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Sobre la suspensión de las exportaciones de carne

Una medida desesperada y de efecto incierto

23 de marzo 2006

Kirchner pretende contener el aumento de precios de la carne, con la medida de prohibir las exportaciones ganaderas por 6 meses. Como el precio de la carne influyen directamente en el índice general de precios, su aumento del 14% en los días previos a que se tome la medida iba a significar cerca del 1% de aumento en el índice general. Y si tenemos en cuenta que el gobierno quiere mantener la inflación por debajo del 1% mensual, para que en el año no supere el 10 %, sólo el aumento de la carne desbarataría el plan del gobierno. Al mismo tiempo iba a significar una mayor presión de los trabajadores para conseguir aumentos salariales, que es lo que, en realidad, más preocupa a Kirchner. Igualmente, esta medida no necesariamente dará buenos resultados, ya que hasta ahora los precios no han bajado sustancialmente e incluso ha subido varios días.

Las ganancias de la exportación
 
Los empresarios de la carne están exportando hasta el punto de que no abastecen suficientemente el mercado interno. Este aumento de las exportaciones se debe a la demanda internacional por la gripe aviar, a la aparición de nuevos compradores como Rusia, y a la imposibilidad que tiene Brasil (hasta ahora el primer exportador de carne en el mundo) para exportar debido a la aftosa. La poca cantidad de carne para el mercado interno presiona sobre el nivel de precios, sumado a que altos precios en dólares implican grandes ganancias para los empresarios del sector, que quieren los mismos precios para vender en la Argentina.
Acá está el punto central. El gobierno venía teniendo una política de aplicar un mísero 5% de retenciones que dio vía libre al aumento de precios de casi el 300 % desde diciembre del 2001, aumento que más que duplicó el nivel general de inflación, permitiendo un gran crecimiento de la tasa de ganancia ganadera. Pero, en unos pocos meses, aumentó las retenciones al 15 % y casi inmediatamente a una política de corte abrupto de las exportaciones. Esta medida desesperada es tomada por el gobierno casi contra su voluntad, ya que su gran objetivo es sostener los negocios capitalistas. Si el gobierno demoró tanto en tomar medidas contra el sector ganadero, fue buscando un equilibrio entre las ganancias del sector y los precios. Pero obligado por la dureza del sector, lo ataca para defender las ganancias del conjunto de los capitalistas, amenazadas por la suba de los salarios si se desmadra la inflación.
Por supuesto que esto se une a otras consecuencias de la política rapaz de explotación de los recursos agropecuarios. Con el boom de la soja, muchas tierras ganaderas han cambiado su producción, ya que a pesar del aumento de las tasas de ganancia de la ganadería, esta sigue siendo menor a la tasa de ganancia de la producción sojera (que además agota los nutrientes del suelo, haciendo que ricas extensiones de tierra en pocos años sean improductivas). Esta lógica de producción, guiada por las ganancias, implica un uso irracional de la tierra y una producción anárquica, que no tiene en cuenta las necesidades reales, ni del momento y mucho menos futuras, lo que hace que los cambios que puedan ocurrir en los precios desarticule la producción. Además, las exportaciones crecientes no van acompañadas de un aumento de la producción, cuestión que no se resuelve de un día para el otro, ya que todavía actúan los efectos de la reducción del stock ganadero ocurrido durante la dictadura.

Los precios y la concentración de la tierra

Pero para aumentar los precios, los productores ganaderos recurren a múltiples maniobras. En primer lugar, todas las operaciones toman como referencia a los precios de Liniers, por donde pasa solamente el 15 % de las ventas. En segundo lugar, porque los principales consignatarios (intermediarios entre los compradores y los vendedores) son además grandes hacendados, y recomiendan a los otros productores retener la hacienda para que el precio aumente y así obtener ellos mayores ganancias. Además gran parte de las ventas de Liniers se hacen por fuera de los remates: En muchos casos hay acuerdos con los grandes compradores para que compren en remate público a precios altos (con lo que los vendedores se aseguran más ganancias en otras operaciones públicas), a cambio de venderles en privado lotes importantes a precios razonables.
Estos mecanismos para manipular los precios, están favorecidos por la gran concentración de la tierra, en particular la destinada a la ganadería, que hace que el 40 % de la producción sea realizada por sólo 1250 hacendados.

Expropiar a los terratenientes y grandes frigoríficos

Como vimos, las medidas de Kirchner, por más contundentes que parezcan, no solucionan el problema, ya que sólo actúan sobre las consecuencias, y no sobre las causas. Esto es: no ataca la concentración de la propiedad capitalista ni la lógica de producir en función de las ganancias, sino que sólo limita algunos negocios capitalistas. Las medidas para terminar con la lógica rapaz y rentística de los terratenientes empieza por expropiar y colectivizar las grandes estancias. Sólo si se deja de lado la producción en función de las ganancias se puede introducir los adelantos tecnológicos (mejoramiento genético, técnicas reproductivas, rotación de cultivos, etc.) y a partir de esto definir cuanta tierra será destinada a la ganadería y cuanta a la soja o al trigo, etc., en función de las necesidades de los trabajadores y el pueblo argentino, terminando también con los monocultivos que destruyen la fertilidad del suelo.
Con este primer paso, se podrá dar solución al problema de la faena y distribución de la carne, que hoy está en manos de un puñado de grandes empresarios, empezando por los consignatarios de Liniers y terminando en los grandes supermercados como COTO, así como los frigoríficos, que actúan como cartel1 que maneja la exportación, se apropian de una gran tajada de la renta ganadera, compartiendo con los ganaderos los beneficios de los precios crecientes y en dólares. Con la expropiación de los frigoríficos se puede asegurar que el intercambio entre la ciudad y el campo se haga de tal manera de que toda la población pueda acceder al consumo de carne.
Junto a ello hay que implementar el Monopolio del Comercio Exterior para asegurar no solo que todo lo que se exporte sirva al mayor beneficio de la población, sino que lo exportado sea lo verdaderamente excedente luego de satisfacer las necesidades locales, poniendo fin a la situación actual en la que un puñado de exportadores se benefician de la situación internacional favorable, en detrimento de las necesidades populares.
Son los trabajadores de los frigoríficos y los trabajadores rurales quienes pueden dar soluciones a este problema, partiendo de denunciar y enfrentar las maniobras de los empresarios ganaderos, que se podrá realizar acabando con el Estado Capitalista y construyendo un Estado Obrero que implante un plan racional de producción.

1 Un Cartel es un conjunto de empresas que para no competir entre sí, llegan a acuerdos de precios y se reparten los mercados, funcionando en así como un monopolio.



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