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Juanjo nunca defrauda

Un hombre todo servicio

21 de septiembre 2006

“Conozco desde hace más de cinco años al candidato y lo considero un excelente elemento que no defraudará la confianza que en él se deposite. Un fuerte abrazo”, decía el mensaje fechado en mayo de 1981 y firmado de puño y letra por el entonces ministro del Interior (1976-1981), el genocida Albano Harguindeguy (Página/12, 10/09/06).
Juanjo tampoco defraudó cuando fue Subsecretario de la Presidencia de Carlos Menem.
Unos años después, cuando el menemismo ya era mala palabra, el 26 de junio de 2002 un operativo de “coordinación de las fuerzas de seguridad” sobre el Puente Pueyrredon se cobró las vidas de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán y dejó a más de 40 heridos con balas de plomo. Juanjo fue partícipe necesario de la masacre: era el Secretario de Seguridad Interior de la Presidencia de Duhalde (el responsable de comandar todas las fuerzas de seguridad: policía, gendarmería, prefectura), habiendo llegado al gobierno nacional por recomendación de Carlos Ruckauf. A horas de la masacre del Puente, el propio Alvarez trató de cubrirse inventando un “enfrentamiento entre piqueteros”.
Diez meses después, ya como Ministro de Justicia, ordenó la brutal represión para impedir que las obreras de Brukman recuperaran la fábrica, asaltada entonces por la Policía Federal. El actual ministro K de esa cartera, Alberto Iribarne, era entonces el Secretario de Seguridad Interior.
Luego de la masacre de Cromañon, Kirchner le tiró una soga a su entonces aliado Anibal Ibarra, mandando a Juanjo como responsable de la Seguridad de la Ciudad de Buenos Aires.
Juan José Alvarez, un hombre todo servicio. Nunca defraudó a la clase social a la que sirvió durante toda su función pública.

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