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Internacionales

Elecciones en Palestina

Una farsa de democracia para desactivar la lucha del pueblo palestino

20 de enero 2005

El lunes 10 de enero fue proclamado presidente electo de la Autoridad Palestina (AP) el candidato de Fatah, Mahmoud Abbas, también conocido como Abu Mazen, sucesor del fallecido líder de la Organización para la Liberación Palestina (OLP) Yasser Arafat. Con el 62% de los votos, Abbas superó ampliamente a su inmediato seguidor, Mustafa Barghouti (20%), pariente lejano del líder de la intifada y actual prisionero del Estado sionista de Israel, Marwan Barghouti. Sin embargo, no se conocen datos confiables sobre la cantidad de votantes y algunos analistas señalan una alta abstención, la que es reivindicada como una “victoria” por la organización radical Hamas que llamó a boicotear las elecciones presidenciales. 

La victoria electoral de Abbas, jefe de la vieja guardia de Fatah y reputado un moderado tanto por el imperialismo e Israel como por los sectores radicales de su propio partido, ha sido muy bien recibida por Bush y el primer ministro israelí Ariel Sharon. Y es que el resultado de las elecciones es considerado un gran paso adelante en la consolidación de un “gobierno” palestino capaz de garantizar la seguridad de Israel y la liquidación definitiva de las aspiraciones nacionales del pueblo palestino. Más allá de los votos, ¿podrá el nuevo presidente de la AP cumplir su misión de aplastar la intifada? 

Impostura democrática

El gobierno de Bush y su aliado Sharon habían suspendido toda relación con la dirección palestina. Sin embargo, la muerte de Arafat, ocurrida en circunstancias confusas el pasado 11 de noviembre, fue tomada como una oportunidad para realizar un recambio en la Autoridad Palestina. Su hombre predilecto, Abu Mazen, fue así legitimado por medio de las elecciones del 9 de enero, una farsa democrática realizada bajo la ocupación militar sionista y la presión del imperialismo.

Con esta política de “reacción democrática” en el conflicto palestino, Bush pretende contrapesar la debacle de la ocupación de Irak.

Según el periódico israelí Haaretz del 10/01, las elecciones del domingo han sido alabadas por todos y cada uno de los gobiernos imperialistas a ambos lados del Atlántico, e incluso por los aliados árabes de EE.UU., entre los que se cuentan el Presidente egipcio Hosni Mubarak, el Rey jordano Abdullah y el Rey marroquí Mohammed, ¡todos dictadores o monarcas! Y es que para el imperialismo, el argumento de la “democracia” sólo cuenta a la hora de imponer ocupaciones y de aplastar pueblos que luchan por su libertad. Si esas tareas las cumple mejor un rey, no hay “democracia” que valga.

Con estas elecciones Estados Unidos y el estado de Israel pretenden fortalecer la figura de Abbas, un dirigente públicamente conocido por su tendencia a hacer negociaciones de paz reaccionarias a favor de Israel como fueron en los ‘90 los acuerdos de Oslo, bajo los cuales se fundó justamente la Autoridad Palestina. Esperan que su gobierno sea capaz de disciplinar a los sectores radicales de la resistencia palestina, y lograr así imponer el plan de Sharon de retirar las tropas y los asentamientos sionistas en Gaza para apropiarse de gran parte del territorio de la franja occidental.

La actual construcción del muro de separación en Cisjordania, que ha aislado a los pobladores de las tierres fértiles y ha dividido el territorio en tres grandes ghetos incomunicados entre sí, rodeados por asentamientos de colonos israelíes, conectados por puentes y autopistas, es una muestra del carácter colonial y racista del plan de “paz” que Bush y Sharon intentarán que aplique el nuevo gobierno palestino.

Sin embargo, aunque juega a favor de Abbas cierto cansancio de las masas como consecuencia del estado calamitoso en que se encuentran los territorios ocupados debido al endurecimiento de las represalias sionistas en los últimos años, no está claro que éste pueda llevar a buen puerto sus enormes desafíos.

