa trabajadora8.
La aclaración planteada por Vitale en el último párrafo debe desarrollarse para contrapesar ciertos aspectos arbitrarios de su categorización, especialmente en la distinción que realiza entre los niveles d) y e). Esto quiere decir que en la clase obrera existen grados diversos de apropiación de la experiencia de la clase en función del rol jugado por distintos sectores de la misma, lo cual se expresa en un desarollo no lineal de la conciencia.
Lo que intentaremos es plantear cómo se manifiesta la conciencia de los trabajadores, en el caso específico del ARS, como parte de aquellos sectores de la clase que vienen protagonizando el lento proceso de recomposición obrera. Para abordar estas “manifestaciones”, partiremos de las siguientes dimensiones que consideramos pueden permitirnos apreciar algunos elementos que constituyen la conciencia de clase:
i) De las causas de su situación de clase: atribución de la responsabilidad de los problemas de la clase (desocupación, pobreza, etc.) a la propia clase o al orden social vigente y/o los capitalistas.
ii) De la unidad de clase: visualización de la necesidad de unidad con otros sectores, de la existencia de intereses comunes, consideración de los métodos de lucha de otros sectores de la clase como legítimos, priorizando la defensa de sus derechos por sobre la legalidad burguesa.
iii) Del antagonismo de clases; existente entre la clase obrera, los capitalistas y el Estado: identificación del adversario de clase.
iv) De la necesidad de organización política de la clase; necesidad de un partido de la clase y de la independencia política, visión del gobierno y de los partidos políticos.

IV. Análisis descriptivo de los datos

Comparamos algunas de las variables de las respuestas del Total de los encuestados (muestra) y de los siguientes grupos: Votantes de izquierda y obreros que se definen o declaran pertenecer a la Clase obrera / Trabajadora.
Así establecimos una serie de indicadores que en su conjunto nos hablan de algunos aspectos demográficos y de cómo luchan y piensan la realidad política y social aquellos obreros que votaron a la izquierda en las últimas elecciones nacionales y provinciales y aquellos que se autodeno-minan de la clase obrera/trabajadora. Estos indicadores son: edad, antigüe-dad, opinión sobre la organización sindical, participación en luchas y actividades políticas, así como en instituciones u organizaciones y opinión sobre la realidad política y social.
Cabe destacar que el resto de las variables en relación a condiciones de vida, ocupación y organización del trabajo, son relativamente iguales para el conjunto de los trabajadores.
Del conjunto de la muestra el 13,6% se declaran votantes de izquierda a nivel provincial9, de los cuales sólo uno es militante, es decir, no fueron parte de la muestra total el resto de los militantes de izquierda que integran el Cuerpo de Delegados y el activismo de la fábrica, manteniéndose de esta manera la proporcionalidad existente entre obreros/obreros militantes de izquierda.
Se declaran pertenecientes a la clase obrera/trabajadora el 22,8% de los entrevistados. Mientras sólo 4,9% de los casos declaran pertenecer a la clase obrera y votaron a la izquierda a nivel provincial9.
Nuestra opción fue establecer una relación entre los indicadores del total de los entrevistados con el grupo de votantes de izquierda y aquellos que se declaran de la clase obrera (sabiendo que, como indica el cuadro, un 4,9% se encuentra en ambos). Tomamos estos indicadores porque creemos que son los que mejor dan cuenta de cómo se comportan aquellos que poseen una identidad política y de clase más definida.

Edad
Vemos que, mientras en general la edad de los trabajadores se distribuye homogéneamente entre los 18 y los 66 años, aquellos que votaron a la izquierda se concentran entre los más jóvenes mientras que aquellos que se declaran clase obrera se encuentran entre los de mayor edad.

Antigüedad
Del grupo total de encuestados más del 60% tiene 10 años o menos de antigüedad, de los votantes de izquierda el 60% tiene también hasta 10 años, de los cuales 2 de cada 3 tienen entre 6 y 10 años en la fábrica (fueron parte de la lucha por el pase a planta permanente de los contratados y el resurgimiento del Cuerpo de Delegados en los hechos). De los que se reconencen como clase obrera más del 50% tiene más de 20 años de antigüedad.
