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Internacionales

Contra viento y marea

Paro nacional en Chile

28 de agosto 2003

Un paro nacional con resultados dispares...
Hubo una batalla de cifras. Según Arturo Martínez, presidente de la CUT, la adhesión alcanzó un 80%, aunque José Ortiz, también dirigente de esa Central, habló por televisión de un millón de trabajadores en todo el país. Según el Gobierno, fue un fracaso, dijo que no fue un paro sino una serie de marchas, admitiendo a lo más un 30% de adhesión. Tratemos de ver cómo fue efectivamente.
El paro fue de carácter nacional, aunque más concentrado en la Región Metropolitana. Hubo paralización parcial y marchas en Valparaíso, Arica, Concepción, Temuco, Lota, Punta Arenas, Calama, Rancagua, San Antonio. Fue especialmente fuerte en el sector público, y más débil en los trabajadores industriales y de empresas privadas.
Entre los trabajadores públicos: los de la Salud, en los servicios de atención primaria, hubo 90% de adhesión según la CUT (50% según el gobierno) y en los hospitales 40% (20%); en Educación hubo 97% de ausentismo (50%); entre los empleados públicos, 92% de empleados municipales y 90% de servicios públicos (para el gobierno fue un día normal). En el sector privado, en el transporte hubo 90% de adhesión en taxis y colectivos y 75% en micreros. En la industria y empresas privadas en general, 80% según la CUT, 10% según el Gobierno, 13% según ASEXMA1 y 3,7% según la SOFOFA2. Según una encuesta de Chilevisión, el 63% de los encuestados apoyaron el paro, no así un 33%.
Esta guerra de cifras es difícil de controvertir. Pero hay un dato claro: para los empresarios, Chile (el Chile patronal) perdió en este paro entre 45 y 60 millones de dólares. Según el Instituto Libertad y Desarrollo, de la derecha, esto equivalió a un día feriado. Mucho dicen que fue así no porque hubo adhesión al paro, sino porque no hubo movimientos que permitieran realizar gastos y trámites normales. Según el ministro de trabajo, la actividad productiva (minería, industria, pesca, comercio y construcción) no fue afectada. Sin embargo, el comercio perdió casi un tercio de aquel total (entre 20 y 28 millones de dólares). La pregunta cae de madura: ¿cómo puede decirse que el paro fue un fracaso y comparar el 13 de agosto con un día feriado?
Las declaraciones del gobierno son falaces. Pero se sostienen en un elemento de debilidad del movimiento organizado de los trabajadores: se sabe de una sola industria que paralizó totalmente sus actividades, en un 6% restante (según datos patronales) la paralización fue importante, marcada y significativa, y en el resto de las industrias y empresas privadas fue sólo parcial.
El mayor impacto fue el de los trabajadores públicos. Es evidente que las condiciones de trabajo en la industria, con las prácticas antisindicales, los abusos patronales, la amenaza de despidos sostenida en un mar de cesantes que actúan como atemorizante espejo de lo que podría suceder, incidieron en la disparidad de resultados. Pero todo esto se refuerza por la falta de una organización que pueda defender los intereses y derechos de los trabajadores. Sin embargo, el paro no resultó indiferente en la vida política del país.
... y un gran impacto polItico
Los primeros balances fueron una mezquina disputa entre los patrones y el Gobierno. Según éste, el paro fue contra los patrones por el trato laboral en sus empresas (salvo la payasada de Lagos diciendo que no sabía por qué se paralizaba el país). Según los patrones, contra el Gobierno porque los que más pararon fueron del sector público.
El paro fue político, tanto contra los patrones como contra sus políticos de la Concertación y la derecha. Pasquines reaccionarios como El Mercurio pretenden contragolpear y decir que la CUT no representa nada (y que por lo tanto nada debe negociarse con la CUT) porque cada sindicato intervino en el paro con sus propias demandas, que el llamado de la CUT no contemplaba. Pero la sensación general del paro, era efectivamente contra todo lo que afecta al pueblo trabajador, “contra el modelo”. La fuerza del paro, su impacto político, fue porque la clase trabajadora volvió a ponerse en el centro de la escena como clase, volvió a plantear que los trabajadores, retomando un camino de lucha contra los patrones y sus políticos de la Concertación y la derecha con sus métodos propios, como los paros, las huelgas y las manifestaciones, y en algunos casos intentando levantar piquetes (como en el camino de Calama a Chuquicamata), abandonando métodos que sirven a los patrones y sus políticos como las mesas de diálogo social.