Las primeras dificultades del nuevo gobierno de Abbas

El nuevo presidente enfrenta una difícil misión, impuesta desde el vamos por el imperialismo y los sionistas: liquidar la intifada. En su saludo al ganador, Sharon propuso una reunión con Abu Mazen “en el futuro cercano”, que se enfocaría en “asuntos de seguridad, especialmente en esfuerzos por detener el terrorismo” (The Guardian. 11/01). Por su parte, Bush fue aún más claro al insistir en su particular campaña antiterrorista y “democrática”: “el liderazgo palestino debe reorganizar sus fuerzas de seguridad para combatir a aquellos que todavía tienen el deseo de destruir Israel como parte de su filosofía y a aquellos que temen que exista el voto libre entre el pueblo palestino”.

Abbas, por su parte, ha declarado que continuará luchando por las reivindicaciones sostenidas en los últimos tiempos por Arafat pero se opone a las acciones de violencia, poniendo a la cabeza de su programa la paz. El lunes declaraba: “Extendemos nuestras manos a nuestros vecinos. Estamos listos para la paz, la paz basada en la justicia.” (The Guardian. 11/01) La precondición que impone Israel al comienzo de cualquier conversación es el desarme de los grupos militantes, por lo que el éxito del nuevo gobierno dependerá de poder realizar esto o no.

Pero la euforia electoral de los primeros días no alcanzó para ocultar las dificultades que enfrenta el nuevo presidente de la AP. El 13 de enero una operación conjunta de distintas fracciones armadas de la resistencia palestina dejó como saldo la muerte de por lo menos 5 israelíes y 3 palestinos en el paso de Karni, principal vía de acceso a la Franja de Gaza. Como respuesta inmediata, el gobierno de Sharon rompió todo diálogo con Abbas al responsabilizarlo por el atentado, aún antes de que éste asumiera como presidente el 15 de enero. Además, Israel bloqueó todos los accesos a la Franja de Gaza y dio la orden a sus fuerzas militares de tomar acciones contra los terroristas “sin restricciones, enfatizó, sin restricciones”, en palabras de Sharon (The Guardian. 17/01). A partir de entonces, una serie de ataques y contraataques se han sucedido entre los grupos militantes y las Fuerzas de Defensa Israelíes tanto en Gaza como en Cisjordania, los que contabilizan “por lo menos ocho israelíes y 24 palestinos muertos en los últimos nueve días” (The Washington Post. 17/01).

La respuesta de Abbas hasta ahora ha sido llamar a los grupos a detener sus acciones, buscando una tregua pacta, al tiempo que intenta refuncionalizar a las fuerzas de seguridad palestinas para que desarmen a los grupos que continúan combatiendo para detener la violencia y posibilitar la reanudación de las conversaciones con Israel (Haaretz. 18/01). Finalmente el gobierno de Sharon ha dicho que le da un plazo de gracia para que cumpla con este objetivo.

A pesar de la legitimidad que le otorgan las elecciones, Abbas no cuenta con la autoridad y respaldo que Arafat tenía entre las masas palestinas, por lo que su suerte dependerá de las concesiones que el recientemente conformado gobierno de coalición israelí, que mantiene a Sharon como primer ministro, esté dispuesto a otorgarle. Internamente, Hamas se ha fortalecido en las elecciones municipales, en las que obtuvo una votación de alrededor del 35% y 9 bancas en el concejo local de Cisjordania, bastión tradicional de Fatah. No sólo Hamas prosigue con la resistencia armada, sino también otras direcciones islámicas y sectores radicalizados del propio Fatah, junto a los pobladores que cotidianamente se enfrentan a las salvajes incursiones de las Fuerzas de Defensa Israelíes en la Franja de Gaza y Cisjordania.

Fuera el sionismo y los imperialistas de Palestina

La salida de dos estados para la “cuestión palestina” ha demostrado ser completamente reaccionaria, ya que niega el derecho de los palestinos a retornar a su territorio histórico, perpetúa la existencia de un bastión colonial racista en pleno siglo XXI y pretende que el estado palestino no sea más que una nueva arma de los sionistas para acabar con la lucha del pueblo palestino. Sólo la destrucción del estado sionista de Israel plantea una salida para acabar con el estado racista y permitir una paz verdadera en Palestina.

Los imperialistas de todo color, Israel, Rusia, los gobiernos árabes aliados a los yanquis, todos están juntos en esta cruzada contra el pueblo palestino. Los trabajadores, los pueblos oprimidos y los jóvenes luchadores de todos los países debemos combatir el engaño de la democracia impuesta a punta de uzis y bulldozers y apoyar decididamente la lucha del pueblo palestino.

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