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La sociología académica nunca se llevó bien con el marxismo

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20 de noviembre 2008

La sociología académica nunca se llevó bien con el marxismo

En toda la historia de la sociología hay una resistencia a incluir a Marx, aunque se le reconozcan “aportes” específicos no se lo toma como el autor de una teoría social de conjunto. Esto puede verse en los propios diagnósticos de sociólogos sobre el marxismo. Augusto Comte (considerado por algunos el fundador de la sociología) creía que Marx era solamente un político y el marxismo no podía ser considerado una ciencia positiva. O Emile Durkheim que consideraba que el socialismo sólo era un “grito de dolor” ante las penurias sociales y no era ni siquiera una “sociología en miniatura”.

Lo cierto es que aunque la sociología académica lo resiste, Marx está presente.

Y esto es relevante porque la sociología, por ejemplo la que nace en Durkheim o el funcionalismo norteamericano, tiene una matriz de fundamentación de “lo social” que parte de los presupuestos de que en la sociedad hay “armonía”, cooperación entre sus distintos elementos, que prima la “autorregulación”, los “equilibrios” y la “estabilidad” en el orden social.

Esta sería para una visión “organicista” la situación normal, mientras que los conflictos sociales serían eventos extraordinarios, episódicos, que están fuera de lo normal y por lo tanto destinados a ser transitorios y no durar. Más aún, desde ángulos organicistas la conflictividad social es descripta como una “enfermedad” de la cual la sociedad solamente a veces sufre pero no es su situación normal. Esta matriz organicista está reforzada por la corriente contractualista donde los conflictos sociales, como por ejemplo la guerra, serían algo previo a la sociedad, o fenómenos “asociales” que quedan fuera.

La sociología académica se mantuvo bajo estas premisas en contra del marxismo porque invierte los términos y establece como “lo normal” la ausencia de conflictos y los presenta como “lo extraordinario”.

El marxismo y las teorías sociológicas sobre el conflicto social

Cuando surgieron las teorías sociológicas clásicas sobre el conflicto social a mitad de los años ’50, en parte bajo el impacto de la segunda guerra mundial y la presencia del marxismo en las revoluciones del “mundo colonial”, el conflicto no será conceptualizado como “lucha de clases”. Dos investigaciones paralelas, de Bernard y Lewis Coser, coincidirán en el diagnóstico de que la sociología se “olvidó” del conflicto social. Coser realiza una crítica de Talcott Parsons, el principal sociólogo del estructural-funcionalismo norteamericano, acusándolo de que solamente en pequeños pasajes considera los conflictos sociales. Aún dentro de la tradición funcionalista Coser sostiene que si el conflicto social tiene una presencia tan recurrente en la sociedad debe ser porque tiene alguna “funcionalidad” dentro de ella. Así el conflicto social pasa a ser reconsiderado “objeto sociológico”, aunque no desde el marxismo, y lo hace bajo ciertas premisas políticas conservadoras que atendían a cómo regular el conflicto social.

Actualmente en contrapartida con esta falta de investigaciones sobre el conflicto social que acompañó la historia de la sociología tenemos una superabundancia de estudios sobre el conflicto social, claro que no teorizados como “lucha de clases”, sino bajo las teorías de la “acción colectiva”, la “elección racional”, y los “nuevos movimientos sociales”.
¿Esta nueva presencia significa una concesión al marxismo? Al contrario es una ofensiva contra el marxismo. A diferencia de las teorías clásicas y del marxismo ahora los conflictos sociales son estudiados desligados de los análisis sobre el sistema social en su totalidad. Porque supuestamente no podrían ser estudiadas desde el punto de vista de las clases sociales, porque la sociedad no puede ser comprendida en su conjunto, o porque no tendría un conflicto central que haga inteligible su lógica de conjunto.

Pero la nueva crisis capitalista en curso reabre una situación que hace más favorable el uso de la teoría de Marx. Es momento para que el marxismo pase a la ofensiva porque la crisis pone de manifiesto la existencia de un sistema social y la existencia también de fuerzas contradictorias en pugna, para resguardar el sistema o para superarlo. Pero el marxismo deberá vérselas con estas “nuevas teorías del conflicto social” que solamente buscan eclipsar toda salida revolucionaria.

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