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DE CRÍTICOS PROGRES A PROPAGANDISTAS NAC&POP

6 7 8… mil maneras de ser alkahuetes

Daniel Satur

18 de febrero 2010

Domingo 24 de enero. Los panelistas del programa (todas las noches, menos los sábados, por Canal 7) parecen haber llegado a un excitante climax periodístico. Frente a ellos, y por dos horas, Néstor Kirchner hace de invitado, respondiendo preguntas y regalando un manojo de opiniones y anécdotas. Todos, por supuesto, rodeados de una tribuna a la que le arden las manos de tanto aplaudir.

Tener a Kirchner en la mesa fue la frutilla del postre que ya estaba relleno de funcionarios, ministros, intelectuales K y referentes del progresismo artístico-cultural. Durante todo 2009 pasaron por el estudio Aníbal Fernández, Amado Boudou, Julio Piumato, Luis D’Elía, Hugo Yasky, Ricardo Forster (Carta Abierta), Eduardo Aliverti, Carlos Heller, Mario Wainfeld (Página/12), entre muchos otros. Eso sí, todos mezcladitos cada 2 o 3 programas con algún invitado, ni tan oficialista ni tan opositor, como para no perder pluralismo.

Así, lo que se había anunciado al comienzo como un programa crítico y reflexivo, que analizaría cómo los medios tratan la actualidad, decantó en una coqueta puesta en escena cuyo propósito central (casi único) es hacer propaganda kirchnerista.

Cornetas contra Clarín

Quien mire 6 7 8 observará algo recurrente. Para defender todo cuanto haga el gobierno y sus aliados, los informes y comentarios emitidos tienen como eje monotemático demostrar que hay un enemigo público número uno llamado Clarín. No se escatiman esfuerzos en denunciar cada mentira y operación (todas existentes, sin duda) que monta el grupo de Noble/Magnetto. Desde la causa de los hijos apropiados por la viuda de Noble hasta el posicionamiento de Clarín en favor de Redrado, pasando por la puja entre el gobierno y los multimedios por la ley de radiodifusión, 6 7 8 se aboca casi exclusivamente a pegarle cada día un poco más a Clarín y sus aliados.

Así dispara cachetazos contra Cobos, Macri, Carrió, Bonelli-Silvestre, Morales Solá, el Rabino Bergman, y todo cuanto espécimen reaccionario pulule por ahí. Hasta causa risa ver a esos personajes tropezar a partir de sus propias palabras, furcios y fallidos (algo que la productora PPT logra con calidad).

Pero aunque esa tarea de denuncia les salga bien, el alto nivel de genuflexión y obsecuencia hacia el gobierno por parte de Luciano Galende (María Julia Oliván ya no está, pero condujo el programa hasta hace unas semanas) Sandra Russo, Orlando Barone, Carlos Barragán y Carla Czudnowsky, ensucia hasta la reflexión más seria y oportuna.

El mismo Carlos Kunkel, mano derecha de Kirchner, reconoce que la pelea con Clarín no fue algo deseado. “El contador Héctor Magnetto -dice- es la personificación de la alianza y la colaboración estrecha con Martínez de Hoz y, desde entonces, con cuanto gobierno haya habido (…) incluso con el nuestro”. Sin ponerse colorado, el diputado recuerda que el grupo hasta “tuvo algunos hombres de su máxima confianza en la jefatura de Gabinete. Pero, evidentemente, no le es suficiente (…) quieren todo el poder” (1).

A los críticos de 6 7 8 habría que avisarles que Clarín siempre fue así. Pero Diego Gvirtz (dueño de la productora PPT) es un desagradecido. Se olvida que durante años TVR y Duro de Domar coparon la pantalla del 13 (del Grupo Clarín), permitiéndole amasar una fortuna. Épocas en las que, claro, ninguna mentira u operación montadas por el Grupo merecían denuncia alguna...

Operadores Nac&Pop

Durante el año pasado 6 7 8 presentó informes y debates denunciando las operaciones y chanchullos de algunos multimedios. Para quien buscaba un poco de “aire fresco” en la tele, al principio el programa parecía una buena opción. No faltaron coberturas de hechos relevantes (pelea gobierno-sojeros, elecciones, ley de medios, crisis del macrismo) con invitados progresistas opinando sobre cómo los medios también hacen política.