En la antigüedad tiene incidencia la edad de los trabajadores y ambas impactan en su reconocimiento como clase obrera, más en una empresa como el ARS con gran tradición de lucha, cuyos obreros más viejos han formado parte de la vanguardia obrera combativa de los ‘70 y de la resistencia a los planes privatizadores de los ‘90. Más recientemente de la Asamblea Regional, experiencia de organización antiburocrática de fines de 2001 y del proceso de recuperación de organizaciones de base democráticas a partir del triunfo del Cuerpo de Delegados por Sección en las elecciones de ATE en 2004.

Participación en las luchas del ARS
El 60,5% de los trabajadores que se definen pertenecientes a la clase obrera y el 60% de los que votaron a la izquierda afirman que han realizado acciones, medidas de lucha o llamados a asambleas sin el consentimiento de ATE (en la muestra total son el 52%)10.
De los que se definen clase obrera más del doble que en el grupo total plantea que se debió a luchas por aumento de salario, deudas salariales, defensa de la fuente de trabajo, despidos de compañeros, y el triple en relación al total contra la burocracia, para la conquista del Cuerpo de Delegados. No se da el caso en este grupo, como sí en la muestra total y en los votantes de izquierda, que no recuerden el motivo de esas luchas.
Lo más relevante es el hecho que recuerden los motivos de las instancias de autoorganización, ésto hace pensar que este grupo ha sido real protagonista de dichas experiencias, lo que a su vez ha incidido en su definición de clase.
En cambio entre los votantes de izquierda un significativo 44% no recuerda el motivo, lo que indicaría el no haber sido parte de esas luchas y conocerlas más por transmisión de los viejos obreros que por protagonismo propio.
En cuanto a si ha habido alguna lucha en su lugar de trabajo en los últimos años, el 84,2% del total de trabajadores dijo que sí, el 84% de los votantes de izquierda y el 86% de los que se definen clase obrera.
En relación a cuál fue el motivo de la lucha más importante, las respuestas fueron las siguientes:
Es interesante destacar que ante esta pregunta que plantea explícitamente “lucha de los últimos años”, vuelven a hacer referencia mayori-tariamente a las luchas de los ‘90 (contra la privatización y el despido de los delegados) y nuevamente los votantes de izquierda las mencionarían a partir de la transmisión oral de sus viejos compañeros.
En el grupo total responde haber participado el 75,5%, entre los votantes de izquierda el 68%, y entre los que se definen clase obrera el 83,6%.

Participación en manifestaciones no sindicales
Si tomamos en cuenta la participación en manifestaciones no sindicales del conjunto de los entrevistados, un 18,5% responde haber participado. Esta relación en los votantes de izquierda es de 36%, mientras que en los que se definen como clase obrera es de 28,5%. Ambos grupos superan el porcentaje del grupo total.

Participación en organizaciones / instituciones
Quienes manifiestan una definición de clase obrera tienen más experiencia de participación en organizaciones sindicales, políticas y barrial-sociales, así como menos experiencia en la Iglesia y clubes barrial-deportivos. Los votantes de izquierda sólo en lo sindical.
Respecto de la participación en actividades políticas en tiempo de ocio también registran mayor participación.

¿Qué opinan los obreros del ARS?

Sobre la organización sindical
Es importante señalar que la encuesta se realizó a pocos meses de la recuperación del Cuerpo de Delegados por sección, que es parte de su tradición organizativa y que habían perdido en 1996. Este se recupera a partir de la realización de asambleas por sección donde se vota formar una lista unitaria de delegados elegidos en asambleas de sección y cuyos cargos fueron decididos en asamblea general, que se compromete a funcionar con los métodos de la democracia obrera. Obviamente esta experiencia reciente impacta en la opinión sobre la organización sindical.
Tres de cada cuatro obreros del ARS afirma que efectivamente se sienten representados por sus delegados, es un tanto superior en los grupos votantes de izquierda y que se definen clase obrera:
Los dos motivos más planteados por los que se sienten representados por sus delegados son: que defienden a los trabajadores, responden a sus demandas y que se manejan con métodos democráticos. Los votantes de izquierda y los que se definen clase obrera superan ampliamente la media del grupo total en lo que se refiere a destacar los métodos democráticos, explicitando en varios casos la recuperación del Cuerpo de Delegados.
