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Comunicados de prensa

DEBATE

A propósito del artículo "UBA, Q.E.P.D." de José Eliaschev

Muchos de los que leímos la edición impresa de Perfil del 12 de agosto, encontramos con desagrado una columna de José Eliaschev, titulada “UBA Q.E.P.D.”, en la que se refiere a la última sesión (trunca) de la Asamblea Universitaria. Allí el periodista llama a los estudiantes de la FUBA “punteros”, “termocéfalos” (asumimos que esto es cabeza de termo), etc., y acusa a quienes estuvimos el 6 de agosto en el Colegio Nacional de Buenos Aires, de quemar los asientos, romper respaldos, y otros delitos.

Octavio Crivaro

17 de agosto 2007

Muchos de los que leímos la edición impresa de Perfil del 12 de agosto, encontramos con desagrado una columna de José Eliaschev, titulada “UBA Q.E.P.D.”, en la que se refiere a la última sesión (trunca) de la Asamblea Universitaria. Allí el periodista llama a los estudiantes de la FUBA “punteros”, “termocéfalos” (asumimos que esto es cabeza de termo), etc., y acusa a quienes estuvimos el 6 de agosto en el Colegio Nacional de Buenos Aires, de quemar los asientos, romper respaldos, y otros delitos. Lo de “delito” no es una licencia de exageración, ya que Eliaschev culmina su desagradable nota haciéndose una pregunta: “¿Es inevitable que el crimen quede impune?”, sumándose a la andanada de la derecha blumberguiana y macrista, que el gobierno de Kirchner hizo propia, de criminalizar las luchas sociales y políticas.

Como estudiante de sociología de la UBA, como militante estudiantil, como miembro de la mesa ejecutiva de la FUBA por En Clave ROJA-PTS, como trabajador y como lector, me sentí agraviado y atacado, por lo que publico esta respuesta.

El lenguaje castrense de Eliaschev

Realmente llama la atención el lenguaje inusitadamente policial del artículo que critico. Uno no sabe si recurrir a la analogía con los comunicados de la última dictadura militar (“minorías operativas” llama Eliaschev a los militantes estudiantiles), o a los represores de la Semana trágica y la Patagonia Rebelde: en un dejo castrense, Eliaschev habla de minorías de “agitadores” y “bandas incendiarias”.
Podría haberse tomado 2 renglones para mencionar, por ejemplo, que entre los “demócratas” asambleístas, se encontraban los amigos del funcionario de Cacciatore, Atilio Alterini. Pero, como vemos en las palabras de Eliaschev, que hablan mucho más que lo que dicen, no es esta su intención. Para qué atacar funcionarios de la dictadura, si helos allí a ellos: los agitadores.

Pierde de vista Eliaschev, desde ya que no adrede, que lo que el llama “minorías operativas”, no son castas que se apoderan de las organizaciones en forma mafiosa, sino corrientes (con varias de las cuales tenemos diferencias) que ganaron en las elecciones la conducción de 7 de los 13 centros de estudiantes de la UBA, además de la de la Federación. En buena medida esto es así por la profunda decadencia en que cayeron la UCR, y particularmente la Franja Morada, que Eliaschev añora en silencio.

Las reales causas de la decadencia

En la pantomima de Eliaschev, la decadencia de la UBA deviene cuando un militante estudiantil entra al recinto del Buenos Aires y comienza con un odio desenfrenado a romper los asientos. Al margen de que muy probablemente los asientos del prestigioso colegio estén rotos desde que Eliaschev era estudiante secundario, el periodista omite hablar de las causas verdaderas, y no de las suyas, mitológicas y reaccionarias, de la decadencia de la UBA (y, con ella, la del tapizado de los asientos del Buenos Aires).

Desconozco cuáles fueron las críticas que hizo oportunamente Eliaschev al reinado del contador Shuberoff y de la Franja Morada. En un desliz prejuicioso (el autor de la nota en cuestión me habilita), asumo que ninguno, porque sí me consta el fervoroso alfonsinismo que profesó nuestro periodista. En fin, durante la época de Shuberoff comenzaron a implementarse y solidificarse los mecanismos alrededor de los cuáles una pequeña minoría del “claustro de profesores” convirtió la vida universitaria en un negocio individual y de casta, mientras la UBA se aisló más y más de los problemas de la inmensa mayoría trabajadora argentina, y estrechó lazos silenciosos y subterráneos (pero fortísimos) con empresas privadas y partidos capitalistas.