Pero al ritmo de las dificultades que fue afrontando el gobierno (derrota electoral mediante) cada vez se hizo más imperioso agudizar la maquinaria del discurso oficialista. Hoy 6 7 8 es algo así como un séquito de aduladores a quienes poco importa, incluso, caer en el ridículo. Lejos de plantear una propuesta periodística independiente del poder y las clases dominantes, 6 7 8 se transformó en una plataforma justificadora de todo cuanto hagan el gobierno y sus aliados. Usina propagandística de un gobierno que basa su “modelo” en los megasubsidios a la industria y el transporte, los negociados con capitalistas amigos, la alianza con burócratas sindicales y barones del conurbano y el aplastamiento del ingreso y las condiciones de vida del conjunto del pueblo trabajador. El gobierno del INDEK. El que no hizo nunca nada para encontrar a Julio López. El que paga la deuda a costa del hambre del pueblo.

A los Kirchner les viene como anillo al dedo el aporte “periodístico” de 6 7 8, con reiterados informes contra sus “enemigos”. Y mucho más si el aporte viene acompañado de un cuidadoso silencio cuando se trata, por ejemplo, de hablar de las acciones que el propio gobierno emprende contra los trabajadores y a favor de las patronales. Durante el conflicto de Kraft del año pasado, que durante más de 2 meses puso a empresa, gobierno y burocracia en un frente común para atacar a los obreros, y al tiempo que la multinacional yanqui encontraba eco en los grandes diarios y canales, los “críticos” de 6 7 8 apenas le dedicaron unos minutos al tema. Y encima fue con el único objetivo de volver a pegarle a Clarín, ya que lo que denunciaban era que López Mateu (el gerente de recursos humanos de Kraft) había brindado sus servicios también en la empresa de la viuda de Noble.

Tal fue la mutación del programa en pocos meses, que el mismísimo Pino Solanas (el progresista del momento que nunca fue invitado al ciclo) llegó a acusarlos de meros retransmisores del Boletín Oficial.

Si Solanas es proscripto y atacado por 6 7 8, ¿qué queda para quienes se organizan y luchan de forma independiente? Ni atacados ni invitados, simplemente fuera de todo registro. Es que resulta más cómodo debatir a la distancia con la derecha que poner frente a las cámaras a quienes enfrentan el doble discurso del gobierno y se organizan contra los ataques de los capitalistas.

Telecinismo

Pero lo anterior puede resultar “menor” si al gatopardismo discursivo se le suman verdaderos actos de cinismo.

Un programa que denuncia los procesos de acumulación y concentración de las corporaciones mediáticas de mínima debería mencionar a los gobiernos que posibilitaron que esos procesos se desarrollen. Y no hace falta escarbar mucho para saber que fue el propio Néstor Kirchner quien firmó decretos y resoluciones favoreciendo el crecimiento de Clarín, América y otros grupos. El mismo Kirchner que hoy repudia “la decadencia y desesperación de la dirigencia política de congraciarse con quienes concentran la economía y quienes concentran la información” (2).

Y si el cinismo raya con la complicidad, entonces estamos jodidos. 6 7 8 acusa (y con razón) a Clarín por haber apoyado al gobierno de Duhalde, cumpliendo un papel nefasto en junio de 2002, al haber presentado los asesinatos de Kosteky y Santillán como dos muertes causadas por “la crisis” (3). Pero a su vez tiene como invitado de honor a uno de los máximos responsables de la masacre del Puente Pueyrredón. Aníbal Fernández, quien en ese momento era Secretario General de la Presidencia, hasta el día de hoy es denunciado por los familiares y compañeros de Maxi y Darío por tener sus manos manchadas con sangre. Galende, Barone, Russo y compañía no sólo prefieren callar semejante “contradicción”, sino que siguen recurriendo, toda vez que pueden, al testimonio del Jefe de Gabinete, un progre como ellos.

Del ridículo no se vuelve, dicen por ahí. Y si el ridículo es, además, patético, difícil olvidarse.

Eso sí, dos agradecimientos a 6 7 8: primero, gracias por recurrir al archivo para recordarnos que Clarín es lo que es, un enemigo del pueblo; y segundo, gracias por demostrar, con creces, a qué nivel de doble discurso es capaz de llegar el progresismo cuando no puede ni quiere sobrepasar su dependencia de alguna variante burguesa, aunque ésta en lugar de ser reaccionaria se presente como nacional y popular.

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