La opinión respecto a la función que debe cumplir un Sindicato es la variable de mayor diferencia entre el total de trabajadores respecto a los otros grupos. La otra función planteada en todos los grupos es la de brindar servicios a los afiliados.
En la opinión acerca de si ATE es democrático o burocrático también la diferencia entre el grupo total y los otros grupos es importante.
Si bien observamos cierta capacidad, por su experiencia, de diferenciar entre la organización de base y el sindicato, ésta es mínima en términos generales. Una explicación es el peso del ARS en las decisiones de la seccional sindical. “Sí, porque terminan haciendo lo que decidimos en asamblea” dice un trabajador, reconociendo la relación de fuerzas que el ARS le impone a ATE Ensenada, en manos de la Lista Blanca.
Podemos concluir que entre los votantes de izquierda la democracia obrera y la defensa de sus intereses como trabajadores son los aspectos más valorados de la organización sindical y por los cuales los delegados de izquierda ganarían su adhesión en el terreno electoral.
En cambio, los que se definen clase obrera, aunque valoran los mismos aspectos y por ésto se sienten representados por sus delegados, a la hora de votar tiene peso su tradición peronista.

Sobre la realidad política y social
Es necesario destacar el alto grado de politización que se evidencia en las respuestas a este tópico de la mayoría de los obreros del ARS. Esto podemos relacionarlo por una parte con la historia de lucha del Astillero en la que han confrontado con el Estado, los diferentes gobiernos y sus Directorios en la fábrica. Por otra parte, con el proceso de recomposición de la subjetividad que se manifiesta tras las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001, más en un lugar como el ARS con una enorme legalidad para la discusión y la actividad política.
Entre los votantes de izquierda y los que se definen clase obrera se elevan los porcentajes respecto del imperialismo, el FMI y el Banco Mundial como enemigos de los trabajadores en relación al grupo total. Entre los votantes de izquierda, se eleva ampliamente el porcentaje de quienes consideran enemigo al gobierno de Kirchner. La institución menos desprestigiada entre los trabajadores es la Iglesia.
El 33% de los trabajadores se considera de clase media, definiéndose como media baja un 27%. Un 13% se define como clase baja o pobre. Si sumamos estas cifras, tres de cada cuatro trabajadores al referirse a su pertenencia de clase no se consideran parte de la clase obrera. Sí lo hace el 22%.
Del 13,6% de votantes a la izquierda, 64% se declara perteneciente a la clase media 24%, media baja 36% o baja, 4%. Se reivindican pertenecientes a la clase obrera el 36%.
Respecto a la definición de lo sucedido el 19 y 20 de diciembre de 2001, en el caso de los votantes de izquierda y los que se definen clase obrera es muy importante la diferencia respecto a mencionar la intervención de las masas en la caída del gobierno.
El 69% del total de trabajadores dice no haber participado de las jornadas del 19 y 20 de diciembre, contestando afirmativamente el 17,4%. Entre los votantes de izquierda el 76% y 16% respectivamente. Aquellos que se definen pertenecientes a la clase obrera dicen haber participado el 24,5%.
El 49% del total de trabajadores considera que nada cambió después del 19 y 20, el 51% que sí. Entre los votantes de izquierda el 52% considera que no cambió nada, el 36% cree que sí. Entre los que se definen clase obrera considera que nada cambió el 58,3% y que sí el 30,3%. Más de la mitad de quienes se definen clase obrera plantea cambios en la economía y la política.
Respecto al gobierno de Kirchner, 42,1% del total de trabajadores tiene una opinión positiva de la gestión pero sin confianza a ciegas (dicen “hasta ahora va bien”), mientras que el 62% de los que se definen obreros tiene la misma opinión, en más de la mitad sin confianza a ciegas, haciendo hincapié en la diferencia con otros gobiernos. Entre los votantes de izquierda el 36% tiene opinión negativa, aclarando la mayor parte que “es más de lo mismo”.
