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LOS TRABAJADORES Y EL ACCIDENTE EN CONGONHAS (BRASIL)

Una noche en el local de la tragedia

(San Pablo, 18/07/07) Estuvimos ayer en el local del accidente con el Airbus de TAM, en el aeropuerto de Congonhas. Cerca de las 22 horas una columna gigantesca de humo oscuro cubría el cielo de la región e el fuego todavía ardía en el predio de la Terminal de carga de la propia TAM, donde el avión chocó matando no sólo a sus pasajeros y tripulación, sino también a los trabajadores de la Terminal.

18 de julio 2007

(San Pablo, 18/07/07) Estuvimos ayer en el local del accidente con el Airbus de TAM, en el aeropuerto de Congonhas. Cerca de las 22 horas una columna gigantesca de humo oscuro cubría el cielo de la región e el fuego todavía ardía en el predio de la Terminal de carga de la propia TAM, donde el avión chocó matando no sólo a sus pasajeros y tripulación, sino también a los trabajadores de la Terminal.

Mientras la televisión hablaba del diputado muerto, fuimos a buscar a los trabajadores que perdieron a sus compañeros y amigos en el accidente.

El primer encuentro fue con un grupo de motoristas que justamente en aquella hora eran expulsados por la policía de la calle donde esperaban noticias. Son trabajadores de otra empresa, prestan servicio justamente en el predio de la empresa TAM, retirando encomiendas que llegan por vía aérea. Mientras en Brasilia el ministro de defensa, Waldir Peres fue el último en saber del peor accidente de la historia de la aviación brasilera, W y M y una docena de motoristas se hablaban por la radio cuando ocurrió el accidente, para verificar si todos estaban bien.

Por suerte, estaban todos ilesos. Aún así, permanecían allá, hasta las 23 horas, debajo de la lluvia a la espera de noticias de los colegas de TAM. “Nosotros estamos acá todos los días”, dice W, las víctimas son nuestros compañeros. Ellos desconfían: “la reforma del aeropuerto fue muy rápida y no valió para nada”, la pista, entregada a prisa sin condiciones de seguridad, fue la causa más probable del accidente.

Un poco mas adelante, contorneando de una serie de calles oscuras para llegar al aeropuerto, encontramos algunos trabajadores de TAM, muy jóvenes, todavía de uniforme, en una panadería próxima al accidente. La mayoría iba a entrar en el turno de las 22 horas, mas A no. Él estaba adentro del predio en la hora del accidente. “Yo estaba de espaldas cuando oí un choque y comenzó a temblar todo. Vi el reflejo del fuego en la pared, miré para el costado y solo vi humo, miré para el corredor e todo el mundo corría en mí dirección. Ahí comencé a correr en dirección al sector donde yo trabajo. Dije “vamos a ayudar”. Vi alguien preso debajo de una pared, miré y era Bira. Yo estoy acostumbrado a levantar peso, mas la pared pesaba más de una tonelada. Tuve que llamar a todo el mundo para que me ayudara, mucha gente corrió, algunos se acercaron y logramos sacarlo”. Preguntamos se estaban en contacto con el hospital, para saber de la situación del compañero al cual le habíamos salvado la vida: “No. Quien tiene contacto es el supervisor”.

Otro trabajador, que no se identificó, hablando bajo con nosotros, porque el supervisor de la empresa escuchaba nuestra conversación, dijo: “por increíble que parezca, la terminal de carga es donde mas ganancias obtiene TAM, mas por increíble que parezca es el sector más explotado” y otro completa “somos todos peones aquí, en el horario del accidente todo el personal de administración ya había salido, el accidente nos agarró a la peonada del sector operacional que se queda hasta mas tarde”.

