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Debates

El “debate” del MST en la nueva situación política

2 de septiembre 2004


Las diferencias entre los dos sectores (Documento 1 y Documento 2) estarían centradas en la jerarquía política que debe adquirir la intervención en el movimiento piquetero y en la clase obrera ocupada. Pero por lo que se conoce del debate, no están en cuestión dos problemas cruciales como son las relaciones con el estado burgués establecidas por la construcción "piquetera" y la unidad con el Partido Comunista en Izquierda Unida. Por no hablar de algunos de los agudos problemas del marxismo en la actividad y la política internacional1.
De esta manera, el MST y sus dos sectores siguen marcando el paso en el mismo lugar. Esta discusión no es secundaria. Como reflejamos en las páginas de LVO, estamos ante los primeros indicios de recomposición del movimiento obrero. El intento del gobierno de fortalecer al PJ con el apoyo de la burocracia sindical y el ataque al movimiento piquetero, exige un giro radical en la ubicación de la izquierda que se reclama clasista al servicio de la lucha consecuente por levantar una estrategia obrera independiente. Nuestro llamado al PO, al MST (si rompe con el PC) y al MAS a poner en pie un Frente Político de los Trabajadores es un paso en esta perspectiva.

De eso no se habla I: Relación con el Estado
Como dijimos, una de las cuestiones que no se discuten en el MST son las relaciones con el Estado establecidas a partir de su colateral piquetera, el Teresa Vive.
El clientelismo político como instrumento de la burguesía es una institución más para ejercer el control social y legitimar al estado en crisis y evitar así el quiebre entre un país burgués y un país sumergido en la pobreza y la superexplotación. Su objetivo, la fragmentación de los trabajadores y la ineficacia de cualquier forma de lucha obrera. En nuestro país, el Plan Jefas y Jefes es la política por excelencia del estado para contener y cooptar a los movimientos piqueteros. Desgraciadamente, las direcciones de estos movimientos dirigidos por la izquierda, a pesar de su ubicación opositora al gobierno y su programa que levanta demandas progresivas, quedaron presos de la lógica clientelar y orientaron casi exclusivamente su lucha a la presión por obtener los planes de empleo, abandonando la pelea práctica por trabajo genuino, perspectiva que muestran los desocupados de Caleta Olivia. De este modo se alejan de la única demanda que puede unir a los trabajadores desocupados con los ocupados. Incluso la mayoría de las agrupaciones de izquierda rechazaron la medida mínima de formar un Movimiento Único de Trabajadores Desocupados con libertad de tendencias políticas a su interior.
El MST no escapa a esta realidad. Discutir el peso que debe tener el trabajo en el movimiento obrero como hace un sector de la dirección sin cuestionar esta práctica los aleja de una política de independencia de clase que apunte a cuestionar la explotación patronal y además los deslegitima frente a los sectores de trabajadores que se inclinan a tomar un curso independiente.
Si esta cuestión central no merece para ningún sector de la dirección del MST un debate profundo, la discusión termina siendo completamente táctica con respecto al acuerdo estratégico de adaptarse a esta lógica clientelar. ¿No será que el debate en curso refleja el más puro pragmatismo ya que el MST-TV no logró el peso deseado en la política nacional?



De eso no se habla II: IU y la atracción de la centroizquierda


Lo que tampoco figura en la "polémica" postergada del MST es su relación histórica con el PC, socio en IU. Es muy probable que el origen de la controversia esté en el fracaso de su proyecto electoralista de colaboración de clases con IU el año pasado, donde se aliaron con los socialistas y otros personajes menores de la centroizquierda en busca del "millón de votos".
Actualmente, el PC propone un Frente Amplio al estilo uruguayo y llama "a construir una representación abarcativa de todos los sectores sociales golpeados por la crisis ... (un) frente opositor"2 apostando a la confluencia con sectores centroizquierdistas, como el PS e incluso sectores del ARI.
Esto tampoco merece para ninguno de los dos sectores de la dirección algún comentario. No sólo no se cuestionan la alianza estratégica con el PC que lleva 10 años, sino que la reafirman cuando su principal aliado se orienta cada vez más hacia la centroizquierda. ¿De qué sirve ir hacia el movimiento obrero sin una estrategia de independencia de clase?
Centrar las expectativas de la propia construcción en el terreno electoral, táctico para los revolucionarios, ya es un mal camino (y lo que los lleva a ceder una y otra vez a la política de conciliación de clases del PC) pero a la vez puede ser también falta de oportunidad cuando el "espacio abierto" a la izquierda del gobierno, está siendo capitalizado por Carrió y Zamora en Capital así como Maffei como candidata del ARI en la Provincia de Buenos Aires. Lo verdaderamente necesario en la situación política actual no es levantar una mala copia de los proyectos centroizquierdistas sino ofrecer una perspectiva de clase revolucionaria.