Entre las siete opciones para explicar las causas del desempleo, los trabajadores debían elegir dos. En orden decreciente, las más elegidas fueron: el sistema capitalista, el modelo neoliberal y el comportamiento de los empresarios. Podemos decir que todas éstas responsabilizan a la patronal y su régimen político. Un pequeño porcentaje elige como causas que los extranjeros le sacan el trabajo a los argentinos y la falta de capacitación de los trabajadores. Éstas ponen el acento en culpar a los mismos trabajadores. Por último, lo atribuyen a la incorporación de alta tecnología y al alto costo laboral. En estos dos casos los trabajadores tomarían los argumentos de justificación de la patronal.
Las cifras casi no varían en el grupo votantes de izquierda excepto en el sistema capitalista que lo elige como causa de la desocupación un significativo 52%, a la vez que desciende el mismo porcentaje (12%) incorporación de alta tecnología y alto costo laboral.
Más del 50% de los trabajadores que se definen de clase obrera identifican el sistema capitalista y el modelo neoliberal. Podemos ver que es insignificante la incidencia del argumento de justificación patronal acerca del alto costo laboral.
Aunque parecería contundente la adjudicación de la responsabilidad a los empresarios y su régimen político, esta respuesta es contradictoria con la solución más elegida frente a la desocupación. Debiendo optar por dos, la mayoría planteó que los empresarios inviertan en el país, luego que el Estado genere puestos de trabajo a través de un plan de obras públicas.
En el grupo que se define clase obrera se aprecia una tendencia mayor a la alternativa que el Estado genere puestos de trabajo a través de un plan de obras públicas y menor en relación a que los trabajadores abran fábricas y las pongan a producir bajo su control. En cambio en el grupo votantes de izquierda suben las tendencias que ponen la resolución de la desocupación en manos de los propios trabajadores (abrir fábricas y microemprendimientos).
La mayoría considera que la solidaridad mutua entre trabajadores ocupados y desocupados favorece los intereses del conjunto de los trabajadores.
En todos los grupos la inmensa mayoría opina que es justo que los obreros tomen fábricas para defender su fuente de trabajo (92,4% en el grupo total, 100% en votantes de izquierda y 95,2% en clase obrera).
El 60,9% del total de trabajadores apoya que los piqueteros corten las calles como forma de hacer escuchar sus reclamos. Del 39% restante: 21,7% no apoya porque piensa que no quieren trabajar, el resto considera legítimo el reclamo pero no el método. Casi iguales son las cifras en el grupo que se define clase obrera. En cambio, entre los votantes de izquierda, quienes apoyan son el 88%.
En relación al aborto, el 54,3% del total de trabajadores opina que la conquista del derecho al aborto sería un paso adelante para que las mujeres puedan decidir sobre su propia vida, mientras que un 34,8% consideran que quienes apoyan este derecho están contra la vida. Entre los votantes de izquierda la tendencia se eleva a 70%, y a 78,6% entre los que se definen clase obrera.
Las opiniones en torno al pago de la deuda externa, muestran también una clara diferencia entre el total de trabajadores y los grupos votantes de izquierda y quienes se definen clase obrera, donde predomina el no pago en la mitad o más de los casos.
Es interesante comparar la definición política actual de los trabajadores con las tendencias políticas de la familia de origen: en el grupo total más de la mitad declaró provenir de familia peronista, y más de la mitad se define como apolítico.
Mientras que entre los votantes de izquierda es mayor al porcentaje del total quienes provienen de familia apolítica, entre los que se definen clase obrera lo es quienes provienen de familia peronista.
Entre los votantes de izquierda es menor el porcentaje del grupo total quienes se definen apolíticos, para aumentar la definición de izquierda. Entre los que se definen clase obrera también es menor la definición como apolítico para aumentar la peronista y de izquierda.
Poco más de la mitad de trabajadores cree que el peronismo actual representa los intereses de los trabajadores mientras una tercera parte no. Entre los que se definen clase obrera las opiniones están divididas en partes iguales, mientras entre los votantes de izquierda dos de cada tres cree que no. Con respecto a los partidos de izquierda, en el total de obreros son más los que creen que no representan sus intereses que los que sí. Esto se invierte entre los votantes de izquierda y los que se definen clase obrera.