Si está leyendo esto, Eliaschev se reiría porque, claro, “términos” como capitalismo son para él piezas de museo. Sin embargo no lo son, lamentablemente, ni tampoco en la universidad. Como se desprende de una investigación del economista Axel Kiciloff, diferentes empresas aportan un equivalente al 40% del presupuesto total de la UBA para las facultades. Esto es lo que se llaman “recursos propios”, que varios decanos quieren legalizar. Estos $$ no son gratis, sino que se utilizan para orientar lo que estudia, lo que produce y lo que financia cada facultad, según lo que exigen y necesitan empresas o entes como Monsanto, Bagó, Roche, Techint, Cámara Argentina de la Construcción, etc.

Paralelamente, el presupuesto “oficial” fue haciéndose más y más impotente frente a las necesidades salariales y de recursos: hoy arriba del 80% de las partidas se destinan al pago de salarios. Aun así, la mayoría de ellos son miserables, y el 52% de la planta docente no percibe sueldo alguno, mientras crece el total de alumno absorbido por cada docente. ¿Entenderá Eliaschev porqué están deteriorados los asientos del Buenos Aires, los edificios de las facultades, y el nivel de vida de los docentes? No es, claramente, por la bronca social de los “delincuentes” a los que ataca el periodista.

Una juventud muerta en vida

Eliaschev denuncia que en las facultades más politizadas hay decenas de agrupaciones que se referencian (¡vade retro, ideología!) en Trotsky, Marx, etc. Esto tal vez sea el aspecto más repudiable de la opinión de Eliaschev: habiendo perdido él todo espíritu crítico (ignoro si alguna vez lo tuvo), procura que la gris ideología de la resignación, que evidentemente se apresó de su mano, gane rápidamente la mente de los jóvenes. Lejos de desear que sean miles los estudiantes que aprovechen su juventud, el poder estudiar en la UBA, para conocer las teorías críticas y revolucionarias como el marxismo, para politizarse (¡horror!), para abrazar una ideología (¡ahhh!), Eliaschev prefiere a los jóvenes resignados, sumisos, en fila, y alejados de las temibles “minorías operativas”. Cualquier semejanza con las metáforas de la gran The Wall de Alan Parker, no es pura coincidencia.
Para tranquilidad de Eliaschev, la letal acción de la última dictadura no fue en vano, y si bien agrupaciones de izquierda en varias facultades son electoralmente mayoritarias, no es preponderante el sector de estudiantes que abraza una ideología. En buena medida porque la universidad que Eliaschev defiende, se encarga de “formar” profesionales e intelectuales que van perdiendo la chispa crítica que tienen al ingresar a la UBA. Cuando desde agrupaciones como la nuestra cuestionamos los planes de estudio, exigimos cátedras paralelas o hacemos cátedras libres, lo hacemos, justamente, porque contrariamente al avejentado pensamiento de Eliaschev, aspiramos a que el movimiento estudiantil asuma como propia la tarea de transformar la sociedad en que vivimos, uniéndose con los trabajadores, como sucedió en el Cordobazo y otras gestas.

Nunca más “no te metás”

Si el artículo de Eliaschev tiene algún mérito, es que entre tanto macartismo, deja entrever un conservadurismo que trasciende en mucho a la persona de Eliaschev, y que se expresa en vastos sectores de la sociedad, particularmente de las clases medias.

Eliaschev proclama a viva voz una ideología de la sumisión, de las pasiones desapasionadas, de la vejez prematura. “Las cosas son como deben ser, y punto”. Agradecemos el convite, pero no lo aceptamos. En un momento en el que el bienestar individual de muchos, soslaya a veces las miserias que viven muchos más, y permite que se naturalicen la represión y muerte como en Neuquén con Fuentealba, la ocupación de hospitales con Gendarmería, como en el Francés, la cárcel para luchadores; en momentos como este, pensamientos como el de Eliaschev son realmente peligrosos, porque históricamente pueden presagiar la indeseable realización de la trillada pero efectiva metáfora de Brecht: “ahora vienen por tí”.

A casi un año de la desaparición de Julio López, rechazamos esta concepción y queremos que sean más estudiantes los que se politicen, los que asuman un compromiso, una ideología, los que cuestionen no solamente el poder de las pequeñas camarillas universitarias, sino que enfrenten con los trabajadores al conjunto de una sociedad que entrona el bienestar de una minoría, y la miseria de millones. Veremos qué escribe Eliaschev entonces.

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