La primera respuesta del gobierno fue la represión, iniciada por los carabineros, intentando criminalizar la lucha y responder policialmente. Hubo incluso un caso de tortura de un dirigente sindical en una Comisaría de Santiago, denunciada por la CUT.
La fuerza del paro estuvo también en la disposición a la lucha. Ante esto, la Iglesia salió a proponer que se reponga la Mesa de Diálogo Social, ahora bajo el nombre de Consejo de Diálogo Social tripartito. El Gobierno, terminado el Paro, llamó a la CUT al diálogo. Finalmente, el PS intentó montarse sobre el Paro Nacional, manifestando su adhesión a sus fundamentos (no al paro), para reposicionarse ante los trabajadores a pesar de llevar adelante todas las iniciativas anti- obreras (privatizaciones, aumento del IVA, impunidad para los genocidas de la dictadura, y un largo etcétera). Busca reconstruir el rol de la Concertación como dique de contención a las luchas de los trabajadores y el pueblo pobre y su necesidad de conquistar su independencia de clase, rol que viene desgastándose.
Una sola paralización con resultados dispares, mostró todos estos resultados y toda la potencialidad de la lucha de los trabajadores. Aunque esto también está dado porque los patrones estaban acostumbrados a reinar sin oposición alguna, con los trabajadores domesticados y aplastados.
Los desafIos para los trabajadores
El paro mostró disparmente la fuerza de los trabajadores como clase. Mostró su disposición a la lucha y que hay otro camino al de los diálogos sociales promovidos por el Gobierno y aceptados por todos los dirigentes oficiales de la CUT. Golpeó al Chile patronal, que respondió con su ofensiva represiva, comunicacional y preparándose para contragolpear. Pero esta fuerza no intentará ser debilitada solamente por los ataques de los patrones y sus políticos.
La política de los dirigentes oficiales actuales de las organizaciones de los trabajadores, contribuyen a debilitar a los trabajadores. Aún habiendo llamado al Paro Nacional. El Paro Nacional fue hijo directo de las luchas de los trabajadores de los últimos tiempos, donde los trabajadores vienen en un lento pero persistente proceso de recomposición política y organizativa. Ante esto las organizaciones tradicionales debieron reubicarse y responder.
El Congreso de la CUT tendrá que decidir la dirección de la CUT, el PC quiere llamar a sus alianzas antineoliberales con sectores de los patrones en mejores relaciones de fuerzas, la FSD (Fuerza Social Democrática) quiere posicionarse como alternativa de recambio a la Concertación.
Estas organizaciones y dirigentes debilitan la lucha de los trabajadores y su fuerza como clase con sus constantes llamados a sectores de los patrones, pequeños y medianos, como hizo la CUT en los días anteriores al paro y durante el paro mismo. Debilitan la lucha de los trabajadores porque sobre la división que imponen los patrones entre trabajadores estables y contratistas, entre trabajadores ocupados y trabajadores cesantes, etc., las organizaciones de los trabajadores refuerzan esta división dificultando que los trabajadores puedan superarlas.
Desde Clase contra Clase llamamos a que las diferentes organizaciones de los trabajadores se unificaran en un Comité Nacional de Preparación del Paro de todas las organizaciones, que diera mayor seguridad a los sindicatos y las organizaciones con mayor inserción que la CUT en las industrias y empresas privadas. También planteamos que el Congreso de la CUT sea un Congreso Nacional de Delegados de Base que unifique a todo el movimiento de los trabajadores, con organizaciones afiliadas a la CUT o no, como el primer paso para unificar las fuerzas de los trabajadores.
Los trabajadores necesitamos refundar la CUT como herramienta de la lucha de clases, que rechace los acuerdos con los patrones que no favorecen al trabajador, los diálogos sociales que sólo sirven a los patrones, las alianzas con los patrones (grandes, medianos o pequeños) y sus políticos patronales de la Concertación y la derecha. Así se demostrará una fuerza capaz de enfrentar a los patrones, lo único que podrá alentar a los trabajadores de la industria y las empresas privadas a organizarse y luchar por sus derechos e intereses. Necesitamos una organización sindical clasista que luche por una política que defienda los derechos e intereses de los trabajadores. Esto podrá empezar a transformar esta primera demostración de fuerza de los trabajadores en una organización para la defensa de nuestros derechos e intereses y la lucha contra los patrones y sus políticos.
1 Asociación de Exportadores de Manufacturas.
2 Federación Gremial de la Industria.

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