La misma polarización que se da en la opinión acerca de si la izquierda representa los intereses de los trabajadores, se observa en la opinión acerca de la necesidad de que los trabajadores tengan un partido político propio:
En el total de obreros, la tercera parte de quienes lo creen necesario argumenta que representaría los intereses de los trabajadores, y un 20,8% de quienes no lo creen necesario, considera que para eso están los gremios.
Si comparamos entre el grupo total de trabajadores y los que se definen clase obrera, entre estos últimos, en las elecciones presidenciales del 2003, disminuye el voto a Kirchner (que pasa de un 57,6% al 47,6%), y aumenta el voto a la izquierda (que pasa del 3,8% al 11,9%).
Si bien el voto a Kirchner entre los que se definen clase obrera es menor en un 10%, pesa una historia familiar y personal más ligada con el peronismo que la general.
La inmensa mayoría de los obreros del ARS considera al capitalismo como un sistema económico y político injusto. En los grupos total y votantes de izquierda alrededor de dos de cada tres obreros cree que es posible un sistema alternativo. La tendencia es aún mayor (tres de cada cuatro) entre los que se consideran clase obrera. Alrededor del 20% no sabe y una minoría contesta que no.
Al intentar definir cómo sería ese sistema, un significativo 44,8% del total de los obreros contesta que no sabe, en los otros grupos son un porcentaje mucho menor. Las respuestas en general hacen referencia a: mayor igualdad social, reeducando a la gente, con trabajo y cambiando los dirigentes. Sólo una ínfima minoría define una sociedad sin clases o socialista.
Al intentar definir al socialismo, la mitad del grupo total dice no saber, en los grupos votantes de izquierda y quienes se definen clase obrera uno de cada tres no sabe. Las definiciones giran en torno a: socialismo como un sistema más equitativo, justo o con acceso a bienes sociales (salud, educación), un partido o movimiento político o la referencia a algún aspecto concreto, como la eliminación de la propiedad privada, la dictadura del proletariado, etc..
Por último, creemos necesario señalar que al ser tan altos los porcentajes (más de 80%) en las respuestas a algunas preguntas, no se encontraron diferencias significativas respecto al porcentaje del total de trabajadores con los grupos votantes de izquierda y quienes se definen clase obrera (aunque siempre estos dos grupos registraron una tendencia mayor) en los siguientes tópicos:
a) La inmensa mayoría considera que el menemismo benefició a los empresarios y a los grupos económicos extranjeros y nacionales y perjudicó a los trabajadores y la clase media.
b) Que las privatizaciones de las empresas públicas, la flexibilización laboral y la convertibilidad perjudicaron a los trabajadores.
c) Que con la actual distribución de la riqueza en Argentina se benefician sólo unos pocos: los empresarios, los grupos económicos, el gobierno y los políticos de turno.
d) Que el capitalismo no es un sistema económico y político justo, porque genera desigualdad social y se basa en la desigual distribución de la riqueza, beneficiando a unos pocos en perjuicio de la mayoría.

V. Conclusiones

El primer elemento a señalar es el peso que tiene la experiencia y tradición de lucha de los obreros del ARS en la constitución de su conciencia de clase, tanto de aquellos que fueron participantes de las mismas como de sectores más jóvenes y de más reciente ingreso a la fábrica.
El dato más significativo que demuestra ésto es que el grupo votantes de izquierda, compuesto por un 60% de obreros con 10 años o menos de antigüedad y que a su vez son en su mayoría jóvenes de menos de treinta años, destacan como las luchas más importantes a aquellas ocurridas durante los ‘90 contra el intento de cierre o privatización y más específicamente la del despido de los delegados en el año ‘95.
