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Internacionales

REVUELTA POPULAR EN KIRGUIZISTAN

Tensión en Asia Central

6 de abril 2005

La crisis venía creciendo desde el 21 de febrero y el 13 de marzo cuando tuvieron lugar la primera y segunda vueltas de las elecciones parlamentarias marcadas por el fraude del oficialismo. Las protestas contra el régimen comenzaron en el sur del país impulsadas por los distintos partidos de oposición y sectores del empresariado local, pero pronto desembocaron en alzamientos de los sectores más explotados en las principales ciudades y se extendieron hasta la capital situada en el norte. Al llegar a la capital, la revuelta contó, al menos, con la neutralidad de las Fuerzas Armadas y de seguridad, que apenas presentaron resistencia a pesar de que se informó de dos muertos y decenas de heridos.
Sin apoyo por arriba y cercado por las movilizaciones Akáyev huyó del país. Junto a la toma de edificios públicos, pronto comenzaron los saqueos en la capital, que se sucedieron hasta el sábado por la madrugada, y el pánico se apoderó de los líderes opositores, los empresarios y los comerciantes. “Reportes desde la capital, Bishkek, indican que bandas de jóvenes, algunos armados, vagan por las calles y continúan saqueos esporádicos”. “Las fuerzas de seguridad intentan recuperar el control de la ciudad... el ambiente de la capital continuaba tenso. Podían escucharse disparos intermitentes al caer la noche ya que patrullas militares y de la policía disparaban al aire intentando disuadir a los vagabundos de otra noche de saqueos y daños a la propiedad”1. Fuera de cauce la situación, y ante la amenaza de una mayor profundización de los enfrentamientos, el mismo 24 todos los actores internos, oposición y empresarios, y externos, la UE a través de la OSCE2, EE.UU y Rusia se pusieron a trabajar unidos para impedir el desarrollo de la movilización. Aunque la prensa internacional comparó a este proceso con los sucedidos en Georgia y Ucrania, donde las manifestaciones fueron pacíficas, protagonizadas mayormente por los sectores medios y nunca se salieron de los objetivos propuestos por las direcciones reaccionarias, en Kirguizistán se expresó más la crisis social y el odio al régimen como motor de las movilizaciones.

¿"Marea democrática”?

Los acontecimientos en Kirguizistán están siendo utilizados por EE.UU para desenvolver su nueva retórica sobre la “construcción y extensión de la democracia” que desplazó, tras la segunda asunción de Bush, a un segundo plano la idea fuerza de la “lucha contra el terrorismo”, para enmascarar su política neo imperialista y guerrerista. De esta manera se dice que “la revolución de los tulipanes” en Kirguizistán no es sino la continuidad de las de Georgia y Ucrania de 2003 y 2004. Según esta idea, los regímenes pos estalinistas de toda la ex URSS, dictatoriales y antidemocráticos, estarían siendo cuestionados hasta sus raíces por revoluciones, pacíficas pero contundentes, que exigen la democracia liberal. El proceso estaría destinado a extenderse a otras ex repúblicas soviéticas e incluso algunos se animan a decir que la “marea democrática” terminaría impactando en la propia Rusia de Putin.
Sin embargo, aunque es innegable la similitud de ciertos elementos, como la exigencia de elecciones limpias y el odio frente a la corrupción y perpetuación de los funcionarios en el poder, en la revuelta en Kirguizistán han jugado un rol importante la oposición de las masas a las consecuencias desastrosas y reaccionarias de la restauración capitalista, cuestión que quiere soslayar interesadamente la versión de la prensa occidental y su supuesto dominó democrático. Así, mientras en Ucrania el proceso tuvo uno de sus pilares en las disputas entre Moscú y Washington expresadas en el terreno electoral, movilizaciones pacíficas y negociaciones por arriba, y cuyos bandos estaban claramente representados por el oficialismo y la oposición respectivamente, aquí los sucesos tienen un mayor peso de los factores sociales e internos. En primer lugar, las cada vez mayores penurias que las masas soportan sobre sus espaldas debido a la destrucción del antiguo estado obrero y la consecuente recolonización del país. La ya históricamente pobre3 república de Kirguizistán, con uno de los PBI más bajos de la región (1.300 millones de dólares), se ha visto arrastrada a la ruina en los últimos catorce años de restauración capitalista. El huido Akáyev, que gobernó desde la independencia en 1991, se encargó de seguir al pie de la letra las políticas económicas y financieras del BM e integró el país a la OMC, políticas que llevaron a que hoy Kirguizistán tenga una deuda externa igual a su PBI y un déficit fiscal crónico del 4%. El desempleo alcanza el 50% y el ingreso medio es de 1 dólar diario. Como le respondió un ciudadano al corresponsal en la capital, “¿Que qué nos caracteriza? Pues lo que usted ve: la pobreza”4
Otro factor clave en la crisis está en la división étnica, política y religiosa entre el norte pro ruso y el sur opositor. Esta república de 5 millones de habitantes, de los cuales más del 12% son rusos pero el 75% es de religión musulmán, fue anexada militarmente a Rusia en la época zarista. Luego el stalinismo, además de mantener esta relación de opresión Gran Rusa, rediseñó políticamente las fronteras del estratégico valle de Fergana, que comprende parte de Tayikistán, Uzbekistán y Kirguizistán. Como parte de este rediseño burocrático, las ciudades uzbecas de Osh y Jalalabad pasaron artificialmente a ser parte de Kirguizistán. Las consecuentes disputas étnico-religiosas, se han expresado ahora, tanto en el propio alzamiento que se desarrolló de sur a norte, como en el temor que manifestó toda la clase política, local y extranjera, a la balcanización (desmembramiento) de la zona y a un estallido de guerras civiles como sucedió en los ‘70 y luego en 1990 entre kirguiz y uzbecos, o en los ‘90 en Tayikistán.