Conciente de la riqueza que su trabajo crea, compara con los riesgos que corren. “La terminal está muy encima de la pista, otra vez que hubo un deslizamiento de un avión pensamos, si sigue deslizándose a donde va a parar? En nuestra cabeza”. Infelizmente, los trabajadores de TAM estaban en lo cierto. Otro trabajador completa frente a la dura realidad “pero la gente a donde va a ir a trabajar?” No tenemos otro lugar.

La codicia infinita de las empresas aéreas, inclusive la TAM, garantizan que un aeropuerto en medio de la ciudad, con una pista cortísima para aviones grandes por demás y pesados para cargar mas carga, mas pasajeros y por lo tanto mas ganancias, continúe funcionando. La misma codicia infinita no quiso esperar que la pista estuviese lista y segura. Serían 25 días de espera, 25 días menos de ganancias gigantescas que TAM y otras empresas tienen en el aeropuerto con más movimiento de San Pablo. Y doscientas muertes como mínimo, pasajeros y trabajadores muertos por responsabilidad de las empresas y de los gobiernos que obedecen como perros entrenados a quien financias sus campañas.

En el hall del aeropuerto casi vacío el único movimiento era de los trabajadores. Empleados de limpieza, empresa tercerizada, mirar desconfiado, no quisieron hablar por miedo de los supervisores. Los trabajadores de TAM, ojos rojos, nerviosos, llorando. El clima mas tenso que se puede imaginar. Los que trabajan en tierra perdieron colegas y amigos. Los que trabajan en el aire perdieron también la seguridad de trabajar mañana. En esa situación, todavía son mantenidos de uniforme, trabajando, atendiendo a los pasajeros enfurecidos que perdieron sus vuelos y que quieren explicaciones.

Ahora viene un bombardeo de soluciones rápidas. El gobierno va a hacer investigaciones y la empresa va a hacer condolencias. Van a hacer “averiguaciones”. Pero mientras el aeropuerto continúe en las manos del gobierno y de los patrones, trabajadores y pasajeros van a continuar en riesgo. La codicia y el lucro no pueden dar lugar a la seguridad. Preguntando por nosotros si el aeropuerto no sería motivo de riesgo constante para los trabajadores y vecinos, el jefe de defensa civil de la ciudad de San Pablo se calló y frente a las cámaras dijo: “Esa respuesta yo te la voy a dejar debiendo”

En el aeropuerto, el barullo de las sirenas y helicópteros oculta el sonido bajo de la conversación en los corredores. Por todos lados los trabajadores del aeropuerto comentan el accidente. Los que trabajan en la pista saben como ocurrió todo, saben de las condiciones de la reforma, comentan como el avión derrapó. Los de la terminal de carga saben que la empresa lucra fuerte con su trabajo y pos eso no puede esperar con la pista cerrada. Los motoristas saben que el aeropuerto no puede estar ubicado en el medio de la ciudad. Ese sonido bajo, cuchicheado para que la empresa no descubra que los trabajadores piensan, los medios no escuchan. Ese llorar contenido de los empleados de TAM no aparece en la televisión ni en la radio, es el sufrimiento y la reflexión de clase que mueve el mundo, que levanta aviones, que transporta la riqueza que ella misma produce.

En los ojos y voces de esos trabajadores se puede leer una verdad innegable. En las manos de los patrones, el aeropuerto será un constante riesgo para la vida de todos. Sólo esos trabajadores, sensibles a las tragedias, preocupados con la seguridad y no con el lucro pueden gestionar un transporte aéreo seguro, basado en la calidad y en la universalización del servicio. Esa realidad, que ahora aparece distante, tiene que ser discutida. La estatización del sistema aéreo bajo control de sus trabajadores es la única manera de salvar otras vidas, así como A salvó la vida de Biro, dentro del predio en llamas de TAM.

Corresponsales desde S˜ão Paulo

DOSSIER ESPECIAL SOBRE LA CRISIS AEREA EN BRASIL por Liga Estrategia Revolucionaria - Cuarta Internacional (LER-QI, de Brasil)

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