A su vez la importancia de estas luchas, que forman parte de la memoria colectiva de la zona, y su impacto en la conciencia de estos obreros se explican porque, si bien fueron golpeados por el despido de trabajadores contratados y los retiros voluntarios en tanto despidos encubiertos y tuvieron que resistir algunos años con salarios miserables y en condiciones sociales humillantes, salieron victoriosos de los intentos de cierre del Astillero en un contexto regional devastado por el cierre de industrias como los frigoríficos o la hilandería que albergaban a miles de trabajadores, así como por la privatización de YPF, por ejemplo. Un contexto de profunda depresión en una región con una historia pujante en términos sociales, culturales y políticos. Y triunfaron conservando la mayor parte de las conquistas históricas de la clase obrera argentina que se sintetizan en el convenio colectivo vigente, que es el firmado en 1975 (algunas cláusulas están suspendidas desde la dictadura).
Otro elemento a considerar, directamente relacionado con estas conquistas y con el proceso técnico de trabajo de la industria naval, es la organización y ritmos de trabajo. Si tomamos en cuenta que la mayor parte de las tareas se realizan colectivamente, con ritmos laxos, donde por los métodos artesanales empleados se ponen en juego la creatividad y la experiencia, que cuentan con momentos amplios para el descanso en espacios cubiertos (las “cuevas”) donde los obreros leen periódicos, discuten, se organizan, podemos decir que existen condiciones adecuadas para la reflexión, la transmisión de la experiencia, la confrontación de posiciones, y por ende para la constitución de la conciencia de clase.
Tomando los ejes conceptuales ya desarrollados, rastreamos en las respuestas dadas por los obreros del ARS aquellas “manifestaciones” que nos permitieran caracterizar la conciencia efectivamente operante de este segmento de la clase. Analizamos las diferencias existentes en relación a estas manifestaciones de aquellos que votan a la izquierda y de los que se definen pertenecientes a la clase obrera y el resto de los obreros del ARS, o sea, qué elementos inciden y muestran (o no) un avance en la conciencia de estos grupos particulares.
Así, en relación a las causas de su situación de clase tomamos como indicadores las respuestas sobre la desocupación, problema central para la clase no sólo desde el punto de vista de sus condiciones sociales sino también político, por la fragmentación que implica hacia el interior de la misma.
Los votantes de izquierda atribuyen ampliamente las responsabilidades al sistema político y económico vigente (sistema capitalista y modelo neoliberal) y a sus beneficiarios directos, los empresarios. En la búsqueda de soluciones a este problema, aunque contradictoriamente la opción más elegida sea la que depende de los empresarios, también hay una mayor elección de opciones que implican tomar los problemas en sus propias manos o exigir al Estado un plan de obras públicas.
Los trabajadores que se definen de clase obrera realizan la misma operación tanto en la elección de causas como de soluciones. La mayoría identifica al sistema político y económico vigente, pero es de destacar que un porcentaje mucho menor que el total y que los votantes de izquierda, identifica a los extranjeros como causantes de la desocupación así como al alto costo laboral, en tanto justificación patronal ampliamente difundida en los ‘90 tendiente a culpabilizar a los mismos trabajadores por su historia de lucha y sus conquistas.
Aunque al pensar las soluciones tiene un peso notable la confianza en los empresarios y son menos proclives a tomarlas en sus propias manos, se presenta una mayor tendencia a la exigencia estatal y a la reducción de la jornada laboral con igual salario, lo que implica poner en jaque la ganancia capitalista.
Podemos decir entonces que en esta dimensión, aquellos que plantean pertenencia de clase explícitamente manifiestan un mayor grado de conciencia en tanto son menos permeables a los discursos de justificación patronal del desempleo así como a la identificación de sus causas en otros sectores de la misma clase.
La unidad de clase, donde tomamos como indicadores las opiniones en relación a la unidad con los trabajadores desocupados y los métodos de lucha empleados por éstos y por los trabajadores de fábricas recuperadas, se expresa claramente. La amplia mayoría de la fábrica considera que la unidad ocupados/ desocupados favorece el interés del conjunto de la clase y que está bien que los obreros tomen fábricas para defender su fuente de trabajo, aún más los votantes de izquierda. Quienes además demuestran mayor tolerancia con los métodos del movimiento piquetero (88% considera justo que los piqueteros corten calles para hacer escuchar sus reclamos).