Las consecuencias en la región

Aunque sostenido en causas internas, el proceso kirguiz tiene fuertes consecuencias regionales e internacionales. Como dijimos, las grandes potencias se unieron en el complicado trabajo de abortar el proceso de movilización e intentar cerrar la crisis política y crear instituciones legitimadas y estables. Lejos de las pretendidas intenciones democráticas, lo que intentan es impedir una posible desestabilización de gran parte de la región del Turkestán5. La zona, además de soportar una situación de pobreza extrema, es parte del mundo musulmán recorrido por un gran sentimiento antinorteamericano lo que, junto a posibles movimientos por aspiraciones democráticas y las latentes contradicciones étnico-religiosas, la convierten en caldo de cultivo para el estallido de agudos conflictos sociales. Y esto en una zona estratégica donde el equilibrio geopolítico está constantemente bajo tensión.
Rusia, acosada en el Turkestán por EEUU, intenta evitar un mayor debilitamiento en su zona de influencia y teme como a la peste una extensión del movimiento. EEUU ya en los ‘90 logró establecer bases militares en el país, invadió la zona a través de Afganistán y tiene objetivos de extender su influencia directa hacia el gran vecino Kazajstán, rico en petróleo y con salida directa al mar Caspio. Tampoco China, que comparte una extensa frontera con Kirguizistán en el oeste y depende del petróleo del Caspio, puede permanecer al margen de la situación, más aún cuando tiene que lidiar con movimientos integristas en la región autónoma de Xinjiang.

Perspectivas

Al interior de Kirguizistán la situación no es mucho más sencilla. La atomización y falta de liderazgo claro en el bloque político opositor, hacen prever una difícil arquitectura política para cerrar la crisis. Kurmanbek Bakíyev, nuevo presidente y primer ministro, parece responder a las oligarquías locales del sur. Féliks Kúlov, preso político los últimos 4 años y ahora ministro de seguridad, se apoya en las élites del norte. Otros como Roza Otunbayeva, ministra interina de exteriores, están más directamente ligados al imperialismo occidental. Los tres tienen su propio partido político. La división interna ya se mostró fuertemente en torno a qué parlamento, el pre elecciones o el posterior, era el legítimo. Bakíyev y el Tribunal Supremo apoyaban al viejo, mientras Kúlov y la Comisión Electoral Central exigían el reconocimiento del nuevo. Esto mantuvo cuatro días a dos cámaras legislativas funcionando paralelamente. Entre el lunes y martes se consiguió un respiro. Bakíyev aceptó al nuevo parlamento y éste, a su vez, lo ratificó como presidente interino. Sin embargo ambos líderes están enfrentados hacia las próximas presidenciales pactadas para el 26 de junio, y las negociaciones con el exiliado Akáyev para conseguir su renuncia formal, necesaria para la resolución constitucional de la crisis, comenzaron recién el 31/03.
El proceso kirguiz debe tomar un curso independiente de las variantes opositoras y oficialistas, ambas restauracionistas y ajenas a los intereses de las masas empobrecidas. Los viejos personeros políticos son los responsables de la restauración capitalista y la recolonización de la región, establecimiento de bases militares incluida. Los nuevos, que no lo son tanto6, no se apartan un milímetro de esa política de estado y anuncian abiertamente la continuidad de la misma.
“(Rosa) Otumbáyeva, según el comunicado de Exteriores, aseguró a la delegación europea que... cumplirán las obligaciones internacionales del país y continuarán el proceso de reformas democráticas y económicas. Un asesor de Bakíyev dijo a la agencia Interfax que el Gobierno kirguiz confía en que los inversores continuarán sus operaciones en el país”7 Por otra parte, ningún imperialismo por más traje democrático que se ponga, va a resolver el conflicto sino en su propio beneficio y contra los intereses de la nación explotada y oprimida. Sólo los trabajadores y los pobres de las ciudades y el campo, autoorganizados y con una política independiente, pueden dar una salida progresiva a la crisis.

1 The Independent. 27/03.
2 Organización de Seguridad y Cooperación en Europa.
3 Kirguizistán es un país montañoso y árido con apenas una octava parte de su territorio por debajo de los 1500m y de cuyas tierras sólo el 7,5% es cultivable y el 5% bosques. La política agraria estalinista aplicada durante décadas agravó esta situación, degradando la calidad de las escasas tierras. Esto en un país donde cerca del 70% de la población es rural y la actividad productiva agrícola da cuenta del 40% del magro PBI nacional (cifras inversas a las de Ucrania, mayoritariamente urbana e industrializada).
4 El País, 28/03.
5 La región comprende no sólo “los cinco stanes”, Kazajstán, Kirguizistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán, sino también el norte de Afganistán y el noroeste chino.
6 Todos fueron parte constitutiva del régimen de Akáyev. Bakíyev, fue Primer Ministro hasta 2002. Kúlov ex miembro de la KGB, ex ministro de Interior y Vicepresidente. Durante sus mandatos, ambos fueron responsables de sangrientas represiones que se cobraron la vida de decenas de manifestantes. Roza Otunbayeva, era la ministra de exteriores.
7 EFE, 31/03.

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