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Internacional

LA HUELGA DE CHUQUICAMATA Y LA POLITICA PATRONAL

6.000 mineros paran por mejoras salariales en Chile

El alarde patronal en torno a los “signos de recuperación” de la economía y el ciclo electoral, han contribuido a que se desarrolle durante los últimos meses una serie de procesos huelguísticos, aislados entre sí, pero significativos objetivamente. Diversos sectores han ingresado en la escena: los trabajadores públicos, los profesores, los subcontratados de la industria forestal y los trabajadores del cobre. De especial importancia ha sido la continuidad de la tendencia a la recuperación de métodos históricos, particularmente la toma de los lugares de trabajo. La recién concluida huelga de los trabajadores de Chuquicamata se inscribe en esta serie de huelgas y plantea una serie de discusiones que la exceden.

Juan Valenzuela

7 de enero 2010

lea la nota completa en www.ft-ci.org


El alarde patronal en torno a los “signos de recuperación” de la economía y el ciclo electoral, han contribuido a que se desarrolle durante los últimos meses una serie de procesos huelguísticos, aislados entre sí, pero significativos objetivamente. Diversos sectores han ingresado en la escena: los trabajadores públicos, los profesores, los subcontratados de la industria forestal y los trabajadores del cobre. De especial importancia ha sido la continuidad de la tendencia a la recuperación de métodos históricos, particularmente la toma de los lugares de trabajo. La recién concluida huelga de los trabajadores de Chuquicamata se inscribe en esta serie de huelgas y plantea una serie de discusiones que la exceden.

Resulta relevante que hayan salido a la pelea los mineros de Codelco Norte, que produce alrededor de la mitad del cobre de Codelco. Los trabajadores de planta de la estatal no luchaban desde 1996. Al exigir aumentos salariales, cuestionaron objetivamente el argumento patronal de que no sería posible, por la crisis, darle concesiones a los trabajadores sin quitarles los beneficios sociales sobre los que hace tiempo quieren avanzar, y desafiaron la consigna de la derecha de atar el salario a la productividad.

No sólo la derecha, ante esta huelga, reveló su ligazón directa con los intereses patronales. También lo hizo el gobierno concertacionista (coalición que gobierna desde la salida de la dictadura), y su candidato Eduardo Frei, que demagógicamente, ante la posibilidad cierta de perder las elecciones presidenciales, viene planteando una serie de discursos sobre los derechos de los trabajadores. Bachelet planteó que “la huelga no le hace bien al país”, y Eduardo Frei suspendió una gira a Calama –la ciudad donde habitan los mineros de Chuquicamata– claramente para evitar cualquier compromiso con éstos.

La huelga ha concluido con un triunfo sindical parcial. Del total de 5.600 trabajadores, 2.587 aprobaron el ofrecimiento y 1.232 lo rechazaron. El resto no concurrió a votar. La directiva sindical se sirvió del Código del Trabajo para levantar la huelga sin que la mayoría de los trabajadores votara por aquel camino, acarreando el descontento de un sector de los trabajadores. Si durante la asamblea que decidió la huelga recibieron abucheos, huevos y tomates por su postura, al bajarse la huelga, un sector de trabajadores no dudó en gritarles “vendidos”. El asunto de fondo es que con las fuerzas de este sector de la clase obrera –ubicado en la rama central de la economía nacional – se derrotó por ahora la recurrente campaña por la productividad de la patronal chilena, e incluso quedó planteado que se podría haber ido a más, posibilidad que abortó la directiva sindical concertacionista.

Las principales direcciones de la clase obrera, organizadas en la CUT se limitaron a “declarar” su apoyo – están haciendo campaña por el oficialista Eduardo Frei y “mover las aguas” podría haberle “complicado el escenario” al gobierno y a su candidato.

Todo esto demuestra que no hay que confiar en la demagogia de Eduardo Frei ante los trabajadores y que es necesario luchar por una política obrera independiente de toda variante patronal. Por ello, quienes militamos en Clase contra Clase llamamos a anular en segunda vuelta, a fortalecer las organizaciones del pueblo trabajador –constituyendo cuerpos de delegados en cada lugar de trabajo, para acabar con los métodos burocráticos en los sindicatos– y a conformar la unidad de explotados y oprimidos. Y también a iniciar una discusión nacional para construir una Izquierda Obrera y Socialista, que se proponga acabar con esta sociedad miserable de explotación.


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