El antagonismo de clases, cuyo indicador es la consideración de distintos sectores como aliados o enemigos de los trabajadores, muestra coherentemente altos porcentajes en la consideración como enemigos del FMI/BM, el imperialismo, el empresariado argentino en el total de la fábrica pero con valores mucho más altos en los dos grupos de referencia, además éstos se elevan del porcentaje total al considerar a la Iglesia como enemiga y por parte de los votantes de izquierda el más alto de los porcentajes (44%) en considerar al gobierno de Kirchner como enemigo de los trabajadores. Así observamos que en esta dimensión los votantes de izquierda comprenden más integralmente al conjunto de sus adversarios de clase, ven no sólo al imperialismo, sus organismos y a los empresarios sino también al gobierno en tanto representante de los intereses del capital.
Por último, la necesidad de organización política independiente de la clase, donde tomamos como indicadores la necesidad de un partido político propio de los trabajadores, la consideración de diversos partidos como representantes o no de los intereses de los trabajadores y la consideración del gobierno de Kirchner. Entre los votantes de izquierda, se expresa en posiciones divididas en cuanto al partido, y los más altos porcentajes entre todos los grupos en cuanto a considerar que los partidos de izquierda representan los intereses de los trabajadores y que el peronismo no lo hace. Lo mismo ocurre en cuanto a una visión negativa del gobierno de K, como “más de lo mismo”.
En el grupo de los que dicen pertenecer a la clase obrera tenemos que la mayoría considera necesario un partido político propio de la clase y también una mayoría dice que los partidos de izquierda representan a los trabajadores, pero a su vez consideran mayoritariamente (62%) como bueno el desempeño del gobierno de Kirchner y posiciones divididas en relación a si el peronismo actual los representa.
Observamos entonces una mayor tendencia a la independencia política por parte de los votantes de izquierda mientras que en los que dicen pertenecer a la clase obrera influye su mayor procedencia familiar y definición política actual peronista.
Habiendo analizado algunas manifestaciones de diferentes dimensiones constitutivas de la conciencia de clase y retomando ahora la definición planteada por Vitale podemos atrevernos, con el riesgo de ser sumamente esquemáticos, a concluir que:
Tomando el total de trabajadores, en general se dan manifestaciones en las que se observa una conciencia primaria de clase con un importante nivel de compresión acerca de su situación, ya sea en relación a las causas de la misma como a la unidad de clase.
Tomando los grupos específicos podemos decir que existen elementos de conciencia política de clase en tanto no sólo comprenden las causas de su situación y la unidad de clase sino también manifiestan mayor claridad en relación a sus adversarios y una mayor tendencia a la organización política de la clase.
Los límites de la misma se expresan en la búsqueda de soluciones a la desocupación de la mano de los empresarios y del Estado. Una explicación posible sería que el gobierno de Kirchner, del cual tiene una opinión positiva la mayoría de los que se definen clase obrera y un alto porcentaje de los votantes de izquierda, generaría expectativas en un “capitalismo nacional” que mejore la situación de la clase.
A su vez, es necesario señalar los límites de estas expectativas ya que no existiría una relación orgánica con el peronismo, cuestión que se refleja en la definición política de los obreros y en la consideración acerca de si el peronismo representa los intereses de los trabajadores; así como la representación que tienen del poder de las masas en la lucha de clases, que se expresa en que una gran proporción de los integrantes de estos grupos destaca la intervención de las masas en la caída del gobierno de De la Rúa.
Por último, existe un mayor grado de articulación de las dimensiones entre los votantes de izquierda, mostrando siempre los más altos índices en consideraciones que manifiestan un avance aún mayor de su conciencia política de clase. Si consideramos que la mayoría de este grupo son jóvenes, podemos decir que en su conciencia han influido el proceso abierto a partir de diciembre de 2001 y la transmisión de la experiencia de lucha y organización del ARS por parte de los obreros que han participado.
Estas ideas las seguiremos profundizando y confrontando con datos provenientes de otros sectores de trabajadores. Intentando de esta manera aportar a la clase obrera en este lento pero importante proceso de recomposición de su subjetividad.

