Siento la necesidad -nunca la obligación- de escribirles luego de estas tres jornadas compartidas a raíz de nuestro viaje a Mar del Plata. La experiencia fue muy rica, y más que alentadora. Desde los inicios de mi incipiente actividad política estuve más relacionada con la clase obrera -sin distinción de género- a través de la Encuesta Obrera, y luego me aboqué al movimiento estudiantil cuando el conflicto universitario. Desconocía que la “cuestión de género” era un aspecto de la sociedad de clases en el que vale la pena militar. Aplaudo los dichos de Andrea D´Atri en ocasión de la Conferencia de Capital del PTS en el B.A.U.E.N, cuando habló sobre el hecho de que a nuestro género la lucha se nos presenta en dos dimensiones: como clase obrera somos explotadas, oprimidas y humilladas por las clases dominantes al igual que los hombres, y como mujeres tenemos que lidiar con los prejuicios sociales y la tipificación de roles, tanto a nivel intrafamiliar como a nivel macro. Las mujeres que se rebelan ante todo tipo de opresión, ya sea de clase como de género, están dando pasos hacia su emancipación. Aquél día comprendí mi machismo. Sí, sí. Machismo. Subestimaba la lucha de las mujeres. Y ahora me llena de valentía y emoción, porque vi cómo luchan las mujeres, y contra qué enemigos.

 

Vaya mi saludo y mi agradecimiento a las compañeras que conocí durante este viaje, y a aquellas a las que conocí más aún, y que me demostraron que la lucha y la combatividad tampoco son cuestiones de género.

 

Nos vemos en el próximo Encuentro Nacional de Mujeres, cuya sede será la provincia de Jujuy.