La crisis es evidentemente una crisis de carácter histórico [...] La magnitud de los rescates billonarios [...] habla por sí misma de los alcances de la crisis en curso. [...] Lo llamativo es que estas medidas [...] no han frenado el desenvolvimiento de la crisis [...] Tanto en Estados Unidos como en Europa estamos en una situación deflacionaria, un síntoma de la ida hacia una depresión económica.

Cada vez son menos los que pueden argumentar que China podría reemplazar a EE.UU. y permitir la recuperación de la economía mundial [...] China sigue siendo un país económicamente dependiente [...] Y la productividad del trabajo de la economía china es muy inferior a la estadounidense, la japonesa o a la de las principales economías europeas [...] Su economía se está contrayendo: [...] Han cerrado miles de fábricas en el último año, sólo 10.000 en la cuenca del Pearl River, [...] con el consecuente aumento de las protestas obreras y populares en los centros urbanos. Es muy probable que se transforme en un foco de lucha de clases muy relevante.

La crisis actual puede ser analizada en distintos niveles. En primer lugar, implica el fin del ciclo de crecimiento capitalista que se dio entre 2002 y 2007, que involucró prácticamente al conjunto de las economías y regiones sincronizadamente, algo extraño para el capitalismo [...] Nosotros polemizamos con quienes de este hecho dedujeron que el capitalismo estaba frente a un nuevo período ascendente que [...] planteaba una suerte de estabilización más o menos duradera del capitalismo, que excluía la perspectiva revolucionaria [...] Para ellos, se trataba simplemente de ignorar todas las contradicciones, [...] desde la creación de masas cada vez mayores de capital ficticio hasta el endeudamiento más allá de sus posibilidades del estado y los hogares yankies, [y] el hecho que la recuperación relativa de la tasa de ganancia no iba acompañada de un aumento más o menos paralelo de la tasa de acumulación.

Un segundo nivel [...] está vinculado con la manifestación de la insuficiencia de las conquistas logradas por el capital [...] El neoliberalismo constituyó una guerra del capital contra el trabajo en busca de lograr contrarrestar la caída de la tasa de ganancia que había provocado la crisis de 1973-75, cuestión que logró sólo en forma relativa. [...] El capital logró propinar duras derrotas a la clase obrera, aumentando sus niveles de explotación [...] Y la incorporación de nuevos territorios al dominio directo del capital con [...] la restauración capitalista en Rusia, Europa del Este y fundamentalmente China, [fue] un factor central para la depresión de los salarios a nivel mundial. [...] El neoliberalismo implicó un intento de salir de la crisis de sobreacumulación que dejó el período del boom, atacando al trabajo y sin tener que ir a una limpieza generalizada de capitales [...] EE.UU. trató de utilizar sus ventajas comparativas para tratar de revertir las tendencias a su decadencia hegemónica, pero el resultado es un deterioro acelerado de aquella. Esto no quita que los ricos de los EE.UU. fueron los grandes beneficiarios.

Estamos por lo tanto no ante una crisis capitalista más, sino ante una donde se pone en evidencia la debacle histórica de todo un régimen social.

[La crisis] está provocando también una revolución en la cabeza de millones de personas [...] Son momentos para plantear claramente que no hay salida sin luchar por un estado de los trabajadores que [...] planifique los recursos económicos de acuerdo a un plan racional [...] Ese es el sentido de estas jornadas, buscando aportar para poner al marxismo a la ofensiva, después de años en los que tuvimos que luchar a contracorriente enfrentando las distintas variantes de la ideología dominante, uno de los tres frentes de lucha que según Engels tenía que llevar adelante todo partido revolucionario.

En la izquierda mundial y latinoamericana se desprenden esquemáticamente dos grandes orientaciones. Una es la preparación programática, política y organizativa frente a las convulsiones revolucionarias que se vienen. Otra es la ilusión en remedios más o menos keynesianos con las apelaciones a las intervenciones de los gobiernos capitalistas, como es por ejemplo el planteo de la CTA y los sectores de centroizquierda que le son afines. Es también el caso de América Latina con los muchos izquierdistas que se ilusionan con el Banco del Sur y con que las burguesías locales sean las que den una salida.

Se trata [...] de prepararnos para una intervención independiente de la clase obrera con un programa transicional para que la crisis la paguen los capitalistas.