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NOTAS
1 En base a la tarea de campo realizada junto al equipo de investigación integrado por estudiantes de diferentes carreras de la UNLP.
2 Los datos fueron relevados en dos momentos de investigación: 1) Entrevista abierta basada en un guión, en el ARS, con un integrante del Cuerpo de Delegados por sección. Reunión espontánea con trabajadores de la sección Cobrería y recorrida por la fábrica donde tomamos contacto con otros delegados y trabajadores. Reuniones con el Cuerpo de Delegados por sección. 2) Realización de encuestas a 184 trabajadores de una muestra de 200. La muestra se definió estratificada según las secciones de trabajo y proporcional en el sentido de que se intentó encuestar al 9% de los trabajadores de cada una de las secciones.
3 Lo desarrollado en este apartado ha sido elaborado a partir de fragmentos del libro Astillero Río Santiago, su historia y su lucha relatada por sus trabajadores, de José A. Montes (coordinador), Bs. As., Ed. La Verdad Obrera, 1999. Material realizado por trabajadores del ARS a partir de entrevistas a referentes de las luchas de cada período desde la década del ‘70, que permite conocer la historia reciente de la región.
4 El relato de un trabajador en el libro citado da cuenta de esto: ”la desmoralización que hubo fue por los retiros voluntarios, hubo gente que pedía ‘no muchachos, no se vayan, quédense, vamos a seguir luchando, vamos a seguir peleando’, pero había gente que estaba enferma en ese sentido, había como 300 por psiquiatría, y fallecidos un montón”.
5 Georg Lukacs, Historia y consciencia de clase I, Madrid, Sarpe, 1985, pg. 131.
6 Citado en Luis Vitale, “Las manifestaciones de la conciencia de clase en el movi-miento obrero latinoamericano”, en Cuadernos Marxistas Latinoamericanos de Educación Política, Caracas, El Topo Obrero, 1982.
7. Establece como el primer y más elemental estadio de la conciencia de clase “el económico-corporativo”, donde la lucha se restringe al enfrentamiento con los patrones. El segundo “es aquel en el cual se conquista la conciencia de la solidaridad de intereses de todos los miembros del grupo social, pero todavía en el terreno meramente económico. Ya en este momento se plantea la cuestión del Estado, pero sólo en el sentido de aspirar a conseguir una igualdad jurídico-política con los grupos dominantes, pues lo que se reivindica es el derecho a participar en la legislación y en la administración, y acaso el de modificarlas y reformarlas, pero en los marcos fundamentales existentes”. Y el último estadio “aquel en el cual se llega a la conciencia de que los mismos intereses corporativos propios, en su desarrollo actual y futuro, superan el ambiente corporativo, de grupo meramente económico, y pueden y deben convertirse en los intereses de otros grupos subordinados. Esta es la fase más estrictamente política, la cual indica el paso claro de la estructura a la esfera de las superestructuras complejas; es la fase en la cual las ideologías antes germinadas se hacen ‘partido’, chocan y entran en lucha, hasta que una sola de ellas, o, por lo menos, una sola combinación de ellas, tiende a prevalecer, a imponerse, a difundirse por toda el área social, determinando, además de la unidad de los fines económicos y políticos, también la unidad intelectual y moral, planteando todas las cuestiones en torno a las cuales hierve la lucha no ya en un plano corporativo, sino en un plano ‘universal’, y creando así la hegemonía de un grupo social fundamental sobre una serie de grupos subordinados”.
8 Luis Vitale, op.cit.
9 La categoría de votantes de izquierda está construida en base a los que votaron candidatos de izquierda en las elecciones provinciales de 2003. De ellos, un 1,6% manifiesta haber votado al PO y un 9,8% al PTS, cuyo candidato, José Montes, es delegado y dirigente histórico del Astillero.
10 Los cuadros a continuación Motivos de luchas sin el concentimiento de ATE, Motivo de la lucha más importante, ¿Por qué se siente representado por sus delegados?, ¿Qué cambió luego del 19 y 20 de diciembre del 2001?, corresponden a preguntas abiertas con posibilidad de respuestas múltiples.

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