Las tareas de la izquierda y los problemas de régimen


La "opción estratégica" que asumimos desde el PTS de desarrollar el marxismo revolucionario confrontándolo con las "nuevas" ideologías posibilistas, fortalecer nuestro internacionalismo militante y dar un importante giro hacia la clase obrera (pilares fundamentales de una organización que pretenda ser marxista revolucionaria) nos distinguió de la construcción electoralista o del piqueterismo de las demás corrientes de la izquierda que se reclaman clasistas. Mientras tanto, el PO y el MST (el MAS con un discurso más de izquierda siguió el mismo derrotero) compitieron por ver quién se adaptaba más a los límites del proceso abierto en diciembre del 2001.
También al interior de nuestras filas surgieron discusiones políticas (¿cómo podría ser de otra manera?) que expresaban la presión por "aprovechar las oportunidades" por fuera del curso que adoptamos de insertarnos en el movimiento obrero, lo que nos llevó hace poco tiempo a la ruptura de un pequeño grupo de compañeros. Pero a diferencia del MST (ya es conocido que el PO impide toda discusión democrática en su seno) que esconde sus diferencias y se niegan a un debate de cara al conjunto de su militancia, nosotros reivindicamos como método la lucha política democrática y tenemos como norma poner las páginas de nuestro periódico a disposición de los compañeros que expresen diferencias políticas y su discusión en congresos partidarios.
No vamos a detenernos en viejos balances con la dirección del MST, la misma que nos echó en el ‘88 del MAS sin permitirnos discutir nuestras diferencias políticas públicamente, muchas de las cuales se comprobaron acertadas con el paso del tiempo (dicho sea de paso, nos expulsaron antes de formar Izquierda Unida, política que continuaba la línea de alianza electoral con el PC en el Frente del Pueblo en el ‘85-’87). Tampoco queremos utilizar el método de insultos característicos de la dirección de PO en cualquier debate. Pero verdaderamente es un mal chiste del MST hacer pasar este acuerdo de cúpulas (más propio de la relación con el PC) por el "verdadero centralismo democrático", mucho más después de haber cerrado el debate y postergado por dos años su congreso. Es evidente que existe una relación entre la calidad del régimen interno y la política que el MST lleva adelante.
Nosotros, por el contrario, siempre abordamos con seriedad las diferencias, discutiendo nuestros errores, intentando recrear a cada paso los fundamentos teóricos de nuestra práctica militante (a diferencia del pragmatismo y rutinarismo teórico de la dirección del MST). Esto es parte de lo que nos ha permitido avanzar en la relación y construcción en importantes procesos de la vanguardia obrera.
Creemos que está planteado en la izquierda un profundo debate sobre cómo construir un partido obrero revolucionario con peso nacional (proyecto ante el cual el viejo MAS se derrumbó y cuyos más destacados dirigentes nunca dieron la menor respuesta), que se prepare para actuar en la ruptura de clase de amplios sectores del movimiento obrero con el peronismo en el gobierno. En ese camino, reiteramos nuestro llamado al MST a romper con Izquierda Unida y a poner en pie un Frente Político de los Trabajadores para enfrentar la ofensiva de Kirchner y la derecha sobre las libertades democráticas y sobre los movimientos de desocupados, contra la burocracia y para pelear porque el próximo ascenso obrero no termine detrás de nuevas variantes burguesas o populistas.

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1 Sin ir más lejos, los aliados del MST en Brasil impulsan la construcción del PSOL, un nuevo partido con un programa cuasi reformista (ver crítica en el nuevo número de Estrategia Internacional).

2 Ver LVO 143.

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